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El placer de escribir

     Por Diego León Caicedo Múñoz

      “La escritura no es producto de la magia, sino de la perseverancia” Richard North Patterson

     Generalmente se habla del placer de leer, pero muy poco se habla del placer de escribir, muchos aman la lectura, pero detestan escribir. La globalización y la tecnología en el mundo actual, en donde apremia lo urgente, les ha restado importancia a los grandes textos y por ende a la lectura y la escritura. Para la mayoría de jóvenes un texto que contenga más de 100 palabras es considerado un ladrillo y peor si se trata de escribir.

     Leer y escribir no son actos instintivos y naturales de las personas, constituyen lo que se denomina un arte, que requiere talento, perseverancia y formación. Indiscutiblemente para escribir necesitamos ser buenos lectores, acompañado de una buena experiencia en el campo elegido por el escritor. Escribir requiere de un método según las necesidades y habilidades de cada persona, el resultado final es comunicar de forma explícita nuestros pensamientos. Como en todo arte, la práctica hace al maestro.

     Muchas personas leen y escriben como actividad principal de su desempeño laboral y es mi caso en particular. Por muchos años como funcionario público, abogado y docente universitario desarrolle las dos prácticas de manera permanente, principalmente en materia constitucional, administrativa, laboral y política. No obstante, este tipo de escritura no es placentera y está sujeta a lo riguroso de la normatividad.

     Indudablemente la experiencia acompañada de la perseverancia abona el terreno del arte. Este binomio inseparable me permite transmitir mis conocimientos sobre la realidad del país a toda Colombia a través de la Fundación para la Excelencia, Liderazgo y Transformación, (FUNDELT).

     El grado de satisfacción al escribir columnas en este medio es inmenso, por un lado, porque este tipo de escritos es más libre, aunque debe ceñirse a la realidad, no se ajusta a lineamientos de precisión de fuentes y sustentación completa de la evidencia como si se requiere en la academia y por otro lado porque contribuyo con el fin de FUNDELT, que es formar lideres con vocación de servicio a la sociedad.

     Escribir se convirtió en una terapia y un entretenimiento infinito, no solamente para mí, sino para muchas personas. Por esta razón invito a todos mis amigos de la reserva de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional y a todas aquellas otras personas que comparten conmigo este maravilloso gusto, a que lo hagan en la página web y en la revista de esta importante fundación, que trabaja incasablemente por una Colombia mejor, formando estrategas con visión de estadistas.

      Con su asiduo trabajo esta horadando la roca de la indiferencia en Colombia para dejar una huella indeleble de cambio, pero sobre todo, fortalecer la democracia de nuestro país. Cuando las actuaciones pequeñas se hacen con magnanimidad, trascienden a la ejecución de grandes proyectos.

 

 

 

 

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