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Jóvenes en deuda con la democracia

     Por Diego León Caicedo Muñoz

      “Los malos funcionarios son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan”, George Jean Natan.

     El artículo anterior lo titulé Consejos Juveniles Municipales, una apuesta por el cambio, por ser un innovador ejercicio democrático, en cabeza de adolescentes y jóvenes entre los 14 y los 28 años. Nueva generación, que causará de alguna manera, transformación y renovación en la forma de administrar la institucionalidad en Colombia.

     Las expectativas son enormes y se espera que los jóvenes se involucren con este mecanismo de participación, concertación, vigilancia y control de la gestión pública e interlocución con la institucionalidad. La nimia participación en la contienda electoral del pasado 5 de diciembre, como lo advertí, deja en deuda a la juventud colombiana con la democracia.

     De los 12.282.273 jóvenes habilitados en todo el país para ejercer el sufragio en estas elecciones particulares, sólo 1.279.961 participaron con su voto para elegir a sus consejeros, el 10,42% del censo electoral establecido. El Presidente Iván Duque al referirse al proceso electoral, manifestó la frase de cajón: “En estas elecciones no hubo vencedores, ni vencidos, la gran ganadora fue la democracia”, las evidencias demuestran todo lo contrario, la democracia de nuevo fue lacerada.

      Coincido en que fue un día histórico para el país, ya que este tipo de manifestación electoral se ha presentado en muy pocos países. Es un proceso progresista en materia de participación de la juventud en el ejercicio de la dinámica institucional y es algo que se debe resaltar.  Esta contienda fue el estreno de los jóvenes en el escenario electoral, eligiendo 10.824 consejeros municipales y locales juveniles en todo el territorio nacional.

      Muchos jóvenes en las protestas de este año con vehemencia reclamaban participar de las decisiones políticas del entramado institucional, la ley estatutaria 1885 de 2018 les dio la gran oportunidad de elegir a sus propios representantes y la juventud no respondió con el mismo ímpetu de las manifestaciones.

     Son varias las razones de esta desidia, entre ellas; primero, la precaria enseñanza en democracia y política que reciben niños y adolescentes, generando ignorancia supina de cara a los procesos de debate, segundo, la insuficiente pedagogía y difusión de los comicios electorales, por no decir nula, tercero, la no combinación del voto en urna con el digital. Los muchachos están más cerca de la última que de la primera y son apáticos a realizar actividades presenciales y, por último, pareciera ser que fueran facilistas en el logro de los objetivos, el servicio social requiere de numerosos esfuerzos, en especial el intelectual.

      La mitad de los sufragantes fueron los menores entre 14 y 17 años. Muchos de los jóvenes mayores de 18, consideran que los consejos juveniles no son útiles para mejorar la situación del país. Este es un patrón de abstencionismo en esta franja de votantes, son apáticos, indiferentes e instrumentales.  Por esta razón, las maquinarias políticas amañan todo a su antojo, consolidando la democracia de estómago. Lo peor de todo, es que un buen número de muchachos terminan como áulicos de los politiqueros populistas.

     Una muestra clara de lo anterior se evidenció con los 523.110 votos del total de sufragantes, es decir, el 56,3%, pertenecientes a las listas de partidos y movimientos políticos, siendo el partido liberal la colectividad ganadora con 100.592 votos. Las listas independientes obtuvieron solamente 269.613 votos, (29,06%) y las de procesos y prácticas organizativas juveniles 134.860, (14,56%). Se esperaba que los independientes y las organizaciones de juventud estuvieran a la vanguardia en estas elecciones, pero quienes, si no perdieron tiempo, fueron los políticos tradicionales, suministrándonos la misma dosis corrompida de manipulación.

     No me canso de repetir el liderazgo pacífico de los estudiantes de las universidades, denominado movimiento estudiantil por la séptima papeleta, un grupo de jóvenes que demostraron que para hacerse escuchar no se necesita gritar, insultar o mucho menos agredir, sino que lo necesario es organizarse en equipo, tener el conocimiento y una conciencia para escoger una alternativa constructiva, pacífica y sana. No hubo pedrea, vandalismo, ni arrestados, pero se logró un cambio trascendental para la nación, una nueva constitución.

El país necesita lideres juveniles que generen cambios radicales en la forma de hacer política, en construir conciencia colectiva y en generar espacios que conduzcan al mejoramiento de la calidad de vida, es la mejor forma de contrarrestar la corrupción. Esperemos que los 10.824 consejeros recién elegidos sean el origen de la transformación y que la figura de los Consejos Municipales de Juventud, no se convierta en otra más, absorbida por la corruptela política.

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