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Las ideas erradas

     Por Iván González Urán

      Siempre hemos tildado de violentos a quienes causan destrucción, agraden al ciudadano tranquilo y causan miedo a la sociedad. En la misma forma no pensamos en el daño que causamos quienes hacemos muy poco o nada por contrarrestar los actos de quienes únicamente saben destruir. La violencia admitida, con la indiferencia de los buenos, es tan indeseable como la paz que nos imponen los desalmados.

      Con frecuencia somos ciegos y no identificamos lo que queremos, que irremediablemente, tiene que ser la permanente paz de los buenos y la constante calma de los violentos. Si nadie quiere la paz a la manera de los terroristas, mucho menos puede desear la violencia por la indiferencia de los pacíficos.

     La falta de claridad en estos asuntos nos ha permitido la inversión de las ideas. Ahora los terroristas nos dicen que los actos humanitarios es libertar a los plagiados. Es lo contrario, el buen acto es no secuestrar. Es derecho natural ser libres por principio y lo incorrecto es privar de ella sin justificación. No puede haber nada de correcto en afirmar que no se cumplirán las amenazas de derribar las torres de energía, de volar puentes o de quemar vehículos, cuando ni siquiera han debido pensar en destruirlos.

      Ahora los terroristas piden, sin ningún recato, reforma social y hasta presupuesto, supuestamente, para administrarlo sin corrupción. En lugar de pedir, debieran suspender el asesinato del pueblo, la extorsión, el saqueo y todo daño de bienes privados y públicos, que según la distorsión de los conceptos dicen estar protegiendo.

       Es la mutación inversa de las ideas. La demostración plena que solo tienen corruptas intenciones al tiempo que en las palabras les sobra moral. Difícil creer que sea bien manejado el dinero publico si el botín de cuarenta años de robos no han producido nada valioso en las áreas asoladas por la demencia irracional. Colombia seria mucho más rica y feliz si no hubiesen destruido, así no hubiesen construido.

       Solo basta, para que podamos progresar, que los terroristas dejen de oponerse al desarrollo siendo indiferentes ante lo que hacen los buenos. Ni siquiera tienen que ser facilitadores del progreso que no desean. Únicamente que no obstaculicen. Eso es suficiente para que, quienes tenemos ideales, podamos proteger el pasado y crear el futuro.

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