Nuestro propósito superior: Unidos para ser más fuertes.
Artículos de opiniónGeneralPublicaciones

De Malí a Colombia….Una propuesta.

     La Estrella, (Antioquia), 29 de junio de 2023

     Teniente coronel (V.F.P.) Ramiro Saldaña Amézquita
       Compendio basado en una de las conferencias que a diario presenta la Fundación, “Excelencia, liderazgo y transformación”, FUNDELT, dirigidas por el Señor teniente coronel Luis Alberto Villamarín Pulido; este escrito, no contiene la profundidad de un análisis geopolítico; aún, así, no podemos desconocer que estamos inmersos en un mundo en donde la voracidad de las potencias buscan por todos los medios expandir sus fronteras y adherir a sus estados otros territorios, porque consideran, es un derecho, que deviene de la naturaleza del hombre, desde tiempos inmemorables hasta nuestros días. Es lo que nos ha mostrado la historia. Muchos países del tercer mundo, no dejan de estar en la mira de la reconquista.

      Colombia al igual que Malí son dos de ellos, y la consecuencia de esto, es que en uno y en otro no para la violencia y el terrorismo, mientras las potencias se frotan las manos.
Para empezar. En la situación por la que atraviesa Malí y Colombia, encontramos similitudes y diferencias que irán apareciendo a lo largo de estas líneas.

       Veamos: Cuando en 2012 la comunidad Yihadista tomó el control sobre el norte de Mali, la comunidad internacional se mostró sorprendida y conmocionada.
Dos escenarios y razones diferentes han sido las causas de la conmoción que se vive en uno y en otro país.

     Mientras en Malí, la violencia y el terrorismo tiene su génesis en una mixtura de nacionalismo y religión, en donde se pretende imponer a ultranza el Islamismo Musulmán, en Colombia y Latinoamérica se desea implantar también a toda costa, el sistema comunista en contraposición al sistema capitalista que con todas sus deficiencias ha imperado en la región.
      En ambos países el común denominador es la corrupción, la mentira, el engaño, la hipocresía y el egoísmo, y mientras esta decrepitud campea, los gobernantes de turno, camuflan su ineptitud y falta de compromiso con el país, culpando de estos flagelos a otros países y a agentes exógenos, antes que el de enfrentar con decisión, la narcoguerrilla, el terrorismo, el narcotráfico, los mal llamados paramilitares y otros males sociales; en ambos países ha habido ausencia de gobierno por falta de planes, programas, proyectos, desconocimiento y falta de atención a las áreas que conforman el hinterland, zonas de influencia y asentamientos fronterizos.
      Las, dos repúblicas distan una de la otra a gran distancia y con disímil cultura, costumbres y etnias, (en Malí más de 20), idioma e idiosincrasia. Las dos, enfrentan conflictos internos en la ruralidad, distante de sus capitales (Bogotá y Bamaco) y de centros urbanos.
      Los dos países tienen riquezas naturales; en Mali, diamante, petróleo, agua. En Colombia, lo mismo, esmeraldas y mucho más.
Como ya se dijo, la violencia es común a ambos países y su enemigo natural es el Estado y y etnias, (en Malí más de 20), idioma e idiosincrasia. Las dos, enfrentan conflictos internos en la ruralidad, distante de sus capitales (Bogotá y Barmaco) y de centros urbanos.
     Los dos países tienen riquezas naturales; en Mali, diamante, petróleo, agua. En Colombia, lo mismo, esmeraldas y mucho más.
      Como ya se dijo, la violencia es común a ambos países y su enemigo natural es el Estado y dentro de éste, la indefensa sociedad civil abandonada por los gobiernos. Los diferentes grupos terroristas se mezclan entre la población civil. Yihadistas, Al Qaeda y otros en Mali. Farc, Eln y otros en Colombia; en ambas naciones hay que convivir con ellos, porque no ha habido voluntad política para combatirlos ni proyectos de Estado que garantice el libre desarrollo de la economía, por ejemplo, la agroindustria y las bondades que la naturaleza les ha proporcionado de sus riquezas naturales.
    Veinte años después de su independencia en 1960, Malí gozó de una convivencia pacífica, mientras Colombia, después de más de 200 años, de su independencia no ha tenido ningún periodo de paz.
    Con la aparición de los grupos Yihadistas, de Al Qaeda y otros, por los años de 1990 en Argelia, estalló el terrorismo en Malí y lo convirtió en un polvorín, mientras que, en Colombia, desde Rusia y Cuba que instruyeron y alimentaron los grupos narcoguerrilleros del Eln, Farc, M19 y otros, el país ha sufrido los más horrendos crímenes de lesa humanidad, contra la sociedad civil y la Fuerza Pública. A la fecha, La Fundación “Excelencia, Liderazgo y Transformación”, ha registrado 358 episodios de barbarie y aleves ataques contra la población civil, destrucción de pueblos y la infraestructura económica del país, que van desde carrobombas, hasta humanos (incluidos inocentes niños) y animales cargados con explosivos, causando el terror y la desolación por donde pasan; macabros, episodios que debe conocer el mundo y en especial la comunidad internacional que apoya los mal llamados procesos de paz.
     Los gobiernos de uno y otro país han utilizado estratagemas similares de negociación con resultados parecidos.
      En Malí los Yihadistas fueron llamados por el gobierno en 1990, a negociar la paz. Unos pocos lo hicieron a través de Argelia, desde donde habían llegado, mientras los más, prefirieron no solo no negociar, sino que crearon otros movimientos extremistas y continuaron con su actuar delictivo, escondidos en el desierto, al norte de Malí, territorio poco controlado por el gobierno.
Colombia ha tenido varias negociaciones con los grupos guerrilleros y los mal llamados paramilitares; ninguna ha prosperado.

      La penúltima se llevó a cabo con el grupo terrorista de las Farc, en 2016. Unos fueron premiados con curules en el congreso y cambiaron su nombre, mientras otros continuaron con sus actuaciones terroristas y se escondieron en las montañas sin perder el contacto con sus camaradas; lógico deducir que no hubo disidencias, sin desconocer que un minúsculo grupo dejaron las armas y hoy gozan de un salario pagado por el gobierno.
   Los actores terroristas de Malí y de Colombia, ambos han doblado su capacidad militar y política, mientras sus gobernantes miran para otro lado y solo se preocupan por acrecentar sus huestes a través de sus partidos políticos para no perder el poder.
    Cambiar nuestra forma de pensar y actuar, es una necesidad si de vedad queremos salir de esta alienación en la que nos encontramos, la que indefectiblemente nos llevará al abismo; al no tener partidos políticos serios, por qué no intentar la creación de uno nuevo, como lo propone FUNDELT, que, a través de un trabajo interdisciplinario de mucho tiempo, nos muestra un verdadero plan estratégico, con viables programas y proyectos para el desarrollo de nuestro país, aprovechando, nuestra posición geoestratégica y riqueza natural, ventajas comparativa frente a otros países, que de la nada se han convertido en potencias políticas. Es una opción. Si hubiera otra, bienvenida.

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies. Puede ver aquí la política de cookies.    Más información
Privacidad