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El adoctrinamiento no tiene lugar en las escuelas que buscan el pensamiento crítico

Por Diego León Caicedo Muñoz

“No te diré qué debes creer… Es mucho mejor aprender a pensar con espíritu crítico y que luego se te permita tomar tus propias decisiones, que imponerte nociones ajenas”, EldestChristopher Paolini.

La educación es uno de los factores que más influye en el avance y progreso de personas y sociedades, además de proveer conocimientos, enriquece la cultura, el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos. La educación en los niños conduce a una vida integral que trasciende en la de los demás. El entorno de aprendizaje de los menores, es una gran influencia para promover u obstaculizar el desarrollo pleno de la libre expresión. En la primera infancia se adquieren los valores que ayudan a construir su identidad y las habilidades para convivir y establecer relaciones personales exitosas.

En materia normativa en Colombia la Constitución Política establece en el artículo 67 el Derecho a la Educación, y en el 27 la Libertad de Enseñanza, Aprendizaje, Investigación y Cátedra y la Ley 115 de 1994, desarrolla la educación, en especial la básica y media. En cuanto a la Libertad de Enseñanza y Cátedra la Corte Constitucional ha manifestado; que no pueden entenderse reconocidas en forma absoluta y requieren responsabilidad en relación con los conceptos que se transmiten y se debaten, exigiendo al docente fundamentación de sus afirmaciones, atendiendo factores de lugar, circunstancias, nivel cultural y académico.

El artículo 20 de la Ley General de Educación, consagra como uno de los objetivos generales de la educación básica, propiciar una formación general, mediante el acceso, de manera crítica y creativa al conocimiento y a las relaciones con la vida social y la naturaleza, con el fin de prepararlo para los niveles superiores de educación y vincularlos de esta forma a la sociedad y el trabajo.

Algunos profesores de educación básica y media han incurrido en el denominado adoctrinamiento político. Aprovecharse de la condición de docente para coaccionar a los estudiantes a adoptar su ideología o programa político es inadmisible. No es algo nuevo y se viene presentando desde hace muchos años, por su puesto, que no es el consenso del profesorado.

Quienes llevan a cabo el proselitismo, no pueden aludir a la libertad de enseñanza y cátedra para adoctrinar a un menor de edad en una ideología o partido político. El Tribunal Constitucional refiriéndose a este derecho recalca que, para llevarse a cabo, debe existir un poder legítimo de resistencia que consiste en oponerse a recibir instrucciones o mandatos para imprimirle a su actuación como docente una determinada orientación ideológica, (Sentencia T-588/98). Posibilidad que no la tiene un menor de edad, pero si puede darse abiertamente en un claustro universitario.

Es imprescindible formar a los estudiantes de los niveles básico y medio, como lo establece la norma, con sentido analítico para entender y desempeñarse en el entorno. El debate hace parte de las mallas curriculares escolares para fomentar una inteligencia divergente, por el contrario, el adoctrinamiento es la negación de este tipo de pensamiento, porque no permite el dialogo y la discrepancia de lo que se transmite como una verdad. Por esta razón, no tiene lugar en aquellas escuelas donde se tenga por objetivo la búsqueda del pensamiento crítico.

Según Joan Manuel del Pozo, profesor de la universidad de Girona, la actualidad política debe estar en las aulas siempre que se preserve a los niños del alineamiento hostilizador y la simplificación de mensajes o la falta de suficiente sentido crítico. Dejar que la actualidad penetre en clase no debe significar abrir la puerta al adoctrinamiento y al enfoque emocional de un único maestro.

La escuela no se puede convertir en un campo de batalla ideológico. Parece que la educación en Colombia no ha podido superar el conflicto de la Guerra Fría, los discursos de los años 80 y del siglo XX prevalecen. Si bien la mayoría de los profesores están alejados de este debate, algunos discursos de los movimientos estudiantiles y sindicales tienen el mismo lenguaje, las mismas prácticas y discusiones de la confrontación entre comunismo y capitalismo. Esa limitación genera un sesgo disciplinario que no permite comprender otras dinámicas sociales, o una reflexión pedagógica, (Mario F. Hurtado, el nuevo siglo).

Los planteles de educación pública básica y media deben ser escenarios de enseñanza, de aprendizaje, de evaluación, de inclusión y participación con un buen sentido crítico. Es la única oportunidad de fundamentar la tolerancia en los niños, para que interactúen en una sociedad abierta a las diferentes formas de pensar y actuar.

 

 

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