Los pactos con el demonio se pagan con sangre
Coronel Alberto Restrepo Arboleda.
Gobiernos anteriores trataron de pactar una agenda de negociación fallida con el ELN, ejemplo, en marzo de 2016, inicia con tropiezos por la ambigüedad eterna de esta organización al margen de la ley, respecto al tema del secuestro y la extorsión, pues insisten en la semántica terrorista de denominarlas, retenciones e impuestos voluntarios, o contribuciones a la revolución, según el asesino, Pablo Beltrán, quien hoy y de manera recurrente, trata burdamente de confundir la base primigenia sobre la cual se plantea una negociación seria, pues quien abrió mano para esa opción es el Estado, y es este quien debe fijar las reglas mínimas de un acuerdo, es quien debe demostrar la firmeza y voluntad de un país que hastiado de la perversidad de sus cabecillas y el terrorismo fundamentalista de sus estructuras, solo quieren ver avances hacia la paz, pero esa esperanza nacional, es fácilmente doblegada al antojo arrogante de una guerrilla transnacional, que narcotizada por el poder político internacional y una robusta economía, que amparada en la minería ilegal y narcotráfico, miran como inferior a quien se atreve a negociar con ellos, pues se ven como un estado dentro de otro estado, en razón a que manejan economías locales, en Colombia y Venezuela, este último confirmado por la ONU, a través de su comisión internacional independiente, quienes manifiestan en su tercer informe de mayo del 2022, que en varias zonas del estado Bolívar, el mayor estado de la vecina Venezuela, el Eln, ha mantenido el control del arco del Orinoco y tiene concesiones para la explotación aurífera a orillas del río Cuyuní, cerca de la frontera con Guyana promovidas y respaldadas por el gobierno de Nicolás Maduro; vale la pena destacar que dicha comisión fue creada para investigar graves violaciones de derechos humanos.
Lo anterior nos muestra la máxima aplicación de la estratagema político militar, con perfil delincuencial, que esta organización terrorista cumple metódicamente, con la disciplina monástica que se vive en sus campamentos y áreas base, planificando como lograr el incremento en el poder relativo de combate, como multiplicar la fuerza, como robustecer su estructura política y económica, bajo la prospectiva de expansión, diseñada para cada nuevo gobierno, que animado por fijar un antes y un después, buscara negociar, y es ahí donde el juego nuevamente comienza.
Este desgobierno no será la excepción pues la obvia línea de tiempo de estos tres años que le quedan, permitirá consolidar a estos terroristas, áreas fronterizas con Venezuela y saltar a Guyana, a través de los corredores del narcotráfico, que protegidos por la diplomacia del Comandante canciller Leyva, quien otorga patentes de corzo para entrar y salir del país a estos bandidos, intentaran bajo cualesquier pretexto, suspender , aplazar o dilatar las negociaciones, bajo la premisa de no debilitar la esperanza del pueblo, que pagara con sangre el pacto con el diablo, pues en el mediano plazo, sabremos de otra masacre, por decir lo menos, u otra voladura del poliducto, y seguirán ahí, negociando sin sonrojarse, pues entiende que para PETRO, el reloj esta jugando en contra, y que su afán de mostrar resultados avalando la extorsión y los secuestros, como ya se hizo, olfatean el desespero de Aureliano, por resultados ante el despropósito eleno, que en los seis puntos de la agenda de negociación, sabemos, no conducirán a nada.
Buscará Petro entonces, refugiarse en las reformas para victimizar su fracasada gestión de activista mandatario callejero, en medio de escándalos personales propios de los carteles de poca monta, que revelan la iracunda locura de llevar a la ruina a Colombia, “pues para refundar la patria, primero hay que hacerla cenizas” , debilitando al empresariado, y engordando a los políticos, que alentando el odio y la lucha de clases, harán que el pueblo pierda la capacidad de reacción, pierda la voluntad de lucha y aniquilando el alma nacional , miraran la ruina de una nación donde hondea empobrecido un nuevo tricolor con 40 estrellas. (Venezuela 8 Provincias + Colombia 32 Dptos.) La nueva república bolivariana.