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Petro debe dejar la presidencia pero ¿hay proyecto político-estratégico para enrumbar el país?

La cuestionada derecha colombiana carga sobre sus hombros el pecado, de haber permitido por acción y por omisión, que ganara las elecciones Gustavo Petro, de lejos el peor presidente que hasta la fecha se ha sentado en el solio de Bolívar.

Y eso es mucho decir, porque para tan negativa distinción, Petro tiene competidores muy fuertes verbigracia, Juan Manuel Santos, Ernesto Samper Pizano, Andrés Pastrana Arango, Cesar Gaviria Trujillo, Belisario Betancur, los dos Alfonsos López, Eduardo Santos y otros.

Indiscutiblemente, Petro debe irse del cargo que nunca ha debido ocupar, pero la solución no es ninguno, y ninguno es ninguno, de los responsables de su ascenso al poder. Durante el primer año de desgobierno petrista, la seguridad se deterioró en grado sumo.

Parece que estuviéramos reeditando la época del arrodillamiento de Andrés Pastrana ante las Farc en el Caguán, combinada con la vergonzosa distinción de narcodemocracia, dada desde Estados Unidos a Colombia, durante el juicio a Ernesto Samper mediante el proceso 8000. En tan triste escenario, estamos igual o peor, a algunos de los consuetudinarios desgobiernos en el continente africano.

Y para colmo de males, da la sensación que el país se acerca a la vía dolorosa, iniciada en Venezuela, cuando murió Chávez y ascendió Maduro respaldado por el narcotráfico, desatando pobreza, miseria, violencia y un éxodo sin precedentes en el rico país hermano.

Infortunadamente para Colombia, lo único visible de la administración Petro son 12 meses de instigación al odio, incitación oficial a la violencia de tinte revolucionario comunista y los resentimientos sociales; legitimación de la delincuencia y maniatada de las Fuerza Pública; pésimo manejo de las finanzas públicas; pruebas cada día mas evidentes de corrupción, ineptitud y nepotismo; incertidumbre total acerca de nuestro futuro como nación, temores de que el populismo marxista de Petro siga desinstitucionalizando el país, apoyado por un parlamento ineficiente; caos en la justicia, inflación; incapacidad funcional de los altos manejadores del Estado, desesperanza social etc.

Por todas las razones expuestas, Petro debe irse y con él, su incompetente vicepresidenta, quien hace parte del problema y además carece de las más mínimas condiciones para ser presidente de la república.

Pero, la solución no es únicamente reemplazarlos por otros que resulten de ineficientes administradores del Estado, autojustificando o aduciendo que deben estar allí, porque no son comunistas:

La solución debe pasar por el tránsito constitucional previsto, con la obligación de convocar elecciones extraordinarias en cuatro o cinco meses de transición, mientras estrategas a quienes les quepa el país en la cabeza, configuren un proyecto de Estado de cara a las realidades de la prospección mundial, no de los intereses totalitarios de los comunistas armados y desarmados, ni de los corruptos de siempre, que viudos de poder incitan al electorado a que proteste a su favor, para que ellos regresen a lo que causó la infortunada elección de Petro.

En consecuencia, Petro debe salir cuanto antes del palacio de Nariño con su fórmula vicepresidencial incluida.

Así, debemos pasar por una transición lógica de atenuación institucional, paralela con la convocatoria inmediata a elecciones presidenciales y parlamentarias, para que las mentes más brillantes del país, elaboren proyecto político-estratégico sin los corruptos de siempre, y para que el paso dado después de la tragedia padecida por los hoy desgobernados colombianos, no sea llegue a ser más de lo mismo.

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