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Por el liderazgo de la globalización Segunda Parte

     Por Iván González Urán

      La carrera nuclear y espacial

     Por otro lado, los EE UU se descubrieron ante el mundo como los desarrolladores de la tecnología nuclear. Primordialmente con aplicación exclusivamente militar, con los bombardeos de las ciudades japonesas.
     Aunque Stalin no era, inicialmente, partidario de la investigación atómica, en gran parte porque no la entendía y por eso no le encontraba beneficio práctico. Cuando vio la aplicación bélica norteamericana en Japón y más cuando Mac’ Artur propuso el empleo en Corea, se alarmó y dio via libre a la construcción del arsenal atómico ruso.
Se inició la carrera del tiranosaurio nuclear a cambio de la confrontación armada convencional y la competencia económica por el predominio planetario.

     De todas maneras, la conquista europea por la vía economica de la ayuda Marshall no era suficiente. Era indispensable también una considerable capacidad militar disuasora.
Por ello, los EE UU crearon la organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN. En gran parte estimulados por el anterior temor que les causó, inicialmente, la invasión a Rusia de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, como ya se dijo. Pero más cuando los rusos también hicieron sus primeras pruebas atómicas. Así no hubiesen arrojado ninguna bomba sobre alguna ciudad.

     En consecuencia, la URSS creó El Pacto de Varsovia PV, para equiparar las fuerzas de la OTAN. Y continuó la creciente competencia militar. El PV impuso una fuerte carga a la economía rusa y las naciones de su órbita. Algo diferente a la condición de los países de la OTAN, que primero fueron fortalecidos económicamente con el plan Marshall y por eso más autosuficientes. En comparación con los del PV. Donde el único fuerte sólo era Rusia. Además de los factores de dominación y control arriba mencionados. Lo cual fue germinando un ambiente en la Europa Oriental de inconformidad con la URSS.

      El creciente poder atómico ruso tenía una grave deficiencia, el transporte, el alcance, la disponibilidad y la inmediatez para usar ese poder. Para un ataque anticipado o una respuesta oportuna de retaliación cuando se desatara una contienda generalizada donde podía llegar a la destrucción mutua total asegurada. Pues la capacidad atómica total acumulada había llegado hasta de ser capaz de hacer desaparecer la especie humana en un holocausto nuclear. Una posibilidad apocalíptica real.

     El inconveniente eran los medios de lanzamiento del armamento nuclear. Las destrucciones de las ciudades en Japón se habían hecho con grandes bombarderos de la era de la aviación de pistón y hélices construídos para la segunda guerra mundial. Entonces apareció la generación de aeronaves de turbina. La era del JET. Bombarderos norteamericanos B 52 permanecían permanentemente en el aire lo mas próximos a las fronteras rusas cargados con armas atómicas en vuelos transpolares. Una muy costosa, aunque efectiva y disuasora estrategia aérea. La que los rusos no pudieron equiparar.

     Entonces los rusos pensaron en la alternativa orbital. Más efectiva en todos los aspectos que la aérea, pero a altos costos. Aunque más prometedora en beneficios. Se empeñaron, de una vez, en el campo espacial. Bajo una pantalla de altruista investigación científica para el bien de toda la humanidad, desarrollarían la coheteria para circunnavegar el planeta saliendo al espacio exterior con cohetes. Mientras tanto tendrían para solventar la grave limitación de carga de ese medio con una moderada cobertura de bombarderos aéreos turbohélices. Contención inferior a la norteamericana pero en algo disuasora.

     Por ese tiempo los norteamericanos estaban en similares condiciones para lanzar sus armas atómicas sin tener que usar plataformas de lanzamiento volantes. Y para compensar esa debilidad decidieron un atrevido intento bastante peligroso. Buscaron un aliado lo más próximo a su contrincante para suplir la deficiencia de potencia y alcance de sus misiles. Resultó ser Turquía. Quién bajo atrevidas amenazas y ofreciendo un puñado de dólares, aceptó el emplazamiento de plataformas norteamericanas de lanzamiento de superficie en su territorio.

     Eso puso demasiado nerviosos, más bien asustó mucho, a los rusos. Pues su capital Moscú, quedó bajo el peligro de un bombardeo atómico sin posibilidad de alerta temprana ni defensa activa ni tiempo de contraataque de retaliación. Peligro en manos de los EE UU, que no sólo eran quienes engedraron el monstruo nuclear sino de no habían tenido recato en emplearlo letalmente para bombardear núcleos urbanos de población civil no combatiente en Japón. Y su posterior propuesta de emplearlo contra Corea. Riesgo real contra millones de habitantes de Moscú y de muchas ciudades rusas, de ser incinerados vivos.

     La respuesta a esa amenaza tenía que ser igual. La solución fue una isla próxima al ya evidente enemigo. Que era antinorteamericana, necesitada de recursos económicos y fácilmente conquistable, amenaza le o conquistable militarmente si era necesario. Bastante similar a Turquía. Pues los EE UU no acudirían en su ayuda por crítica de los EE UU. Se comenzaron a emplazar las plataformas rusas en Cuba. De esa manera surgió la llamada Crisis de los Misiles en Cuba para los EE UU. En contrapartida de la Crisis de los Misiles en Turquía para la URSS.

     Mucho se ha dicho en nuestro hemisferio sobre lo que hicieron los EE UU para disuadir a los rusos de retirar de Cuba los misiles. Pero la desesperada reaccion norteamericana con el bloqueo naval a Cuba, puso en evidencia el mismo miedo que ellos le habían provocado a los rusos con sus cohetes en Turquía. No calcularon bien cuál habría de ser la respuesta rusa a su muy ofensiva amenaza. Y estos le respondieron con otra igual que también los asustó demasiado.

     Para salvar algo del prestigio y evitar la vergüenza se han hecho todas las maniobras publinoticiosas para ocultar la realidad. En especial el mostrar el desmantelamiento de las plataformas rusas en Cuba, como un genial triunfo de presiones y amenazas diplomáticas. Pero sin mencionar que debieron hacer lo mismo en Turquía. No sólo para esconder el provocador error. También su falta de previsión de una respuesta rusa que puso en grave peligro y pánico a millones de estadinences y una grave irresponsabilidad con todo el planeta.
Situación bastante similar por lo penosa, aunque en menor magnitud, a lo sucedido con la fallida invacion a Cuba por Bahía Cochinos y posteriormente las humillantes partidas de Vietnam y de Afganistán.

     La verdad es que los EE UU debieron salir de Turquía con el rabo entre las patas, tanto como los rusos de Cuba. A cambio de tener que deshacer el fallido proyecto en Turquía como parte de las fuerzas de la OTAN. Sin que ese país fuese parte del pacto de la OTAN. Su osadía fue tan deplorable como el alto precio que pagaron en lo político, económico y de desprestigio nacional como país aliado no confiable para cualquier otra nacion. Pues los turcos creyeron en los norteamericanos y después fueron burlados, con grave riesgo de dolorosa retaliación rusa.
Lo que seguía era mejorar la misilistica de lista EE UU.

     Los rusos estaban bastante adelantados en cohetes.
    Primero lanzaron el primer satélite. Luego seres vivos y después, con los primeros astronautas. En un proceso creciente de capacidad de carga que permitiese llevar pesadas ojibas nucleares. Que no se habían podido miniaturizar lo suficiente para ser impulsadas con cohetes a largas distancias.
Vehículos muy rápidos e indispensables para poder operar por arriba de la atmósfera. Y en eso muy superiores a los aviones bombarderos.

     Cuando los EE UU se dieron cuenta de la verdadera intención de la coheteria rusa, estos ya les llevaban una conciderable ventaja. Ambos se habían apoderado, como parte del botín de guerra, del valioso activo del conocimiento científico y tecnológico, representado por los ingenieros de la coheteria alemana para la guerra, igual que también lo habían echo con la atómica. Entonces los EE UU aceleraron el proceso de mejorar los cohetes. Ya usando de pantalla la carrera a la luna.

     El mismo presidente de la invacion de Bahía Cochinos, los cohetes en Cuba y la guerra de Vietnam, le puso el reto a la nación de superar a los rusos en coheteria. No como un asunto militar sino científico, de beneficio para la civilización y de recuperación de degradado orgullo nacional. Sin mencionar la verdadera necesidad. Meta que debería lograrse antes de diez años.
Se inicio la carrera para llevara la luna el primer ser humano. En eso le tomaron delantero a los rusos, poniendo una espesa cortina de humo a sus desaciertos en Turquía. Los rusos prefirieron seguir con su proyecto de tecnogia orbital con aplicación militar.
Los cohetes para los dos eran de un gran valor para la conquista del espacio, como recurso para el progreso de la humanidad y de mucho valor en defensa nacional.

     El avance orbital fue tan asombroso que también ingresaron países europeos y asiáticos. Además de convertirse en una próspera industria de gran poder económico. Hasta el punto que fue necesario pensar en crear una defensa contra cualquier peligro que pudiese provenir vía el espacio.

     Al comienzo el espacio fue solo de empleo para vigilancia militar como defensa pasiva. Después de interceptación de defensa activa. Mas adelante como ofensiva. Y dentro de esta última los dispositivos con capacidad de destrucción de armas que partan de la superficie, los estacionados en órbitas y, finalmente, para destrucción desde la órbita de blancos móviles o estacionarios en superficie.

     Asunto tan atrevido que, visualizado con mucha claridad por los mismos norteamericanos y para prevenir grandes males, propusieron firmar un acuerdo mundial de no empleo del espacio con fines bélicos. Sólo de vigilancia y espionaje mutuo. Sin embargo, después decidieron ellos mismos violar su propuesto pacto, como lo han hecho ya costumbre, para crear un Escudo Espacial, supuestamente defensivo.

     Este gigantesco proyecto norteamericano fue denominado como Defensa Espacial. Y los medios le dieron la coloquial denominación de Guerra de las Galaxias. En alusión a una famosa película de ciencia ficción sobre confrontaciones entre civilizaciones interplanetarias usando la más sofisticadas tecnologías de punta. Con todo lo más avanzado de la ciencias presentes y futuras.

      Fue tan ambicioso que no sólo por costos sino mas por lo provocador, hizo que el presidente de los EE UU promotor de la idea, debiera cancelarlo en aras de no incitar sentimientos bélicos. Pues ese plan ya estaba en el nivel de la franca intención de dominacion y amenaza total mundial. Cosa no tolerable por el resto del planeta. Pues aunque las demás naciones solo están en capacidad de ejercer soberanía aérea y sin capacidad de conquista de su espacio exterior y menos cósmica, no debía dejarse que un solo país se apoderara de ese recurso natural. Con prioridad de los valiosos segmentos de la órbita geoestacionaria. Que debe ser respetada y negociadamente compartida como parte de las soberanías de cada nación.

     En la misma forma como sucedió con España. Que siendo la descubridora del nuevo mundo, las demás potencias navales del momento, Inglaterra, Portugal y Francia, especialmente, consideraron que no podían permitirle a España sola poseer tanto dominio. Y se lanzaron a arrebatarle parte de ese tesoro. Así su Santidad hubiese solucionando esa disputa dictando la forma de repartirse las conquistas del mundo entre las potencias. Que también violaron.

     El mundo no había olvidado tanto la buena “ayuda” a los europeos contra el plan de hegemonía hitleriana y su recuperación económica. Como lo malo de los bombardeos atómicos en Japón que pusieron de punta los pelos a toda la humanidad. Y su intención de bombardear atomicamente a Corea. Que afortunadamente no se ejecutó pues habrían desatado otra carrera nuclear incontenible a nivel mundial. Y por el momento era preferible mantener ese dominio en los pocos miembros élites del esclusivo club de los países atómicos.

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