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¿Son productivas las marchas pacíficas en Colombia?

Por Diego León Caicedo Muñoz

No elegimos en qué país nacer, que idioma hablar y a que cultura pertenecer, pero tenemos la opción de generar cambios a través de la educación.

Alvin Tofller decía “El analfabeto del siglo XXI no es el que no sabe leer y escribir, es el que no sabe aprender, desaprender y volver a aprender “La protesta pacífica es un derecho fundamental consagrado en la constitución política en su artículo 37 y que textualmente manifiesta, “toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente”.

Es un medio legítimo para la reivindicación de derechos de cualquier índole, se encuentra constitucional y legalmente protegido. Es una obligación del estado proteger a los manifestantes en su derecho.

En primera instancia quien resuelve las inconformidades de los manifestantes es el gobierno nacional, ya que el desconcierto está centrado en necesidades no satisfechas, llámese; derechos, educación, trabajo, seguridad, infraestructura vial, servicios públicos, etc.

Las soluciones del ejecutivo en sus diferentes periodos de gobierno han sido nimias y en contadas ocasiones perenne.

Desafortunadamente algo que nace en una insuficiencia sentida de la comunidad, termina siendo infiltrada por grupos al margen de la ley, que aprovechan la protesta pacífica para generar caos, desmanes y violencia contra la propiedad pública y privada. De acuerdo con el Centro de Investigación y Educación Popular de Colombia, en nuestro país se registraron más de 25.000 protestas desde la década de 1970 hasta el año 2018. 

El artículo 103 de la Constitución Política establece que son mecanismos de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía: el voto, el plebiscito, el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato, los cuales son reglamentados bajo la Ley 134 de 1994. Igualmente, la ley 850 de 2003, reglamenta la veeduría ciudadana como el mecanismo democrático de representación, que le permite a los ciudadanos o a las diferentes organizaciones comunitarias, ejercer vigilancia sobre la gestión pública, respecto a las autoridades, administrativas, políticas, judiciales, electorales, legislativas y órganos de control.

Los colombianos contamos con un buen número de instrumentos para participar en el ejercicio y control del poder político.

Para infortunio nuestro, la mayoría de personas desconocen estas herramientas, otras las conocen, pero le son indiferentes.

Quienes realmente la dominan perfectamente son los políticos, para obtener como siempre beneficios personales, un ejemplo especifico es el abuso de la revocatoria del mandato por parte de estos, acuden a este mecanismo cuando pierden una gobernación o una alcaldía y manipulan a los desprevenidos pobladores para solicitar la rescisión de sus oponentes.

Qué bueno sería que estos significativos mecanismos constitucionales lo utilizaran los ciudadanos sin ninguna injerencia política, solo con el ánimo de tener una Colombia mejor, que loable sería que el estudiante, el docente, el sindicalista, el profesional liderara proyectos de reforma al sistema político e institucional, a la educación, al trabajo, a la recreación y al deporte, al mejoramiento de la economía.

Que fructífero sería establecer políticas de estado que conlleven al mejoramiento de la calidad de vida, en vez de políticas de gobierno. No olvidemos que el pueblo tiene la facultad y el poder político soberano, solo que lo cede al político de turno para que trabaje por este.

Con los mecanismos de participación ciudadana el pueblo toma las decisiones, pero es apremiante contar con estudiantes educados en democracia, universitarios con proyección y profesionales con espíritu social, que presenten y lideren proyectos.

Se volvió común escuchar a los manifestantes en los medios de comunicación diciendo la tradicional expresión colombiana, “estamos mamados de…” pero cuando se les pregunta cuál es la propuesta para implementar el sistema, la respuesta es: no es problema nuestro, el gobierno que solucione. Así cuando mejoráramos, si todo se lo dejamos a los políticos del cuarto de hora.

Es hora de empezar a participar activamente en el ejercicio y control político, las marchas son un complemento para mostrar el descontento social, pero no esperemos que el statu quo solucione.

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