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Cómo botaron el voto militar

Por Iván González.

Alguien que estuvo muy cerca de la Asamblea Nacional Constituyente,  una persona creíble, quizás por ser suplente o como un investigador posterior sobre, precisamente, el voto militar, supo y escribió, de cómo se le negó el voto a los militares en Colombia en ese crucial momento.

La versión consiste en que el voto militar fue muy ampliamente discutido, pero casi al final del tiempo previsto para entregar la constitución.

Pues el estudio de ese artículo lo habían aplazado en varias oportunidades por considerarlo de menor importancia.

Por supuesto que los oponentes fueron los izquierdistas (más bien terroristas del M 19).

Envanecidos de no sólo ser favorecidos con el perdón de sus muchos y muy graves pecados contra el pueblo colombiano, sino elevados a la altísima dignidad de ser los refundadores de la nación.

Pero, finalmente, los demás y por mayoría, acordaron en que no se incluiría el artículo prohibitorio.

Y cerraron la discusión. De tal manera que al no estar prohibido estaba permitido.

Cuando los relatores o redactores del texto final, cómo tenían poco tiempo para hacer su trabajo, porque el plazo se agotaba, no se sabe si por influencia indirecta de los izquierdistas y en forma clandestina o por sus simpatías con los terroristas, introdujeron el artículo en el texto a firmar ceremonial y solemnemente.

O, quizás, incluso hasta por error de interpretación de las mismas discusiones de la Asamblea.

Habría que hablar con las personas que hacían el trabajo mecanográfico.  Que por supuesto serán reacias a contar.

O habría que escuchar los audios O al menos volver a releer los textos que se hacían durante las exposiciones.

El hecho es que se asegura que eso no estaba autorizado.

Cómo tenían que terminar pronto, no hubo verificación ni se revisó el texto final presentado para la firma, por si estaba acorde con las decisiones tomadas.

De esa forma el mico o más bien el gorila, se metió clandestinamente y los firmantes no se dieron cuenta del engaño.

Como no podían hacer el ridículo de decir que habían firmado algo que no revisaron, porque afectaba toda la credibilidad de tan sacramental carta política, qué se supone que nunca debe dar motivo ni siquiera a la duda razonable, prefirieron callar.

Considerarían, supuestamente, que como ya los militares llevaban muchos años con esa restricción estarían acostumbrados y que no protestarían.

 

Además qué no están en derecho de hacer peticiones por el principio militar, que les impone la ciega obediencia y subordinación

O que de todas maneras ese error resultaba insignificante porque afectaría un sector de la población qué es demasiado sumiso como para aceptar cualquier abuso.

Esta versión se nos hace muy creíble como para investigar más a fondo.

No es nada raro teniendo en consideración que la Asamblea estaba plagada de terroristas izquierdistas. Y que el presidente era nada más ni nada menos que el criminal Antonio Navarro, miembro y cabecilla del peligroso grupo terrrorista.

A quien la débil y vulnerable democracia le dio la oportunidad de vengarse contra los militares.

A los que acusa de haberle amputado una pierna y que le habían impedido la toma del poder por la vía de la fuerza de las armas. Algo que no logró ni con el brutal genocidio de la Corte Suprema de Justicia.

Por algo no sólo exigieron, para aceptar la amnistía que se les ofreció a cambio de suspender el terrorismo, que se convocara una constituyente y que se les incluyera en ella. Y se opusieron a la solicitud de los militares de participar en ella.

Lo que el debilucho y tolerante César Gaviria les aceptó.

En contra de sus leales aliados y defensores. Y en favor de los agresores y traidores de la patria.

El hecho tangible es que los honorables y letrados asambleístas firmaron una constitución a todas luces coja.

Razón por la cual, tal despropósito sólo se le ha ocurrido a una insignificante minoría de naciones en todo el mundo.

Por lo claro que es el error. Pues se contradice así misma estableciendo, simultáneamente, el principio fundamental de la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.

Cosa muy evidente para cualquier legislador medianamente sabio.

Además de mostrarnos, ante el mundo, de ser un país poco avanzado en civilización democrática. Para mayor vergüenza.

De las aguas fingidamente mansas, líbranos Señor.

Voto militar en Colombia

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