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Cuidemos nuestro planeta

Por DiegoLeón Caicedo Múñoz

“Mientras más contaminamos la tierra, menos merecemos vivir en ella”. Mehmet Murat Ildan

Según la convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la transformación en el clima es atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial, y que se suma a los cambios regulares que, de forma natural, se dan en el planeta. La Tierra tiene ciclos naturales que se cumplen cada cierto tiempo, como el ocurrido hace 10 mil años, en la era de hielo, que luego dio paso a la normalización de la temperatura. No obstante, en las últimas décadas todos los seres vivos han sido partícipes de la aceleración de este proceso, en especial el ser humano. Las bruscas variaciones en el clima se deben a diversos procesos industriales que requieren la quema de combustibles fósiles, la tala masiva de masa forestal y el uso de fertilizantes, entre otros.

La atmósfera terrestre está compuesta por diferentes gases que tienen como función mantener una temperatura apropiada para la vida. A este fenómeno natural se le llama efecto invernadero. Es necesario que exista equilibrio en la emisión de estos, para conservar su justa proporción. Sin embargo, las actividades humanas han aumentado la producción de gases, como el CO2, causante del 63% del calentamiento global, la principal causa del cambio climático.

Las consecuencias se manifiestan a través de; aumentos de la temperatura media, de fenómenos meteorológicos, del nivel del mar, acidificación y contaminación del agua, extinción de diferentes especies, y aparición de diferentes enfermedades, entre otras. Estas secuelas afectan los procesos naturales de vital importancia en el ecosistema.

Según el programa de la ONU para el medioambiente, la biodiversidad se ha venido perdiendo a lo largo de los últimos siglos, con el crecimiento acelerado de la población. En el año 1.900 la población era de 1.700 millones, el área terrestre convertida para el uso humano era de 16,9% y la perdida de especies en los ecosistemas, -1,8% y para el año 2.000, la población ascendió a 6.100 millones, el uso humano a 39,3% y la pérdida de biodiversidad a -13,6%. La proyección indica que para el 2.100, los cifras serán: 12 mil millones de personas, 49,1% de uso humano y -17% de pérdida de biodiversidad. Si no se actúa de manera categórica los daños serán irrecuperables.

La cumbre de Ríoo, el Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París, son algunos de los compromisos adquiridos por los estados agrupados en el seno de la ONU, para enfrentar la amenaza del cambio climático. Los países industrializados como: Estados Unidos, China, la Unión Europea, India y Rusia, son los que más daño le hacen a la tierra, solamente estos cinco estados miembros emiten el 73,01% de los gases de efecto invernadero, (GEI). Según la ONU, Colombia es el tercer país del mundo más vulnerable frente al cambio climático.

Colombia no es ajena a los encargos antes mencionados y ha venido implementando labores concretas para afrontar la problemática, tales como: el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, el Sistema Nacional de Cambio Climático y las Directrices para la Gestión del Cambio Climático, (Ley 1931 de julio de 2018). Dentro de las medidas establecidas por el Presidente Iván Duque, están: reducir el 51% de GEI para 2030, fortalecer la transición energética, la movilidad limpia, la lucha contra la deforestación, el pago por servicios ambientales y la conservación de la Amazonía y de los páramos. Desafortunadamente, nuestro país a diferencia de los demás, se ve afectado adicionalmente por el narcotráfico y la minería ilegal, que incrementan la desaparición de las masas forestales y la destrucción de las fuentes hídricas.

Así como hago críticas a la inercia del estado en ciertas obligaciones, también debo resaltar las buenas acciones y en este caso particular, las que viene adelantando el Presidente de la República en la protección de nuestro ecosistema. Estos proyectos deben ser impulsados gobierno tras gobierno, con la participación activa de la ciudadanía, hasta alcanzar las metas establecidas.

Parafraseando las palabras de Audrey Azoulay, Directora General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura, (UNESCO), “Ya no podemos seguir destruyendo la diversidad de la vida. Es nuestra responsabilidad para con las generaciones futuras”.

Más allá de los compromisos de la ONU y los estados, cada uno a nivel personal debe colaborar en el desarrollo de todos los procesos de cambio para evitar la pérdida de la biodiversidad y para ello, es necesario: ejecutar las técnicas de economía circular, movilidad y alimentación sostenible, consumo responsable, prácticas permanentes de reciclaje, pero en especial la educación ambiental a los menores de edad.

Ecología y medio ambiente

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