Petro y algunos antecesores suyos, ya demostraron con creces, lo que no se debe hacer en política. Corrijamos el rumbo y hagamos bien las cosas
Editorial N° 14
Colombianos: Les habla Luis Alberto Villamarín Pulido
Acumulación de errores, improvisaciones, salidas en falso, equivocaciones, ineptitudes continuas de funcionarios que además desconocen sus deberes, múltiples muestras de corrupción, y flagrantes vulneraciones del ordenamiento legal colombiano, por parte de Petro y su equipo del autodenominado Pacto histórico, consolidan con creces una sumatoria de aspectos negativos, en torno a lo que no debe hacer ninguna colectividad política en el ejercicio del poder.
Lo importante y valioso, no es repetir que Petro y su combo, son un fracaso para el país… Por que lo son y eso ya, es ampliamente conocido por la opinión pública.
Los resultados en las urnas al final de las recientes elecciones para cuerpos colegiados, alcaldes y gobernadores, corroboran que el pueblo colombiano, quiere un nuevo esquema de gobierno, que se aleje de la descomposición moral de los dirigentes políticos, de la forma tradicional de hacer política, y desde luego, de los comunistas armados y desarmados, que son la peor pandemia que ha caído contra el país en toda nuestra historia patria.
Los hechos demuestran que se requiere un gobierno prospectivo, con visión geopolítica, que cumpla lo estipulado en la constitución política de 1991, consistente en ser faro de Latinoamérica, que fortalezca la institucionalidad, que empodere la iniciativa privada, que incentive la investigación científica y tecnológica, que articule el desarrollo y la seguridad nacionales en todas las regiones, que fomente la creación de empleo y disminuya el corrosivo asistencialismo parasitario que nubla la creatividad individual y colectiva, que vislumbre esperanzas de futuros dignos a los jóvenes y garantías de seguridad social a la niñez y a la tercera edad, que impulse los renglones de potencialidad económica colombiana, etc.
Para lograr esos pasos, nuestro país requiere de partidos políticos serios, no de 36 empresas comerciales de votos, dirigidas por más de los mismos.
Cuanto más tiempo dejemos pasar, dilatando la construcción de tan imprescindible proyecto político, más daño estamos causando todos a Colombia… Por acción… O por omisión.
Manos a la obra.