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Fraude en plebiscito de 2016, abrió sendero a caos petrista contra Colombia.

   

     Contra pronósticos y maquinarias políticas integradas por lo peor de dirigencia política criolla, que conspiró financiada con recursos oficiales, colombianos dijimos no al pacto Farc-Santos en octubre de 2016.

     Entendíamos gravedad del arrodillamiento de mudos convidados de piedra enviados por Santos a Cuba, para que coadyuvarán a conseguir inmerecido premio Nobel de paz. Voluntad popular fue vulnerada.

      Juan Manuel Santos prometió renunciar si perdía plebiscito. Típico tahúr, tramposo, desleal, mentiroso y dispuesto a vulnerar para satisfacer egocentrismo, se burló de los colombianos.

     Los incompetentes negociadores de paz, continuaron pelechando recursos del Estado. El congreso de la república que nunca representa intereses del pueblo que lo eligió, guardó silencio cómplice, esperando proyectos de ley derivados del oscuro pacto de La Habana, para aprobarlos vía fast track con evidente afán de manipular ingentes recursos, en inmediata campaña electoral.

      Los organismos de control fueron inferiores al reto. Conniventes, academia y medios de comunicación ideologizados e infiltrados por desinstitucionalización generalizada, validaron fraude del plebiscito y farsa de Cuba. Sin que nadie los hubiera elegido representantes del NO, Álvaro Uribe Vélez, Martha Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez Maldonado, se autonombraron delegados ante Santos y las Farc. Traicionaron voluntad popular, legitimaron tamaña estafa, y adicionaron 13 páginas al fárrago de imposiciones de las Farc a De la calle y livianos consuetas.

     Ganó las elecciones de 2018, el que dijo Uribe. Durante ese cuatrienio, Petro y lo peor de la demagogia se unieron para derrocar a Duque, quien maniatado por pandemia, terrorismo urbano apodado protesta social, e incapacidades funcionales, fue el tránsito para ascenso de Petro al poder. Ahora, los responsables por acción u omisión del caos petrista, fungen como alternativa salvadora.

     Se autoleogian de ser Bukeles, Mileis y mesias criollos. Colombia navega aguas turbulentas sin tripulantes idóneos al mando de la nave, y sin tripulación alterna preparada y organizada con carta de navegación para llegar a buen puerto.

    La solución está en un partido nuevo con objetivos nacionales orientado por colombianos que dijimos no en el plebiscito. No la tienen iluminados comerciantes de votos e intereses personales, ávidos de presupuesto y nómina. Esa es la respuesta al caos petrista y la indecencia de causantes de la tragedia. Manos a la obra,

      Les habló Luis Alberto Villamarín Pulido

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