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Lo mismo de lo mismo

      Por Iván González Urán

      La realidad colombiana sigue superando la ficción. La improvisación y la falta de coherencia de nuestros gobernantes lo ratifican. Y las ideas fantásticamente erráticas de Petro lo terminan de confirmar.

      La Fuerza Aérea ha puesto de presente, repetida y con debida antelación, la obsolescencia de la flota de aviones estratégicos para responder por la soberanía nacional. Las últimas y por ello más notorias, fueron durante los gobiernos de Juan Manuel Santos, Iván Duque y Gustavo Petro.

      Petro prometió que en venganza contra Duque, por haberle ganado la elección a la presidencia, se convertiría en un formidable  obstáculo a la gobernabilidad de Ivan. Por eso lanzó una andanada  de ataques no sólo políticos sino callegeros contra el gobierno, y así lo hizo.

       Con la buena fortuna de que se le presentó una magnífica oportunidad. A las violentas manifestaciones y destructoras marchas públicas Petristas, se le sumó la paralizante pandemia del virus. Y sin ningún clemencia contra la sociedad sumó las dos cosas para crear el máximo daño posible al pueblo colombiano. Justo al mismo pueblo al cual tanto Petro a quería gobernar.

      Petro no fue suficiente. Cuando Duque anunció que compraría nuevos aviones militares, Gustavo, perversamente arreció la oposición aduciendo otras prioridades sociales y la compra se frustró.

     Ahora que Petro es presidente, la Fuerza Aérea volvió a ratificar la necesidad. Para ello le hizo una demostración real llevándolo a un vuelo en los actuales aviones. Y no en operación de máximo rendimiento de combate aéreo. Solo a unas moderadas maniobras más de paseo paisajístico presidencial que de combate real. Es decir nada parecido a una batalla tipo “Top Gun”.

     El presidente solo conocedor de artesanales e improvisados enfrentamientos terrestres terroristas se convenció y anunció con mucho bombo que compraría los aviones.

      Mas como los fabricantes de costosos equipos aeronáuticos militares, en la frontera del desarrollo tecnológico, no son tontos, han esperado calculada y con paciencia que crezca la necesidad. Por eso ya no valen lo mismo que antes, cuando Petro se opuso, sino el doble.

Ellos si usan planes comerciales estratégicos futuristas ante las improvisaciones retrasadas submundistas que bien conocen.

     Además de que Petro causó, con su oposición, que los indispensables cálculos económicos nacionales se vencieran y los aviones, nuevamente, no se compraron. Resultado: Nos salió el tiro por la culata. No sólo a él sino que nos arrastró a nosotros. Nos convirtió en víctimas de su y nuestro invento. Él con su oposición y nosotros con su elección. ¿Quién responde? ¿El o nosotros. O ambos para que no duela tanto.

      Esta historia demuestra las cosas tan increíbles que suceden en Colombia. Cuando asuntos de máximo interés nacional, como lo es la dotación de armamento estratégico,  se usa en las luchas políticas por rencores personales.

     También la forma de cómo hace falta mentalidad de liderazgo político que piense en objetivos de largo alcance por parte de personajes de mentalidad extremadamente cortoplacista. De cómo se convierten las necesidades nacionales en mezquinas discusiones parroquiales. Como si se tratara de pleitos entre viejos  gamonales politiqueros de visión provincialista.

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