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Reactivación electoral, una agenda de la esperanza

Por Patricia Vanegas A.

profesoravanegas@gmail.com

Notas de Cuaderno

Cada artículo pertenece a un Cuadernillo de Trabajo del proceso de formación de la Escuela PRISMA para líderes sociales y comunitarios en Colombia.

Reactivación electoral, una agenda de la esperanza

Repensar el Proyecto de Sociedad hoy, implica levantarse con fuerza y motivación a la implacable cotidianidad que ha modificado la pandemia y la concurrencia de crisis que vive el país. Para ello se hace indispensable reanimar el sentido de la cooperación y la unión de agendas comunes, que orienten acciones concretas y alternativas políticas fundamentales en el nuevo horizonte colombiano. En medio de este escenario es preciso volver a retomar el tema de la pobreza como objeto de la política, como pilar del desarrollo y como reto del progreso, que en fin último se consolida como la lucha contra la desigualdad social en el mundo.

Aunque parezca crudo decirlo, el paso de la pandemia ha renombrado la pobreza en la vida cotidiana de las personas, ha redimensionado el sufrimiento en cada individuo y ha replanteado el sentido de la vida de cada ser humano.

Y en este orden de incidencia también ha replegado un diapasón de oportunidades para matizar los nuevos proyectos políticos que se levantan en la renovación de los gobiernos, tanto a nivel internacional como al interior de nuestro país.

Impactada la estructura social y afectada la economía de las naciones, no queda más que replantear los gobiernos que administran dichas complejidades. Pobrezas acentuadas, crisis concurridas, quiebras, nuevas pobrezas, riquezas lesionadas y problemáticas nutridas por la incertidumbre, aumentan el malestar social y la inseguridad ciudadana.

Hay enfermedad, no hay bienestar, no hay la suficiente inversión, hay pérdida, marginalidad, en fin, la vulnerabilidad es el todo.

Es en este marco, desde donde se están edificando las bases actuales de las nuevas propuestas políticas, especialmente en nuestro país Colombia, que sobrevivimos a una contradicción política de un proceso de paz, a un ejercicio democrático de Gobernar con Oposición y a un desajuste estructural de una economía que se enfermó de COVID 19.

Hoy las nuevas expresiones políticas se consolidan alrededor de los inconformismos sociales y las lamentaciones estructurales que se vuelven bandera o estandarte de francas luchas políticas. Hasta los partidos políticos tradicionales se han visto obligados a replantear sus plataformas y sus caminos, en el reto de las próximas contiendas electorales.

¿Cómo podemos materializar la cualificación de una Cultura Política de nuestros votantes y de nuestros ciudadanos, cuando hay tanto dolor de por medio, reforzando las carencias de los hogares colombianos?

Es urgente encauzar el trabajo comunitario hacia esquemas de gestión territorial y bienestar sectorial, que promueva con altos grados de responsabilidad social aquellos liderazgos y ciudadanías que busquen, con sentido de colectividad, el mejoramiento de la vida en cada rincón rural y urbano de Colombia.

Y mientras esto se da, debe consolidarse a la par, una reconfiguración de los liderazgos políticos que disminuyan la brecha y se acerquen a la construcción de comunidades atendidas y cubiertas en sus necesidades. Se trata entonces de recuperar la convivencia de lo comunitario, lo social y lo político en el escenario de lo público y de lo económico.

Una visión social democrática, articulada a los derechos humanos políticos, civiles, económicos, sociales, culturales y ambientales, fortalece un piso político-partidista que pretenda aportar consistencia y solidez a la recuperación de la sociedad.

No se trata de organizarse para salir a la cacería de votos bajo un nombre rimbombante y jactándose de los mejores y más importantes vínculos políticos. Se trata de portar con sentido político y validez social, alternativas de solución para el progreso, el bienestar, el desarrollo y la gestión de lo público con justicia social y equidad.

La restauración de la economía y de los colectivos sociales y comunitarios se logra con inversión pública, con garantías de crecimiento económico, con oportunidades de asociatividades efectivas y de coaliciones público -privadas que permitan la implementación de proyectos productivos estratégicos que generen empleo y nuevas formas de apropiación del desarrollo comunitario. No estamos diciendo nada nuevo, pero si estamos frente a desafíos que no hemos cumplido plenamente.

Hay que volver a fomentar la organización de base social, estamos frente a un relevo generacional notable, frente a una reanimación socio cultural de los territorios, frente a un rediseño empresarial e industrial sin desquite y especialmente frente a una regeneración política de los partidos y de la participación política en general.

“Lo público es de todos y lo demás nos lo repartimos entre nosotros”, es un principio que hoy hace mayor herida en el tejido de las comunidades, en espera de ver salidas a los problemas sociales y no en espera del mesías político que demora en llegar. 

Cuando un candidato o candidata entienda que su dirigencia política debe estar dispuesta a seguir construyendo Proyecto de Sociedad, de País, de Estado y de Comunidad, ese día podremos afirmar que llegó la vacuna contra la pandemia de la clase electoral colombiana, sin plataforma y sin idearios de patria, pero sí con visión económica de empresa electoral. Esa no es la reactivación económica ni social por la que estamos trabajando.

¡Ilusos hasta el mediodía!

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