Nuestro propósito superior: Unidos para ser más fuertes.
Artículos de opiniónPublicaciones

Más servidores públicos, menos políticos

Ideas para mejorar la administración pública

Por Diego León Caicedo Muñoz

“En política, existen dos principales virtudes, una es hablar durante largo tiempo sin decir nada, especialmente cuando se responde a una pregunta. La otra, justificar cualquier acción u omisión propia, al tiempo que se descalifican la de los adversarios”, (Pedro Baños).

El verdadero concepto de política conlleva en sí mismo el bien común, pero quienes la ejercen han conducido al desprestigio a esta laudable labor y por esta razón está más que subestimada la razón de ser de la política.

Claro hay políticos dedicados en cuerpo y alma al servicio de la colectividad, con honradez y transparencia, pero para infortunio social, su buen trabajo queda eclipsado por la mala actuación generalizada de sus colegas, los magos de la política, creadores de falsas realidades y quiméricas esperanzas, como lo define Pedro Baños, en su libro el dominio mental, que le ocasionan un perjuicio doloroso, tanto a la sociedad, como a la propia práctica de tal actividad y que parece imposible de acabar, incluso hasta en los sistemas democráticos más perfectos.

Hay que ver los discursos de los políticos, llenos de demagogia, vacuos e inocuos de contenido, en estos se ven la reciprocidad de acusaciones mentirosas que se lanzan constantemente los de corrientes ideológicas diferentes.

 Lo que el común de la gente infiere es que sale adelante quien sea más astuto para mentir y engañe con mayor facilidad a las personas, al mejor estilo del concurso de mentirosos que se lleva a cabo en Manizales. Una vez en el poder, como es de esperar, hacen todo lo contrario.

Muchas personas son conscientes que los están engañando, pero deciden no darse por enterados por el solo hecho de compartir la misma tendencia, por la ilusión de recibir un puesto de trabajo, por los 50 mil pesos del voto con almuerzo incluido y peor los que suministran los dineros a las campañas, a estos, no les interesa para nada el engaño, lo único que esperan es que la plata invertida sea reembolsada con réditos a la enésima potencia, una vez elegidos sus candidatos, por su puesto, que no sale del bolsillo del político, sino del erario público.

La democracia de estómago rampante en todos los estratos.

Uno de los grandes logros del sistema politiquero actual ha sido mantener a la mayoría de la población en un estado de inacción y de indolencia para exigir de los elegidos el cumplimiento de sus obligaciones como servidores públicos.

Todos criticamos con vehemencia al interior de nuestros hogares, en los círculos de amigos y en las redes sociales, pero al final terminamos aceptando todos los despropósitos que hacen, como si lo que hacen o dejan de hacer no fuera con nosotros.

 La sociedad está adormilada, hay un letargo perpetuo y la indiferencia por la política es marcada, porque el decir de todos es, “esto no lo arregla nadie”.

Somos satíricos con los regímenes autoritarios por ofrecer el famoso pan y circo para anestesiar al pueblo y alejarlos de la rebeldía, pero nuestra actual democracia hace prácticamente lo mismo, con el show y entretenimiento masivo de los politiqueros en los medios de comunicación. Cortinas de humo que utilizan para tapar los escándalos de corrupción y la inercia en la solución de la problemática nacional.

Esperamos que algún día los ciudadanos despierten del coma inducido y exijamos que se cumpla la auténtica democracia. En donde el elector más allá de votar ejerza influencia directa en el proceso democrático mediante los mecanismos de participación ciudadana.

En el que la mentira no sea aceptada, pero es imprescindible tener una sociedad educada en principios y valores democráticos para elegir al que tenga el mejor planteamiento social en la satisfacción de las necesidades de los conciudadanos y del país, basado en la verdad.

Una cruda realidad que no tiene soluciones mesiánicas cortoplacistas, sino por el contrario, proyectos con procesos a largo tiempo con resultados definitivos a los problemas sociales.

Colombia requiere servidores públicos en vez de políticos, parece un pleonasmo, pero no lo es, el concepto tradicional de política pareciera haber llegado a su fin.

El servidor público elegido por elección popular, debe ser un funcionario temporal que llegue máximo por dos periodos no reelegibles a darlo todo por la sociedad.

 Es imperioso reinventar la democracia desde la misma sociedad y no desde quienes regentan las mieles del poder arrogante, sino queremos seguir sometidos a la dictadura de la mentira política.

 Como lo dice el autor del dominio mental, el ensimismamiento social, alimentado con entretenimiento y comodidad, debe acabar y muy pronto.

Verdadera política contra la demagogia

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies. Puede ver aquí la política de cookies.    Más información
Privacidad