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El sofisma de la Paz Total

     Por Diego León Caicedo Muñoz

      “La paz no es solamente la ausencia de guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión, difícilmente podremos alcanzar la paz”, Rigoberta Menchú.

     El ser humano por naturaleza busca la paz, tanto, en su interior, como en sus relaciones con los demás, sin embargo, hay personas y hasta gobiernos que viven del conflicto y las guerras, como también, políticos maniqueístas que disfrutan de sacarle provecho al concepto, dividiendo la sociedad entre amigos y enemigos de la paz.

     Uno de los principales retos de todo proceso de paz entre un gobierno y un grupo alzado en armas, es la ponderación entre la desmovilización de los que están al margen de la ley y la garantía de los derechos de las víctimas a la justicia, a la verdad y a la reparación.

      No existe ningún proceso en donde los sublevados se sometan completamente a la justicia ordinaria, por esta razón, siempre se crean sistemas de justicia transicional, con sanciones benignas y muchos los sapos que la sociedad tiene que tragarse, en aras de desmovilizar un grupo generador de terror.

      Colombia tiene experiencia en estas lides, desde desmovilizaciones con impunidad total, como las ocurridas en la década de los 90, hasta las del siglo XXI, de las autodefensas y la guerrilla de las Farc, con sistemas de justicia transicional. Lo cierto es que, este tipo de justicia no ha conducido al pago de las nimias sanciones establecidas, y mucho menos a la verdad y la reparación. Al final del día, todas han terminado en lo mismo, “indemnidad generalizada”.

      Se volvió costumbre darles nombres alambicados a los procesos de desmovilización de grupos al margen de la ley. El expresidente Juan Manuel Santos, le asignó el remoquete de una “Paz Estable y Duradera” y el actual presidente, el de “Paz Total”, el primero se ganó el premio Nobel de la Paz y seguramente lo mismo buscará el segundo. Por supuesto, el tema convence a los europeos que desconocen el intríngulis del conflicto colombiano.

       La semana pasada el presidente sancionó la ley 2272/22, por la cual se modifica, adiciona y prorroga la ley 418/97. Norma que define la política de la “Paz Total”. Esta normatividad le otorga facultades al mandatario para realizar todos los actos tendientes a desmovilizar grupos al margen de la ley.

      En el literal c del artículo 2 de la mencionada ley se establecen dos tipos de procesos, el primero, negociaciones con grupos armados organizados al margen de la ley, con los cuales se adelantarán diálogos de carácter político para buscar acuerdos de paz. El segundo, acercamientos y conversaciones con grupos armados organizados o estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto, con el fin de lograr su sometimiento a la justicia y desmantelamiento.

      Según la hermenéutica jurídica, en el primer caso estarían las negociaciones con el Eln, y en el segundo, con los demás grupos criminales, entre ellos el Clan del Golfo y los desmovilizados del anterior proceso de paz, como la “Nueva Marquetalia”. Para los primeros, justicia transicional y para los segundos, sometimiento a la justicia.

      El gobierno presentará en las próximas semanas al congreso, el proyecto de ley que proveerá las directrices para el sometimiento de las estructuras criminales que no tienen origen político. Sería un exabrupto, otorgarles las mismas gabelas jurídicas de la justicia transicional. Intentarán hacerlo, como lo hicieron con el mico de indultar a los condenados de la primera línea.  Una razón más, para estar vigilantes.

       Esperemos que el Eln que no tiene un mando centralizado, como lo tenía las Farc, sino federalizado, se desmovilice en su totalidad. Hay un ala conciliadora dispuesta a un desarme, pero bajo unos parámetros muy diferentes a los de las Farc, y hay otro guerrerista, que no está de acuerdo y no le interesa el proceso. En cuanto someter a la justicia a los criminales de alto impacto no será nada fácil, y lo hemos vivido muchas veces.

      En términos generales, el pueblo colombiano presenciará desmovilizaciones y sometimientos de ciertos grupos criminales, porque otros seguirán delinquiendo y el Estado tendrá que enfrentarlos con todo el rigor.

       No es honesto hablar de una paz total en el corto y mediano plazo, como tampoco es honesto desmantelar la fuerza pública encargada de ejercer el monopolio de la fuerza. La misma norma crea el servicio social para la paz, eliminando el servicio militar obligatorio, como si al desmovilizar a unas bandas criminales corrieran ríos de leche y miel. Por el contrario, los postconflictos suelen ser más intensos en materia de seguridad ciudadana.

       Como siempre el adanismo de Petro de ensillar el caballo antes de comprarlo. Alcanzar la paz en una sociedad en conflicto amerita tiempo, transformación cultural, mejoramiento de la calidad de vida, y muchos recursos económicos.

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