Crear un partido político exige no confundir militancia con fanatismo ni activismo con liderazgo
Crear un partido político es una responsabilidad individual y colectiva, que implica conocimiento y dominio de los conceptos básicos del arte, la ciencia y el quehacer político.
En ese orden de ideas, no se debe confundir militancia con fanatismo. La militancia es un estado mental de adaptación y disponibilidad para trabajar de manera conjunta e integrada alrededor de un proyecto o un programa estratégico.
Tampoco se debe confundir activismo con liderazgo político. Los activistas son personas muy necesarios e imprescindibles en los partidos políticos porque ellos dinamizan e impulsan las tareas tácticas, motivan a la militancia, y mantienen viva la llama de los ideales en el ámbito práctico.
Entre tanto, el liderazgo político es el nivel estratégico en el que las mentes con mayor claridad articulan los procesos, los decantan, trazan las hojas de ruta y orientan los procesos. Si entendemos que un partido político es como un cuerpo humano con cabeza, tronco y extremidades, cada quien sabe en cuál de los sistemas de ese cuerpo se integra mejor a su funcionalidad.
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