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Las fuerzas armadas y el derecho de opinión.

Porque los militares colombianos deben conocer la política.

General Alberto Ruiz Novoa

En mensaje al periódico El Tiempo durante uno de los turbulentos episodios de la política colombiana en plena década de 1960, cuando las pasiones encendían la violencia tripardista entre liberales, conservadores y comunistas,el entonces ministro de Guerra, general Alberto Ruiz Novoa aclaró ante la opinión pública, como se debe entender la política del país, dentro de las Fuerzas Militares de Colombia.

Vale la pena leerlo de principio a fin, comentar y difundir.

Bogotá, agosto 31 de 1964

Señor Director  “El Tiempo

La ciudad.

Señor Director:

Deseo, referirme a los comentarios aparecidos en la prensa, especialmente la de la capital, con objeto del debate surgido alrededor de la “inflación controlada” a que han dado lugar la publicación de los conceptos emitidos por el suscrito en una charla con el señor Darío Bautista, subdirector de “El Espectador”, y uno de nuestros más hábiles e importantes periodistas.

Deseo hacerlo sin ánimo polémico, pero sí con el fin de precisar algunos importantes puntos, que han surgido en la que se ha tornado trascendente discusión, no tanto por su origen, sino por quienes en ella han tomado parte y por las diversas interpretaciones de que ha sido objeto.

La libertad de opinar

Se ha dicho que he recomendado la inflación como política. Creo que el concepto es inexacto, ya que opinar sobre un asunto es muy distinto a recomendar. Pero aún en el caso de que mis puntos de vista pudieran tomarse en este sentido ello no significa que se vayan a ejecutar.

El hecho de que un ministro opine, por ejemplo, que es necesario mejorar nuestro sistema de defensa nacional y que esboce unas propuestas al respecto, no sería, en ningún momento, mirado con extrañeza o acritud por el ministro de guerra o por los militares, sino. por el contrario, como una contribución a la solución de las comunes preocupaciones, aun cuando no estuviéramos de acuerdo con algunas de las medidas propuestas.

En realidad, no hubo tema más discutido que la forma de terminar la violencia, cuando aún no se habían logrado los éxitos que hoy se han alcanzado.

Pero resulta, volviendo al caso de la inflación, que la opinión emitida no lo fue en forma dogmática o absoluta y solo se esbozó como complemento de una posible política monetaria conjunta, integrada con otros factores que aún los más ignorantes en esta materia no desconocemos.

Colombia, país de eufemismos

Pero en realidad el interés alrededor del tema tiene otra explicación y es la existencia de una situación económica que requiere tratamiento urgente; de tal manera que, si de toda la controversia se obtiene como resultado una solución a los problemas, los rayos y centellas que han llovido sobre la cabeza de este humilde servidor habrán sido útiles.

Agregando, además, que la tesis no es nueva y que ha sido propiciada por nacionales y extranjeros, como lo afirma Daría Bautista, sin que antes hubiera causado tanto revuelo.

Lo importante en esto es que no solo se formulen críticas, sino que se propongan soluciones concretas y completas. Que se mire, por ejemplo, no solo hacia las fallas de la estructura del sector público, sino también hacia las del sector privado, etc.

Por último, en lo que a esto se refiere, es importante consignar que esto de la inflación controlada, se ha practicado de tiempo atrás y se sigue practicando por simple necesidad física.

Para citar un solo ejemplo, está la necesidad periódica de emitir cuando el Fondo Nacional del Café se agota y es necesario comprar la cosecha. Estoy completamente de acuerdo en lo que pasa es que el nombre es ominoso, y que es más diplomático hablar de “expansión” o de “ensanche” o utilizar cualquier otro eufemismo, pues, en realidad, la gente no se acostumbra aún a que le hablen claro.

Escándalo infundado

Se ha hecho, además, lo que podríamos llamar un poco de escándalo acerca de una posible falta de coordinación, o de trabajo en equipo, de la política gubernamental, tomando como pie las posibles diferencias de opinión. En mi concepto personal, nada menos cierto en lo que a la existencia de esta situación se refiere y en esto es necesario ser enfático.

Por el contrario, creo que tal vez este es el gobierno que se ha distinguido más por el trabajo en equipo, gracias no solo al estilo de gobierno del señor presidente Valencia, sino a su determinación en este sentido, que ha permitido al gabinete obrar siempre de acuerdo y tomar todas las decisiones con la suficiente ilustración, bajo la insuperable dirección del primer mandatario, quien, desde luego, es quien dice ―como debe ser― la última palabra.

Lo que pasa es que el trabajo en equipo es algo distinto de como parecen concebirlo algunos de los comentaristas. No consiste en recibir solo la opinión de la persona responsable, permaneciendo las demás al margen de la discusión, sino, todo lo contrario.

En trabajo en equipo se procede como en el de Estado Mayor: cada funcionario expresa su opinión respecto a la cuestión general y a la incidencia que ella tiene sobre los asuntos puestos a su cuidado, y una vez que el tema se ha agotado, el jefe toma la decisión correspondiente.

Decisión que debe ser 1tomada por todos los miembros del equipo, quienes deben cooperar a su mejor realización.

Pero digo que se ha hecho un poco de escándalo, porque las diferencias de opinión entre los miembros del gabinete no son nuevas ni aquí ni en ninguna parte del mundo, ya que es lógico que haya discrepancias entre las gentes que piensan.

Lo que sería grave es que una vez tomada una decisión no se acatara por todos. En este sentido es necesario ser enfáticos y declarar que eso no ha sucedido―como también es inexacto que haya diferencias personales entre los miembros del gabinete―, existiendo, por el contrario, el más cordial entendimiento y amistad.

Significado de la no deliberación

Parece que esta extrañeza se debe en parte, por lo menos, al hecho de que quien ha opinado en este caso es el ministro de Guerra; especialmente por la circunstancia de ser un militar en servicio activo. Se dice que el ministro está deliberando y que se está entrometiendo, aun cuando ya el presidente Valencia se pronunció categóricamente sobre el particular. Vale la pena aclarar estos conceptos. En lo que se refiere al concepto de “deliberación” es importante expresar de una vez por todas, que este se refiere a la obediencia que los militares deben a las autoridades legítimamente constituidas en relación con el servicio y que las órdenes deben cumplirse sin discusión.

También se refiere a la deliberación en materia de política partidista, no solo por la prohibición de deliberar consignada en la constitución, sino porque está expresamente vetada en la misma Carta esta intromisión.

Pero la prohibición de deliberar no puede convertir a los militares y a los miembros de las fuerzas de policía en ciudadanos de segunda o tercera clase por el solo hecho de servir las armas de la república, ya que la circunstancia de que sean ilustrados no los hace menos obedientes o valerosos, al decir de un tratadista civil francés.

Y en lo que se refiere a la apoliticidad, ya lo hemos repetido hasta el cansancio: las Fuerzas Armadas no deliberan ni se pronuncian a favor de un partido o grupo. Y lo que es más importante: desean con esta conducta contribuir a la estabilidad política del país, considerándola un bien tan preciado como la paz y sin la cual no será posible el progreso ni el funcionamiento de la democracia.

En consecuencia, los miembros de las Fuerzas Armadas, si a bien lo tienen, pueden opinar libremente sobre ciencia, economía, arte, literatura, etc, sin que esto constituya violación de los preceptos constitucionales.

Querer someter a los militares a la calidad de ciegos, sordos y mudos, al estilo de la célebre alegoría oriental representada por tres simios, es algo que no se le ha ocurrido al constituyente en ningún momento. entre otras razones porque tal disminución sería incompatible con la dignidad del hombre de armas en cualquier país.

¿Temor a la libertad?

Ojalá que esta opinión no vaya a producir otra polvareda, pero creo que es necesario expresarla no solo para evitar que se hayan formulado prejuicios sino para abrirle camino a la necesaria integración de las instituciones armadas y de sus miembros dentro de la sociedad.

Es esta una evolución urgentísima, ya que el aislamiento tradicional de los militares es perjudicial para los altos intereses de la sociedad y de la patria. Es necesario que la sociedad vea a los miembros de las instituciones armadas con el mismo respeto v consideración con que se mira a quienes forman las otras profesiones y que no se alarmen ni se admiren de que los militares opinen, escriban o hablen sobre asuntos de interés social.

Como sucede cuando lo hacen los médicos, ingenieros o sacerdotes, a quienes nadie pretendería limitar al exclusivo campo de sus especialidades.

Con el mayor respeto quiero decir que a nadie se le ocurriría, por ejemplo.  censurar, so pretexto de que no es materia religiosa, a su eminencia, cardenal Concha Córdoba, por haber declarado que

“Ciertamente la pobreza es la causa de las perturbaciones sociales en todas partes” que “aquí queda mucho por hacer” en materia de obtener la igualdad social y que “personalmente he creído, que uno de los medios para que la situación mejore, especialmente en lo que hace a la distribución de la distribución de la riqueza y aumento de ingreso, se conseguirá sobre todo por medio de la re­ forma agraria”. Como tampoco cometerían el irrespeto de expresar que no debe opinar al respecto porque no es “técnico”.

Es necesario respetar el derecho de opinar de los demás, tal como lo consagra la Constitución, y no querer ejercer un monopolio de la opinión, censurando a quienes se atreven a disentir de los depositarios de la sabiduría universal, o intentando limitar ese derecho a los “tecnócratas” o a quienes precisamente tienen interés en influir la opinión en determinado sentido.

Como lo expresé en otra ocasión, estos secretos ya están saliendo del “sancta sanctórum” de los entendidos y alcanzado al grueso vulgo, para que los que a él pertenecemos, podamos echar nuestro cuarto de espadas.

En consecuencia, deseo resumir estas ya largas líneas, así:

Conclusiones

a) No he recomendado la “inflación controlada”. He opinado que ha sido una herramienta que ha ayudado al subdesarrollo, junto con otros factores que la hacen operante. Pero no creo ser el depositario de la sabiduría económica al respecto.

b) El interés suscitado por el tema demuestra su actualidad e importancia y la necesidad de que se esbocen soluciones completas y concretas. Y también la importancia de discutir públicamente los temas económicos, que son vitales para el país.

c) No hay descoordinación ni dispersión en el trabajo gubernamental. Antes, por el contrario, el trabajo en equipo es la norma del gobierno, bajo la insuperable dirección del señor presidente Valencia. Tampoco hay diferencias personales entre los ministros.

El concepto de deliberación se refiere a la obediencia y a la intromisión en la lucha política partidista. El señor presidente Valencia fue, enfático en declarar que el ministro de Guerra podía opinar porque este es un país democrático.

a) Es importante que no se quiera ejercer por quienes están en capacidad de hacerlo, el monopolio de la opinión. Tales intentos son contrarios al funcionamiento de la democracia.

b) Las Fuerzas Armadas desean y propician la estabilidad política como un propósito tan importante como la paz.

c) No deseo polémicas, pero defiendo mi derecho a opinar como también el de los miembros de las Fuerzas Armadas todo sujeto a la constitución, las leyes y los reglamentos. Como ciudadano colombiano espero que se respete este derecho.

Del señor Director, muy atentamente, General Alberto Ruiz Novoa, Ministro de Guerra

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