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Retiro de condecoraciones al general Arias Cabrales es una venganza de Petro

Miércoles 17 de enero de 2024

Colombianos, les habla Luis Alberto Villamarín Pulido

El pasado lunes 15 de los corrientes, obrando como ministro Ad Hoc de Defensa Nacional,  el abogado Néstor Iván Osuna Patiño, firmó y publicó el decreto 0018 de 2023, “por el cual se declara la pérdida del derecho al uso de condecoraciones militares Medalla Servicios Distinguidos en Orden Público por segunda vez; Orden al Mérito Militar Antonio Nariño en el grado de Gran Cruz, Orden al Mérito Naval Almirante padilla en el grado de Gran Oficial y Cruz de la Fuerza Aérea al Mérito Aeronáutico al señor General Jesús Armando Arias Cabrales, excomandante del Ejército Nacional.

Mediante esta espuria decisión oficial rubricada mediante un decreto, ni arrepentido ni desmovilizado con derecho a amnistía pues no aparece el expediente que así lo pruebe, Gustavo Petro, está cobrando venganza personal contra quien lo condenó a purgar una pena por su responsabilidad en acciones criminales contra los colombianos cuando actuaba como terrorista del M-19 en Cundinamarca.

El general Arias Cabrales llegó a ocupar altas posiciones del escalafón militar castrense colombiano, producto de sus ejecutorias profesionales al servicio de la nación. Su hoja de vida es intachable. Su don de mando fue admirado y respetado entre quienes fuimos sus subalternos y amigos en la carrera. Su don de gentes y su probidad como ser humano son ejemplares para cualquier familia cristiana.

En buena hora para Colombia y mala hora para el destino de nuestro general Arias Cabrales, los narcotraficantes del cartel de Medellín y los terroristas del M-19, simbiosis de las peores pestes que han caído contra nuestra patria, optaron por secuestrar la institucionalidad e imponer por medio del terror y la violencia sin par, los credos de los capos de ambas agrupaciones criminales.

La república vivió horas aciagas, y en un dramático momento de espiral de violencia desaforada, nuestros soldados salvaron el destino nacional e impidieron el inminente arrodillamiento del laxo presidente Belisario Betancur, ante los dos carteles de narcotraficantes que coordinaron la aleve incursión contra la sede del máximo tribunal de justicia del país

De ahí en adelante, el general Arias Cabrales ha sido blanco predilecto de la guerra jurídica, sicológica, política, de masas, de organizaciones, en lo cual son expertos comunistas armados y desarmados, en complicidad con funcionarios judiciales y familiares de víctimas o de terroristas muertos en la orgía de sangre que ellos mismos generaron.

Hoy de facto, el general Arias Cabrales es privado de honores merecidísimos, debido a irresponsable acción de un politiquero izquierdista, de pésimo desempeño en la cartera que ocupa como un favor al petrismo no a la justicia colombiana, aparecido de la noche a la mañana en el escenario nacional, sin ningún conocimiento de la realidad de las operaciones militares contra terroristas, pero mandadero de un personaje siniestro, empecinados en meter a la brava el socialismo del siglo XXI.

No es solamente una afrenta contra el general Arias Cabrales, sino contra las Fuerzas Militares y contra Colombia.

En contraste, lo que deberían estar pensando los altos juristas, es como retirar de la inmerecida presidencia a Gustavo Petro, para encarcelarlo por los delitos que cometió como terrorista activo del M-19 y los que al parecer ha cometido después, que a juzgar por las crónicas periodísticas son muchas.

Igualmente deberían ser retirados de todos los cargos públicos actuales, los terroristas del M-19 que ahora desmovilizados, hasta depredan el presupuesto nacional como gestores de paz, y obviamente que quienes integraron esta agrupación criminal, pierdan todos los beneficios jurídicos y sean encarcelados purgando penas efectivas contempladas en la jurisprudencia colombiana.

Inaceptable que Petro siga gobernando con odio, venganza y mentalidad comunista de lucha de clases, sin que en Colombia, a nadie le importe lo que está sucediendo, porque de pronto estamos como la ranita en la olla con agua cuya temperatura crece paulatinamente.

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