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Un año de contradicciones y confusiones

     Por Diego León Caicedo Muñoz

     “La verdad se robustece con la investigación y la dilación; la falsedad, con el apresuramiento y la incertidumbre”, Tácito.

      El año 2021 se caracterizó por ser una anualidad de contradicciones y confusiones en las diferentes esferas del acontecer social, en especial la salud, la economía, la política, la tecnología y el medioambiente. Se referenciaron importantes avances, pero también, se generaron falsas expectativas, mezcladas con verdades a medias y apología al odio en cabeza de líderes sociales, obviamente, con la anuencia de la misma sociedad. 

     En materia de salud, la pandemia del Covid-19 causó preocupación y temor, por su nivel de contagio acelerado, el desconocimiento científico del origen y por ende la forma de combatir el mal. Los expertos manifestaron que, para elaborar un antídoto efectivo, se requería mínimo cinco años, sin embargo, laboratorios americanos, británicos, rusos y chinos, lograron producir la vacuna en tiempo récord.

     A pesar del egoísmo de los países desarrollados para distribuir las vacunas a los estados con menos ingresos, el gobierno nacional logró inmunizar completamente a 28 millones de personas, acto reconocido por la OMS. La pandemia pasó a ser una enfermedad endémica, es decir, nos tocará lidiar con este mal por mucho tiempo, ya vamos en la tercera dosis y quien sabe cuántas más necesitaremos.

       La falta de información científica generó pánico y por ende desconfianza en las vacunas, muchas personas consideraron que estaban experimentando con ellas, otras pensaron que eran estrategias de los poderosos para controlar a la población, en fin, cualquier cantidad de hipótesis generada por la sugestión masiva.

      La ciencia y la tecnología avanzaron ostensiblemente en todas las áreas del conocimiento, contribuyendo al progreso social, sin embargo, la pobreza, la desigualdad social y la destrucción del medioambiente son la antítesis de ese desarrollo monumental.

       La brecha de desigualdad es exageradamente amplia, la riqueza se concentra cada día que pasa en muy pocas personas, los pobres, el rebusque y el trabajo informal se convirtieron en el esquema mayoritario de la sociedad.

      Paradójicamente, en la medida que avanza la tecnología, en esa misma medida se destruye la naturaleza, pero no necesariamente como parámetro imperativo. Sí los científicos utilizaran la creatividad para desarrollar recursos y tecnologías sostenibles, biodegradables y amigables con el medioambiente, la cosa sería a otro precio.

      Causa inmensa preocupación la destrucción del ecosistema a manos del ser humano, especialmente, la de los políticos y su sequito de amigos explotadores, enemigos acérrimos del avance tecnológico responsable con el hábitat natural.

     Otra dicotomía incompresible es que los avances científicos y tecnológicos no conducen de forma automática a comportamientos prudentes y mesurados en materia social, que permitan la edificación de una sociedad más justa y con calidad de vida. Todo lo contrario, la innovación le está proporcionando las herramientas a los politiqueros populistas para manipular y desinformar a la gente.

      El 2021 se catapultó como el año de las falsas noticias difundidas a través de los medios de comunicación y redes sociales. La libertad de expresión, como todo derecho no es absoluto, tiene sus limitaciones, pero los políticos y comunicadores aprovecharon esa garantía para abusar de esta. Las consecuencias de los falsos discursos fueron; el incremento del odio, la polarización, la pobreza y, por ende, un mayor control social.

      Parafraseando a Fabio Echeverry, “la economía va bien, pero el país va mal”, la economía pasó el examen con la mínima puntuación, pero en definitiva pasó y le fue mejor que a los vecinos. Empero, tener una reforma tributaria rechazada por el pueblo y una pandemia amenazante, se reactivaron los sectores comercial, industrial, turístico y de entretenimiento, logrando crecimientos considerables superiores al 30%. Y va mal en el resto de compromisos, particularmente la seguridad, preocupación que no deja dormir tranquilos a los colombianos.

      Por último, nos está pasando cuenta de cobro la exposición exagerada en las redes sociales, trastocando las relaciones interpersonales, hasta el punto de cambiar los amigos por los contactos. La innovación en los medios de comunicación nos acerca cada día más, nos comunicamos en instantes en video llamadas con cualquier persona alrededor del mundo, pero la ambivalencia está en que nos aleja más de nuestros seres queridos, porque nos centramos solo en las pantallas.

     Los mejores deseos para mis lectores en el 2022, exhortándolos a disminuir los patrones de consumo y aumentar los cánones de tolerancia. Feliz año.

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