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Video explicativo del libro Plan Lazo Estrategia para erradicar la violencia tripartidista en Colombia (1962-1965)

Plan Lazo Estrategia para erradicar la violencia tripartidista en Colombia (1962-1965)

     La década de los años 1960 fue convulsa en Colombia y en el mundo. La vida política, social y económica del país cambió con dramática celeridad, producto de vaivenes geopolíticos surgidos del nuevo orden mundial, los constantes avances tecnológicos y el incremento de las tensiones de la guerra fría entre Estados Unidos y la ahora extinta Unión Soviética.

En Colombia se acentuaron odios y pugnacidades ideologizadas sin fundamentos sólidos, tras la aceptación de la “Alianza para el Progreso”, implementada por la administración Kennedy para el continente, como réplica de la reconstrucción de Europa mediante el Plan Marshall.

     Pronto, se multiplicó la violencia tripartidista. Explotando el prolongado y mutuo apasionamiento de liberales contra conservadores, materializado en varias guerras civiles anteriores, rematadas con la reciente violencia tripartidista (1946-1953), el Partido Comunista Colombiano cooptó a favor de su proyecto político totalitario, la siniestra práctica de la combinación de las formas de lucha para la toma del poder.

Ansiosos de imponer el objetivo internacional soviético del totalitarismo marxista-leninista, a comienzos de 1960, los dirigentes comunistas colombianos, visibilizaron el accionar clandestino de las repúblicas independientes en la cordillera andina y la Orinoquía, y argumentaron como refrente de lucha combinada contra el capitalismo y la oligarquía, el triunfo de la revolución cubana, para cumplir el programa subversivo del Kremlin, tendiente a universalizar la dictadura del proletariado.

 Producto de los intentos subversivos y terroristas del Movimiento Obrero Estudiantil Colombiano (MOEC), pronto surgieron las Farc, el Eln, el Epl y luego el M-19, agrupaciones constitutivas de la columna vertebral de violencia narcoterrorista, que aún asecha a Colombia, al comenzar la tercera década del siglo XXI.

     En medio del complejo entorno político-ideológico de los años 1960, el general Alberto Ruiz Novoa ocupó sucesivamente los cargos de comandante del Ejército en 1960 y luego ministro de Guerra en 1962.

Su paso por las dos privilegiadas posiciones del alto mando castrense colombiano, indujo la modernización y profesionalización de las Fuerzas Militares, la claridad conceptual frente a los interminables conflictos armados internos, motivados por parejo en ese momento, por el cinismo y mala fe de los tres directorios políticos de los partidos conservador, liberal y comunista.

     Para el efecto, en las zonas afectadas por la violencia tripartidista, la respuesta del Estado alrededor del Plan Lazo, se concentró en oxigenar un enfoque renovador, moderno y concreto, de la misión de las Fuerzas Militares y de Policía frente a la problemática social del país, evaluada y sugerida desde la década anterior por las misiones Currie, Lefebvre y la Cepal

     La novedosa visión estratégica propendió por la pacificación del país, por medio del Plan Lazo, refrendado con la baja en combate de legendarios bandoleros, que, financiados e instigados por los dirigentes nacionales y locales de los tres partidos mencionados, asolaban a Colombia, escudados en la protección de sus irresponsables padrinos, y que para la opinión pública, eran reconocidos por pintorescos remoquetes, tales como Chispas, Desquite, Sangrenegra, Tarzán, Veneno, Resplandor, Alma negra, Mariachi, Tirofijo, Puente Roto, Zarpazo, el Zarco, etc.

Para erradicar las cuadrillas de delincuentes y consolidar las áreas afectadas por la “segunda violencia” (1958-1965), el Plan Lazo combinó labores de inteligencia militar con operaciones sorpresivas de grupos de localización de bandoleros, complementadas por ingentes dosis de acción cívico-militar y tareas de integración de la comunidad.

Al mismo tiempo, se invitaba a los campesinos a no apoyar a los forajidos, y se conminaba a los bandoleros a desmovilizarse.

     El consejo de ministros y el Congreso de la República aprobaron el Plan ”Lazo”, como un componente cívico-militar que comprometía a todo el Estado, no solamente al estamento castrense, diseñado para involucrar a las Fuerzas Armadas en proyectos específicos, con recursos propios del presupuesto nacional y del programa Alianza para el Progreso implementado por el gobierno de Estados Unidos para todo Latinoamérica.

     Con muchas expectativas y esperanzas para regiones asoladas por la violencia tripartidista, el Plan Lazo inició en septiembre de 1962, con una operación combinada de antiviolencia, liderada por la Octava Brigada del Ejército, en límites de los departamentos del Valle y Caldas el que más tarde cedió territorios para crear los departamentos de Quindío y Risaralda.

Fue un programa de acción cívica para suministrar servicios sociales permanentes o semipermanentes, coordinados por un ente interinstitucional denominado el Consejo de Acción Cívica, responsable de determinar proyectos de desarrollo comunitario, que las agencias civiles del Estado o la empresa privada no pudieran o no quisieran acometer.

     En tales casos, los proyectos se asignarían a las Fuerzas Armadas, las cuales lo realizarían y administrarían con todas las formalidades de ley.

     En contraste con su altruista contenido y claridad conceptual, debido a la corrupción, la politiquería y las ambiciones individualistas de élites ávidas de poder, el Plan Lazo decayó por mala conducción de la dirigencia civil, celosa de que los militares tuvieran más preminencia que los jefes políticos tradicionales.

De remate, la fatídica muerte de Kennedy y la guerra del Vietnam, cambiaron el foco de los objetivos de la Casa Blanca en el hemisferio.

Así, se perdió la oportunidad para aplicar sostenidamente las nuevas medidas pacificadoras integrales, propuestas por el ministerio de Guerra, las cuales incluían asistencia socioeconómica, con programas mixtos de seguridad y desarrollo nacionales, que habrían cambiado exitosamente la industria agropecuaria y enrumbado a Colombia a escenarios favorables en otros campos del crecimiento armónico de la nación.

Sin duda, esta es una de las razones, para que seis décadas después, la violencia perviva en diversas regiones del país.

Les habló Luis Alberto Villamarín Pulido, autor del libro Operación Lazo, Estrategia para erradicar la violencia tripartidista en Colombia (1962-1965)

One thought on “Video explicativo del libro Plan Lazo Estrategia para erradicar la violencia tripartidista en Colombia (1962-1965)

  • POLÍTICOS INEPTOS.
    El señor General Luis Alberto Ruiz Novoa fue uno de los innovadores de la guerra contra insurgente contra los grupos armados adoctrinados por el Partido Comunista en Colombia para la década de 1960.

    Su teoría consistía en que el conflicto interno se había creado por la incompetencia de los líderes sociales y la mala orientación de los partidos políticos, quiénes se enfrentaban más por el interés de hacerse al poder por intereses facciosos que por aportar soluciones a las necesidades del pueblo.

    Por esa razón la solución primordial para alcanzar la paz y la armonía interna, no era por la vía de solo la confrontación militar sino por el camino de un buen gobierno.
    Para lograr ese objetivo propuso una Línea de Ayuda en Zonas de Operaciones militares que denominó “Plan LAZO”, en contracción.

    De tal manera que el esfuerzo militar que combate la insurgencia tenía que terminar en verdaderas soluciones sociales. Primordialmente vías de comunicación, salud, alimentacion y educación para elevar el nivel en calidad de vida y el bienestar que refujera el descontento público.

    Pero como esa intencion pacifista y social l del desempeño militar fue malinterpretada por el presidente Guillermo León Valencia, considerandola como una intromisión en asuntos políticos, el general fue destituido de su cargo y el Plan LAZO perdió vigencia. Pero el conflicto se prolongó.
    Iván González

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