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Retorno de Siria a la Liga Árabe, otro revés geopolítico para la política exterior estadounidense

No cabe la menor duda de que está en desarrollo un giro gradual, en la enigmática estructura geopolítica, religiosa, comercial y de seguridad internacional que ha marcado la vida del mundo árabe durante la postguerra.

    A la reciente reapertura de contactos del más alto nivel entre Arabia Saudita e Irán, con el concurso de China y sin el visto bueno de la Casa Blanca, se suma el impactante hecho de que el gobierno de Siria está listo para un regreso triunfal la próxima cumbre de la Liga Árabe el 19 de mayo de 2023, con una delegación encabezada por el dictador Bashar al-Assad, pese a estar acusado de cometer crímenes de guerra contra su propio pueblo.

    El drástico cambio de tercio ya es un hecho, porque el domingo 7 de mayo de 2023, las naciones árabes acordaron permitir que Siria se reincorpore a la Liga Árabe. Este es un paso crucial para levantar el ostracismo internacional del régimen tiránico de Damasco, más de una década después de que Siria fuera suspendida del grupo, por el uso despiadado de la violencia y el terror contra los sirios, en especial contra los opositores a la dictadura de Al Assad.

    Cuando Siria fue expulsada de la liga de 22 miembros en noviembre de 2011, meses después de que comenzara el levantamiento colectivo en varios países musulmanes, conocido como la Primavera Árabe, la medida fue vista como una condena clave contra un gobierno represivo y criminal, que bombardeó, gaseó y torturó a manifestantes y a otros opositores, en medio de un conflicto social que desencadenó una prolongada guerra civil.

     No obstante desde inicios de 2023, la región está normalizando las relaciones con Damasco, debido a que hace carrera la idea de que por apoyar la política exterior estadounidense en la región, los países árabes ganan poco aislando de Siria.

     En ese sentido, argumentan los defensores del compromiso, que negarse a tratar con Siria significa ignorar la realidad de que prácticamente el régimen dictatorial de Damasco, ha ganado la guerra.

     La reincorporación de Siria a la cada día más importante en términos geopolíticos, Liga Árabe, podría desbloquear miles de millones de dólares que están congelados, los cuales serían adecuados para encarar proyectos de reconstrucción y otras inversiones, que recuperarían su tambaleante economía, apuntalando aún más a Bashar al-Assad en el poder.

     En el terreno de los acontecimientos, no han cambiado las circunstancias que llevaron a la suspensión de Siria de la Liga Árabe; pues el derramamiento de sangre ha aumentado en la prolongada guerra civil, que ha consumido al país durante los últimos 12 años, dejando a al-Assad en el poder en Damasco, pero a su gobierno como el de un estado paria, frente a casi toda la comunidad internacional.

    Miles de sirios han muerto desde que estalló la guerra civil, y más de 14 millones de personas han huido de sus hogares siendo desplazados hacia otras partes dentro de Siria, países vecinos o hacia Europa y Estados Unidos, según estimaciones de la oficina de Refugiados de las Naciones Unidas.

     Sin duda con esta medida que podría estar siendo instigada por China y Rusia, los estados árabes han instaurado su propia realpolitik y diseñado agendas diplomáticas al estilo de los autócratas de Pekín y Moscú.

Al restaurar la membresía del régimen sirio en la Liga Árabe, los estados miembros desconocen a miles de víctimas de los crímenes de guerra del régimen de Bashar al Assad y dan luz verde a Assad, para que siga cometiendo impunemente crímenes de lesa humanidad”.

La repugnancia por las crueles acciones de al-Assad, sumada a la incesante presión de Estados Unidos, tenía a la mayoría de los vecinos árabes de Siria, reacios a comprometerse con el gobierno de Bashar al Assad durante la última década. Inclusive algunos de ellos, apoyaron abiertamente a la oposición, y otros eran reacios a aceptarlo o tratarlo.

Sin embargo, el cálculo regional ha cambiado. Debido que el gobierno sirio en Damasco ha quitado de la mayor parte del país a las fuerzas de la oposición, resulta obvio que al-Assad llegó para quedarse.

     El Líbano y Jordania, han estado ansiosos por trabajar con Siria en el retorno de refugiados que huyeron allí, mientras que otros países, esperan cooperar en los esfuerzos para detener el comercio de Captagon, una droga ilegal y adictiva, que en contubernio con la inteligencia rusa y las mafias rusas, el gobierno sirio ha producido y vendido, a medida que las sanciones económicas internacionales asedian al régimen de Damasco.

    Por su parte, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, reconocidos como los principales agentes de poder geopolítico del Medio Oriente, también buscaban un nuevo enfoque para tratar con Irán, estado teocrático chiita que ejerce gran influencia en Siria, debido a que envía combatientes y otras ayudas que han permitido a Bashar al-Assad a aferrarse al poder.

     Probablemente las monarquías del Golfo dedujeron que el aislamiento regional llevó a Siria a la esfera geopolítica de Irán, por lo tanto, ahora esperan alejar a –Bashar al Assad de los ayatolás de Teherán, comprometiéndose con Damasco en la reconstrucción siria.

     Una señal de alerta temprana acerca de hacia dónde se dirigían las tendencias geopolíticas de la nueva dinámica regional, surgió en 2018 cuando los Emiratos Árabes Unidos normalizaron las relaciones con Damasco.

     No obstante, el lento proceso para restablecer relaciones diplomáticas y económicas con el régimen de Bashar al-Assad cobró impulso en los últimos meses de 2022 y primeros de 2023, especialmente después de que el terremoto ocurrido en febrero de 2023, mató más de 8.000 personas en el norte de Siria.

     Pronto se abrieron las puertas para que los países árabes se acercaran a Siria. Aviones cargados de ayuda de los hermanos árabes aterrizaron en las áreas afectadas por el terremoto. Egipto envió a su ministro de Relaciones Exteriores a reunirse con al-Assad en Damasco. A mediados de abril de 2023, Túnez restableció las relaciones diplomáticas con Siria y Arabia Saudita recibió en Jeddah al ministro de Relaciones Exteriores de Siria, para discutir el restablecimiento de los lazos diplomáticos, comerciales y culturales.

     Después de años de distanciamiento, la nueva relación entre Arabia Saudita y Siria se ha movido rápidamente durante los últimos meses, ya que ejerciendo su influencia regional, Arabia Saudita impulsó a otros países árabes hacia la normalización de relaciones con Damasco.

     La decisión conjunta árabe para dar la bienvenida a Siria de nuevo a la Liga Árabe, se produjo a pesar de las objeciones de Estados Unidos, cuyo gobierno impuso fuertes sanciones a Siria después de que comenzó la guerra civil y no ha mostrado ninguna intención a levantarlas, con la esperanza de aislar al régimen de Al Assad por la brutalidad de su gobierno.

     Pero los esfuerzos estadounidenses por sacar a al-Assad y reemplazarlo por un gobierno democrático e inclusivo, no han llegado a ninguna parte, mientras que China y Rusia avanzan progresivamente a influir en una región que les es cercana geoestratégicamente.

     Al concluir que no pueden impedir que los aliados árabes restablezcan los lazos, los funcionarios estadounidenses los instaron a exigir un precio a al-Assad, a cambio, de garantizar el regreso seguro de los refugiados sirios, tomar medidas enérgicas contra el comercio de Captagon o reducir el poder de Irán, materializado en la presencia militar en Siria.

     En consecuencia, el secretario general adjunto de la Liga Árabe, Hossam Zaki, aseguró que la liga constituyó un comité para debatir tales condiciones, hecha la salvedad que renovar la membresía de Siria es una realidad.

     Algunos de los países miembros de la Liga Árabe no han restablecido aun formalmente las relaciones diplomáticas con Siria y podrían poner más condiciones para hacerlo. En esta categoría se incluye a Egipto, que por su cercanía con Washington que lo ayudó a subir al poder tras el golpe de Estado contra los Hermanos Musulmanes, se muestra más reacio a abrazar a Bashar al-Assad que sus aliados del Golfo Pérsico.

     Pero, desde una óptica más pragmática de la nueva realpolitik regional, readmitir a Siria en la Liga Árabe es una poderosa declaración geopolítica, que prepara el escenario para que los miembros individuales restablezcan los lazos y se alejen más de la influencia de la Casa Blanca.

     En síntesis, con esta nueva aunque no sorpresiva maniobra diplomática regional del entorno árabe, sin duda Estados Unidos perdió una batalla geopolítica, por lo tanto, debe redoblar esfuerzos estratégicos para recuperar a esos antiguos aliados, otrora incondicionales, en un momento en que la seguridad del mundo pende de un hilo, y Washington necesita muchos aliados en todos los puntos álgidos de la seguridad mundial.

    Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

     Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

     www.luisvillamarin.com

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