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Colombia vs Colombia

    Por Lola Portela

    Así se sintieron las manifestaciones del 27 de septiembre, a favor de las reformas de Gustavo Petro, quien con su aptitud; junto a los miembros del Pacto Histórico, promueven al país hacia una mayor polarización.

    La minga indígena, organizaciones sindicales y defensores del Gobierno marcharon en diferentes puntos del país para apoyar unas reformas. Como si ignoraran que antes deben ser discutidas por el resto de los colombianos, y aprobadas en el Congreso Nacional, aunque sean impulsadas por el presidente del país, pues esos cambios afectan a la nación entera.

    La idea de demostrar, forzadamente, el apoyo de la Colombia profunda, lo sentimos muchos colombianos como una manipulación, a la necesidad misma, de esos habitantes.

    Y aunque el presidente Gustavo Petro le mermó, esta vez, a su acostumbrado “discurso de odio” e invitó a un Acuerdo Nacional, que contemplaría tres puntos: la verdad, la tierra y, por último, la educación, para algunos, ya no hay crédito en esas palabras.

     Además, muchos de los “invitados” regresaron a los diferentes territorios donde habitan muy tristes, descontentos e inconformes. Saben que los utilizaron para “hacer bulto”. Por eso algunos de ellos, no esperaron el concierto, como cierre del show. Y retornaron temprano a sus lugares de estadía en la ciudad. Así desde el 28 de septiembre empezaron a ser trasladados a sus poblaciones indígenas o afrodescendientes. Los que salieron de La Guajira se enfermaron, y armaron la bronca, públicamente, porque no les habían organizado el pago transporte de regreso.

    Fue extraño ver cómo los manifestantes se fueron dispersando, poco a poco, de la Plaza de Bolívar. Al final, sólo unos cuantos se quedaron como espectadores del concierto, criticado por los enorme costo financieros y el gran montaje, pero que por lo visto fue un fracaso.

    Todo hay que decirlo, las marchas esta vez, se llevaron a cabo de manera pacífica. Las manifestaciones transcurrieron con normalidad y el sistema de TransMilenio en la capital operó sin problemas.

    La Secretaría de Gobierno informó que 32.000 personas se aglomeraron en la Plaza de Bolívar de Bogotá, para escuchar y apoyar al Gobierno Petro y sus reformas.

    El movimiento promovido por el gobierno fue a nivel nacional. La Defensoría del Pueblo informó que en Manizales (Caldas) marcharon cerca de 500 personas; en Buenaventura (Valle del Cauca), 600; y en Barrancabermeja (Santander), 100.

    Esta fue marcha, por un lado prepagada, con gastos “todo incluído” y, en otros casos, obligatoria, para los funcionarios públicos.

    Es calificada por eso como una manifestación no espontánea, sino convocada y promovida, inclusive a través de entidades y medios publicitarios del mismo Estado, y esos detalles no permiten medir la opinión real del pueblo colombiano.

    En cambio, dice mucho el inconformismo expresado en las marchas anteriores, donde es el pueblo que, sin tarimas costosas, sin tamales, asados, refrigerios, ni medios de transporte y alojamientos regalados, han salido a exigirle al Gobierno.

     Y es que en las marchas de la “Colombia mayoritaria”, no hay cientos de millones de nuestros impuestos gastados.

     Allí, en esas calles, armados con la bandera tricolor colombiana, sólo hemos visto el amor inmenso y muy genuino por Colombia.

    Desde el gobierno Petro, en las marchas se ha notado a una Colombia Vs Colombia. Donde se le ha demostrado, en la calle, a Gustavo Petro     que la enorme mayoría del pueblo no está con éste Gobierno, porque no se ven acciones a favor realmente del pueblo que vive en la miseria, que necesita ser protegido y gobernado con soluciones.

    No se trata de clases sociales, de blanquitos ricos, como nos bautizó Petro a la mayoría. Somos todos colombianos. Ciudadanos que con dignidad reclamamos frente a la muerte, por desnutrición, de 50 niños Wayuu.

    Protestamos también cansados del secuestro, de las invasiones ilegales, pues si alguien tiene una tierra produciendo, es porque le ha costado sudor y callos lograrlo, y eso es progreso para la patria, estabilidad para los campesinos que trabajan honestamente la tierra. Ellos también hacen parte de esa Colombia enojada por la inseguridad, mientras desde el gobierno se dan garantías al delincuente, en medio de falsos procesos de paz.

     Es esa misma Colombia que duda de la legitimidad de un gobierno salpicado por los escándalos, por supuestos vínculos con el narcotráfico.

      Y no es que, como dice el dicho: “Si el río suena, piedras trae”, pues ese es un tema no de ahora. Ya que el ruido se dio en plena campaña presidencial, cuando se habló del Pacto de la Picota, luego de los narcocasetes, después Armando Benedetti, lo pone en agenda a través de sus peleas con Laura Sarabia. Sumado a eso, ver cómo el presidente nombra a la señora Sarabia, horas antes de estar obligada a dar indagatoria, para protegerla. Y ni qué decir de los escándalos, con evidencias, reales en la Costa Caribe, con Nicolás Petro, y los últimos en Casanare. En la mayoría de los casos, hasta “usaron” a esos personajes, y una vez logrado el objetivo, salieron a desmentir, lo que es innegable, porque hay audios, videos, etc. Como si el pueblo fuera idiota.

    Ese pueblo mayoritario no le debe nada al Gobierno Petro y por eso lo critica ¡sin hipocresía! y de frente.

    Y aunque no lo veamos, la comunidad y los organismos internacionales, también le tienen “el ojo puesto” a Colombia, precisamente por el narcotráfico.

     Por todo lo anterior, las “marchas de las mayorías” tienen una mezcla de patriotismo e indignación, y aunque han intentado adueñarse de ellas, políticamente, las calles de Colombia, hoy les pertenecen a ese inconformismo. Un territorio donde Gustavo Petro, tampoco es el rey.

     Allí, en ese cemento, con sol o lluvia, esa Colombia ardida, cansada de tanta mentira y corrupción ha gritado: “¡Amamos a los militares!”, “¡Defendemos la democracia!”, “¡Apoyamos al Fiscal!”, “Adelante Barbosa”, “Abajo las Reformas”,”Fuera Petro”, “No más Petro”. Arengas cuya respuesta, a cada frase, con firme voz es: “¡Somos la mayoría!”

     Esa es la proclamación de un pueblo enfrentado, ya que lastimosamente hoy somos Colombia vs Colombia.

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