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Comentarios a la crónica Carta del narcoterrorista Iván Vargas a Iván Márquez

     Por Iván González.
      Los Estados Unidos son contradictorios en el asunto del narcotráfico. Desean que se acabe pero lo financian comprando los narcóticos.
      Nos piden combatir la producción por la fuerza de la imposición armada pero no combaten el consumo por la fuerza de la convicción educativa.

     Ponen la solución traumática por fuera de su país teniendo la oportunidad de solución cordial dentro de su propia nación.
      No gustan de las balaceras dentro de sus escuelas pero no impiden el porte de armas ni el alimento narcótico que enloquecen las mentes.

      La lección de Viet Nam fue olvidada. Ignoran que las tropas que erradican ya piensan que es una guerra ajena y no vale la pena. Además es una lucha muy desagradecida con ellos. Por eso hacen solo lo mínimo necesario para guardar las apariencias aún sabiendo que pueden hacer más.
     Es su forma de balancear su inconformidad, por ser obligados por la fuerza a hacer lo que por convicción no quieren hacer.

     Saben que quienes les destruyen los cultivos son sus compatriotas pobres que producen por física necesidad de supervivencia.
      El consumidor del ilícito no le ofrece ninguna otra oportunidad de salvación. Pues han sido víctima de gran agresión durante muchos años resibiendo precios injustos por los productos lícitos.
     Los narcóticos ya son su alternativa de reducir la brecha de la desigualdad de un viejo abuso comercial.

      Que mientras compren en cualquier parte se producirá. Por eso tienen que aprovechar la oportunidad. Y cuando se deteriore el negocio deben estar listos para la sustitución.

      Es principio universal que ningún gobierno es capaz de impedir a su pueblo dejar de comprar lo que ese pueblo decididamente quiere consumir.
Que el conflicto es adentro de los países donde están los alocados consumidores y los ilusos abstencionistas. No por fuera de su casa entre cultivadores y erradicadores.

      Los países productores no fueron ni son el origen ni los causantes de la adicción sino la consecuencia. Por ello son las víctimas de una grotesca costumbre extranjera y no los victimarios.

      Que fue en el exterior donde se convirtió en moda y se promocionó comercialmente por obsesión capitalista. Los productores sin difusión y publicidad no habrían tenido éxito en el negocio.

     Los consumidores son realmente los propietarios de la cadena comercial Y por ello dueños de los cultivos hasta el consumidor final. Que se basa en el principio capitalista de la libre empresa y la iniciativa privada.

      Que en Colombia hay terrorismo porque el consumidor lo financia comprando cocaína, vendiéndo las armas y exigiendo que destruyamos el origen de su materia prima
Que no hay corresponsabilidad del lado del consumidor. Por eso no lo certificamos como aliado leal y confiable en combatir los narcóticos.

      Los narcóticos son un magnífico negocio comercial creado por el consumidor, que es parte importante del PIB de nuestros países. De nuestro desarrollo con el cual financiamos mucho progreso, que ya no se detendrá así sea ilegal. Pero que nos favorecería, bastante más, si es legal.
     Que en tal caso es el equilibrio entre la oferta y la demanda quién modera la producción y por ello limita la disponibilidad al consumidor.

     La adicción no se acabará totalmente. Sólo se puede dosificar, pero no por la vía de la guerra armada sino la comercial.
Como se han gobernado todos los asuntos comerciales en el mundo libre y capitalista y, ahora, hasta en gran parte el comunista.

     El vicio y la guerra hay que reducirlos a sus justas proporciones. Porque es imposible eliminarlos, como sucedió y sucede con el narcótico del alcohol. Los juegos de azar y la prostitución.
Y eso se logra legalizando. Es su convenio allá, entre sus adictos fanáticos y sus puritanos abstencionistas, no acá. Allá lo iniciaron y allá es donde lo acaban.

      Las que parecen pequeñas y pasajeras malas costumbres en los países muy poblados y ricos, nos causan descomunales problemas en los pueblos pequeños y pobres. No somos la causa sino el efecto
       A Dios lo de Dios y al César lo del César.

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