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El preocupante silencio de los buenos

     Por Diego León Caicedo Muñoz

       “La democracia consiste en poner bajo control el poder político”, Karl Popper.

     Hace dos años, una semana después de la muerte de mi padre, empecé a escribir sobre la realidad del país. Siguiendo sus consejos, en el sentido de dejar un legado para la posteridad a través de la escritura, me decidí a reflejar mi experiencia profesional de 25 años en la Policía Nacional, 12 años como docente universitario, unos cuantos años como abogado litigante y otros como asesor en cargos públicos en el sector central.

      No fue una vocación tardía, hace muchos años lo venía haciendo para mis actividades laborales y académicas, ahora lo hago con mucho agrado para quienes estén interesados en implementar la democracia y fortalecer las instituciones del Estado. También me motivó a escribir la alarmante situación de nuestro país en materia política, económica y cultural, con el inminente peligro en que se encuentran los derechos y libertades de los colombianos.

      Inicié este recorrido con dos escritos titulados; “la ley del cuarto de hora” y “la ley del vivo”, en los cuales reflejé el origen de la corrupción y la deshonestidad en el país. Hemos hablado de la problemática general y social a nivel nacional e internacional, pero también he descrito los mecanismos de participación ciudadana constitucionales para mantener la democracia y ejercer control sobre quienes detentan el poder. Hice énfasis en varios artículos sobre el voto en blanco para castigar a la política tradicional y a los corruptos. Desafortunadamente en un país con una nimia educación en principios y valores democráticos es muy complexo hacer entender a las personas los peligros del populismo y la polarización política.

      En su debido momento advertí sobre los riesgos para la democracia si llegaba a la presidencia Gustavo Petro, paradójicamente, la misma democracia permitió la llegada a la Casa de Nariño de este candidato. Ahora en el poder con tan solo 45 días ha dejado ver con sus propuestas de reforma a la constitución y proyectos de ley, la imposición de un sistema ideológico autoritario.

       El dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, perseguido y acosado por Hitler, manifestó en su momento una sentencia que nos cae como anillo al dedo:

      “Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero, tampoco me importó. Mas tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde”.

      Muchos colombianos entienden lo que el presidente está implementando en Colombia, otros con una quimera esperanza esperan con incertidumbre lo que pueda pasar. Un sinnúmero de estos, hace parte de los nueve millones de pusilánimes que no ejercieron el voto, y su apatía social nos está pasando factura hoy.

      La frase de Martín Luther King, “no me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”. La hemos leído muchas veces, y hoy junto con el sentimiento compungido de Bertolt, describen los momentos aciagos que vivimos.

       Es increíble y preocupante que los buenos que son muchos más, estén anestesiados con lo que el presidente y su sequito están proponiendo para cambiar nuestra constitución en contra de los derechos y libertades. Claro, no se inmutan porque aún no han tocado sus salarios, sus pensiones, sus propiedades, sus derechos y libertades. Cuando nos empiecen a quitar lo que con tanto sacrifico hemos logrado durante muchos años, ya será demasiado tarde para cambiar el rumbo de esta muerte anunciada. 

       Los colombianos en ningún momento decidimos cambiar nuestro sistema democrático. El presidente Petro fue elegido para desempeñar la tarea de administrar el erario de la mejor manera, presentar propuestas para implementar la democracia, no para incumplir la constitución y las leyes, reduciendo las instituciones que dan cuerpo a la democracia a un acomodado sistema déspota.

      Mientras tanto, no serán suficientes motivos para que los buenos reaccionen, las siguientes afrentas: una reforma tributaria que afectará a la clase media y pobre, un aumento fiscal para entregárselo a los indolentes, una reforma pensional que entregará pensiones a millones de personas que no han contribuido. La desarticulación de la Fuerza Pública para incorporar delincuentes como colectivos petristas, la invasión y robo de la propiedad privada con la anuencia institucional. Para atizar más el fuego, Colombia no hizo parte de los países que solicitaron la renovación de la misión de investigación de los crímenes perpetrados por la dictadura de maduro ante la ONU.

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