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La guerra, Ucrania, el valor y los narcóticos

     Por Iván González Urán

       Los países más intervenidos por Estados Unidos son donde más se producen o comercializan narcóticos, como Colombia y México. Porque somos acosados tanto por sus compradores y consumidores, que los demandan, como por los norteamericano abstemios exigiendo el combate a la produccion.

      Para que de esa forma la guerra sea acá, por fuera de su territorio, cuando el origen y la solución es de allá. Una culebra que no son capaces de matar por la cabeza porque también son débiles, vulnerables y faltos de valor para tener abstinencia. Cuando el verdadero coraje es el que se tiene con uno mismo. Mucho más que contra o por intermedio de los demas.

     La guerra antinarcóticos es una guerra ajena que, para gualquier colombiano sensato, por ningún motivo tenemos que librar.
      Excepto para aquellos colombianos que se han dejado adoctrinar en la supuesta superioridad norteamericana e inferioridad colombiana. Ante la cual debemos hacer humilladas reverencias por falta de orgullo nacional y complejo de inferioridad. En lugar de orgullo propio y patriotismo.

      Aún ante cualquier amenaza con que pretendan y que con frecuencia suelen hostilmente atemorizarnos. Cual práctica sistemática por vía diplomática que siempre ratifican con agresiones armadas.

       La actual actitud norteamericana en Ucrania recuerda el desconocimiento del Tratado Americano de Asistencia Recíproca, TIAR con los argentinos. Y la aleve amputación de Panamá violando nuestra soberanía. La que ellos mismos, medio siglo antes, se habían comprometido a proteger.

      Ratificando ante el mundo que no son aliados confiables. Razón más que justificada para que desconoscamos y neguemos cualquier obligación en la lucha contra el consumo de narcóticos.
       Que es lo realmente malo. Porque la producción de coca es un magnífico negocio. Mucho más que producir y comercializar Coca Cola. Quien la promocionó mundialmente y se hicieron inmensamente ricos. Mientras a a nosotros no ha generado mucha sangre, sufrimientos y tumbas.

       A cambio de nada, porque eso a ellos no les ha importado. Y las vidas de nuestros soldados y policías han sido inmolaciones inútiles para nosotros.
Por el contrario, para ellos, ha sido otro magnífico negocio. Pues han alimentado y financiado el terrorismo en Colombia comprándoles la coca. Dinero con el cual estos terroristas les compran las armas.

       Habiendo encontrado un buen cliente para sus fábrica de la muerte.
Mercado con el cual recuperan el dinero, gastado en la compra del vicio, para volver a comprar más narcóticos. Una excelente conspiración donde los perjudicados somos solo los colombianos. Pues el daño que pueda producirles el consumo es leve y hasta pueden regenerarse. Mientras que nuestra opción es completamente letal y la vida no tiene nunca oportunidad de recuperarse.

      Por eso es una necesidad de interés nacional la legalización.

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