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La mentira del populismo

Por Diego León Caicedo Múñoz

“Las Sirenas seres terribles que hechizaban con sus cantos a los hombres que lograban acercarse a ellas con sus barcos. Todo aquel que alcanzaba a escuchar este canto nunca volvía a reunirse con sus seres queridos y familia”. La Odisea de Homero.

Quien repite una mentira hasta la saciedad, terminará imponiéndola como “verdad”, esta frase atribuida a Joseph Goebbels, jefe de campaña de Adolf Hitler, personaje siniestro para la llegada del dictador al poder, nos sirve como antesala del tema de hoy, para evidenciar el populismo.
Qué es el populismo?

Me gustó este concepto de la revista Arcadia:

“En términos simples, el populismo es un estilo de acción política que reúne a un líder carismático que abarca el poder de acción, un discurso crítico frente a las élites, un desprecio a las formas y a los partidos tradicionales y un discurso demagógico que promete soluciones fáciles. Busca movilizar un gran segmento de la sociedad que se siente alienado por el manejo del poder, del cual ha sido excluido”.

Esta forma de hacer política se encuentra presente en la derecha teniendo como ideología el nacionalismo y en la izquierda el socialismo basado en los tres conceptos centrales: el pueblo, la elite y la voluntad general.

Las dos son nocivas para una sociedad, pero la democracia se reciente más cuando cambian la constitución a su favor para ser reelegidos eternamente y terminar con la autonomía e independencia de las ramas del poder público para concentrarlas en el ejecutivo.
Según Eduardo Pizarro una de las mayores preocupaciones en relación con los proyectos neopopulistas de izquierda nace del riesgo de la repetición de los errores del pasado, con el consabido y rayado tema de una redistribución de los ingresos y una mejoría del nivel de vida de los estratos más desfavorecidos, pero sin presentar un proyecto de desarrollo que lo haga sostenible a mediano y largo plazo.

Un caso impactante es Venezuela que hoy en medio de la dictadura presenta los peores índices de pobreza del continente.
Las principales características del populismo son: una concepción del pueblo idealizado, una visión de la democracia directa, sin ningún tipo de intermediación entre el pueblo y el poder, una visión e la representación reducida a un hombre, el hombre pueblo, como encamación del poder, una postura nacional extrema y por último el retomo de los discursos emocionales y pasionales por encima de la razón y la argumentación. Pierre Rosanvallon en su obra “el siglo del populismo”.
El populismo lo ongma una persona con capacidades histriónicas de convencer a un pueblo ávido de cambios y acostumbrado a que surjan caudillos que vengan a solucionar sus necesidades básicas, por ende, lo reciben como el salvador, no hay mejor terreno abonado para que el populista presente su sarta de mentiras. En el libro Mentira, la filósofa italiana Franca D’ Agostini analiza este fenómeno desde el concepto de la verdad, presentando al populismo como la manifestación fehaciente de la efectividad de la falacia y el engaño.
Axel Kaiser y GloriaAlvarez en su libro “El engaño populista” se remontan al origen de lo que se ha llamado el socialismo del siglo XXI, el Foro de Sao Paulo celebrado en Brasil en 1990. Aquel encuentro reunió a cuarenta y ocho partidos políticos y organizaciones de izquierdas de la región con el objeto de revivir el comunismo en América Latina y proyectarlo tras el fin de la guerra fría. La búsqueda de este proyecto no es ajena a nuestro país y está representada en el político populista Gustavo Petro, quien utilizó la vieja figura del pan y el circo a través de subsidios a los estratos uno y dos mientras fue alcalde de Bogotá para ganar innumerables votantes con el único fin de llegar a la Presidencia de la República.

Se necesita tener una mente obtusa y maquiavélica para utilizar a la población de esta forma. Lo peor de todo es que muchos ciudadanos se han dejado seducir por el señuelo y están convencidos de la llegada de ese mesías.
Debemos entender que las soluciones a una problemática social no están en las manos de un caudillo y menos en un periodo presidencial. Más que ideologías requerimos procesos solidos que fortalezcan las instituciones democráticas. Si nos dejamos cautivar de los cantos de sirena, estos nos conducirán al despeñadero del cual será muy dificil salir.
Después del ojo afuera, no hay Santa Lucia que valga.

Farsa populista

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