Nuestro propósito superior: Unidos para ser más fuertes.
Artículos de opiniónPublicaciones

Sobre una posible verdadera “Reforma rural Integral”

A propósito de lo propuesto en el “Acuerdo Final de La Habana”

 Por Rosalía Medina de López

Dentro del falaz, extenso y truculento “acuerdo de paz” que tratan de imponerle al país, la primera parte pretende ser una “reforma rural integral” ….Ningún enemigo peor han tenido los habitantes rurales, que los que convirtieron preciosas selvas en cultivos ilícitos, que esterilizaron campos con derrames de petróleo crudo y contaminaron los ríos con mercurio, cianuro e hidrocarburos.”…“Los ingenuos que se extasían con la reforma rural integral del Secretariado no se preguntaron si la implantación de un modelo fracasado en China, Rusia, Vietnam y Europa Oriental, vigente solo en países famélicos como Cuba y Corea del Norte, le conviene a Colombia

Los problemas del campo y de su cada día más escasa población requieren medidas de protección, educación, formación y estímulo a la producción. No se resuelven, entonces, con la adopción de modelos agrarios regresivos y dogmáticos. La reflexión sobre las transformaciones agrarias urgentes, basadas en la justicia social, sin descuidar la tecnología ecológica y agronómica, es urgente, pero no puede seguir el camino erróneo, que condenó a la muerte a millones de campesinos, y al hambre a muchos países.- ”Mitos Agrarios”- Periódico Debate 8-10-2016

Muy ciertas afirmaciones, así como la descripción de las muchas reformas agrarias que en el mundo y en Colombia han sido, la totalidad sin éxito por múltiples razones, aunque casi nunca se menciona lo que en nuestro caso concreto son dos situaciones a señalar sin miedo ni lugar a equivocación, porque han influido en un altísimo porcentaje sobre el fracaso de todo intento de cualquier reforma rural integral:

1) El histórico problema de tenencia de las mejores tierras, constituida en verdaderos latifundios improductivos de propiedad de los también dueños del poder y de la  política, que por supuesto influyen en las decisiones legislativas y gubernamentales  y  

2)  La equivocada educación rural  denominada “Revolución Verde” de los años 1970-1980,  terribles 35 a 45 años de malas prácticas agropecuarias basadas en el uso de agroquímicos y el abandono de las bondadosas prácticas naturales, ahora denominadas y promocionadas con bombos y platillos como “Agricultura Natural Orgánica”.

Desde mediados del siglo XX “la Ciencia”, después de terminada la 2ª guerra mundial, y ante la imperiosa necesidad de transformar la importante industria de productos y servicios para esa locura humana, se difundió como paradigma de alta productividad la Agricultura Química y Extensiva, apropiada para países con climas de estaciones y de muy diferentes topografías.

En nuestro caso, desde luego sin mayor investigación por la eterna excusa de falta de recursos, las Universidades formaron en esa creencia a los Profesionales de la Agronomía que a su vez “enseñaron” a los agricultores a usar productos cuya toxicidad no conocían y menos los funestos efectos de los monocultivos en los terrenos tropicales.  

Muy rápido se murió la vida en los suelos y por tanto también muy rápido se dio el desastre en el sector rural, la galopante pobreza, la crisis del medio ambiente en todos sus aspectos, la pérdida definitiva de muchos cultivos, los serios problemas de salud de las personas y hasta el  mejor y principal pretexto de nuestra propia  guerra, que aún hoy tenemos, porque quedaron sin empleo miles de agricultores que fueron a las ciudades, a las selvas y a los páramos, de este envidiable país tropical que es Colombia, dueño de inmensos recursos de biodiversidad, de sol y de fuentes hídricas, con posibilidad de producción agropecuaria los 365 días del año, mediante un planificado buen manejo, además de la inmejorable localización geográfica para su salida al mundo entero.

¿Qué ha faltado? Una seria Política Agropecuaria y el descarte total de las muchas entidades del sector de lamentable inoperancia y corrupción administrativa.

También gran equivocación gubernamental fue desde los años 70 creer que “la Industria” daría trabajo abundante a los desempleados del sector rural, porque la muy poca industria existente en un país, de eminente vocación e inmensas posibilidades agropecuarias, emplea personas no calificadas solo temporalmente y en un muy bajo porcentaje por lo que el resultado del angustioso desplazamiento del sector rural en busca de mejores oportunidades, fue la generación de inmensos cinturones de pobreza circundando las ciudades.

La esperanza de empleos en la “Industria de la Construcción de Vivienda” fue otra ilusión sin verdadero fundamento en una actividad de comportamiento cíclico, ocasionada por diversas razones, pero sobre todo por el desastroso efecto que ocasionó la financiación a través de Bancos transformados en Corporaciones de Ahorro y Vivienda, que sin el debido estricto control estatal manejaron, un modelo elaborado y recomendado por Comisión extranjera, el Sistema UPAC ( así llamado por el concepto financiero de una Unidad de Poder Adquisitivo Constante) creado tal vez con el buen espíritu de fomentar simultáneamente las dos actividades, el ahorro y la adquisición de vivienda, pero que el sector financiero colombiano lo transformó en “su negocio” sujeto a las  casi siempre ascendentes tasas de interés de los créditos al constructor con la famosa y contradictoria “Corrección Monetaria” y al Comprador amarrando la subrogación de sus préstamos a la entonces también siempre ascendente tasa de los depósitos a término fijo – DTF y no a la real tasa de inflación como se había establecido inicialmente. Es de todos conocida la hecatombe que esto ocasionó para todas las personas involucradas en esas transacciones y por supuesto para los desplazados  del sector rural esperanzados en mejores oportunidades en la tal “Industria de la Construcción de Vivienda”.

En el Acuerdo Final de la Habana, ni “los plenipotenciarios” de Santos  ni los de la Farc dijeron cómo darle bienestar y trabajo digno a los millones de desempleados rurales-urbanos que tenemos; eso desde luego no es posible en las ciudades; lo es en las zonas rurales, pero hay que acabar primero con los cultivos para el narco-tráfico, con el terrorismo de todos los grupos fuera de la ley, con el “boleteo” y sobre todo con la agricultura química que solo le da ganancias a las multinacionales productoras de tales insumos y que por supuesto les importa un bledo su nivel de toxicidad, por supuesto si muy restringidos en su país de origen.

Ya existen tecnologías para desarrollar la agricultura natural orgánica que reducen al mínimo  los costos, incrementan la productividad por hectárea de alimentos sanos y económicos  y en muy poco tiempo  crear millones de empleos mediante capacitación no formal, en técnicas agropecuarias orgánicas, en empresariedad rural y sobre todo en valores fundamentales del ser humano.  La  simple repartición de millones de hectáreas recetada en el “Acuerdo final de la Habana” por expropiación, parcelación y desarrollo de agricultura familiar de subsistencia sería un absoluto fracaso ya demostrado en otros países de ideología comunista , pero desde luego es la mejor oportunidad establecida por las Farc-EP, para poner al país  dependiendo de la narco-exportación y  bajo su muy eficiente dirección.

La demanda de alimentos producidos y/o procesados orgánicamente es inmensa y creciente a nivel mundial; la exportación de frutas, verduras, carnes, lácteos, producidos en forma orgánica o paquetes de comidas listos para el consumo procesados en forma orgánica, nos daría miles de empleos más.  Simultáneamente puede desarrollarse en grande el Turismo Ecológico internacional con apropiados  alojamientos y venta adicional  de todo tipo de productos locales.

En pocos años se pueden crear millones de empleos con la reforestación de nuestras cuencas hídricas y una bien planeada industria forestal de exportación de madera y sus productos terminados, una de las principales vocaciones naturales en el país; la casi totalidad de los árboles y los vegetales en general son producto del sol, del aire y del agua en el proceso de fotosíntesis y esos son recursos que tenemos en superabundancia.

De hecho NO son los narco-terroristas los verdaderamente preocupados por el sector rural; desde hace varios “años y gobiernos” un grupo interdisciplinario de investigadores  colombianos ha venido insistiendo sin obtener el  apoyo de una simple Política de Estado para el blindaje contra indebidas manipulaciones administrativas, en un Modelo de Desarrollo eminentemente productivo, con financiación, seguros y mercado definidos, basado fundamentalmente en la capacitación rural para la satisfacción de una enorme demanda mundial de alimentos orgánicos ya cuantificada. 

Producir solo para el consumo interno de supervivencia es absurdo, la clave del éxito agropecuario es la exportación con una indiscutible calidad.

Solo la generación de macro-industria agropecuaria nos puede lograr despegue socio-económico en el corto y mediano plazos y modificar el actual nefasto modelo económico especulativo por uno eminentemente productivo y de apoyo al bienestar  para toda la población colombiana,  en forma directa al sector rural e indirecta a otras industrias y empresas nacionales que en una u otra forma se puedan asociar.

Colombia tiene condiciones geopolíticas envidiables y más nos vale que aprovechemos las oportunidades que nos da la naturaleza, antes que la tentación del dinero y las estrategias de expansión económica e ideológica de nuevos poderosos en el planeta, enfoquen sus planes sobre las posibilidades de nuestros dos importantes litorales en muchos sentidos, turísticos y portuarios, así como sobre la abundancia permanente de climas y fuentes hídricas para una inmensa y permanente producción agropecuaria.

2 thoughts on “Sobre una posible verdadera “Reforma rural Integral”

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies. Puede ver aquí la política de cookies.    Más información
Privacidad