Las poco alentadoras pero muy realistas declaraciones de Jake Sullivan asesor de seguridad nacional de Biden, acerca de la tensa situación generada en Ucrania como consecuencia de la voracidad autocrática y geopolítica de Putin y su séquito, parecieron haber llegado al punto de no retorno, de la fase fina de la invasión aeroterrestre con impredecibles costos de vidas humanas, contra el valeroso pueblo ucraniano

      Pese a haber descartado desplegar tropas para defender Ucrania, el Pentágono, envió el viernes 11 de febrero de 2022, a 3.000 soldados a territorio de Polonia, con la misión de reforzar el personal militar estadounidense que apoya a los aliados de la OTAN.

      Por obvio temor a una invasión inminente que según los organismos de inteligencia de Estados Unidos, que probablemente comenzaría con misiles y ataques aéreos, y continuaría con una invasión terrestre, varios gobiernos instaron a sus ciudadanos a que abandonen Ucrania. Mientras tanto, el presidente Biden habló vía telefónica con gobernantes aliados para analizar la combinación de “diplomacia y disuasión”, frente a la ya evidente agresión rusa.

      Durante unos 80 minutos, en una llamada que inicialmente se suponía que se centraría en la “diplomacia y la disuasión” Biden habló con a Scholz; los primeros ministros Boris Johnson de Gran Bretaña, Mario Draghi de Italia y Justin Trudeau de Canadá; y los presidentes Macron, Andrzej Duda de Polonia, Klaus Iohannis de Rumania, Ursula von der Leyen de la Comisión Europea y Charles Michel del Consejo Europeo; y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

     Simultáneamente, mediante evidente cambio de tono después de tres semanas durante las que los líderes políticos de Ucrania habían minimizado la amenaza de un ataque ruso, el gobierno asentado en la capital Kiev advirtió al mundo entero, que los simulacros de Rusia y los separatistas financiados y respaldados por el Kremlin tienen casi rodeado al país, al mismo tiempo que los puertos ucranianos están bloqueados.

      Inicialmente los funcionarios de inteligencia estadounidense, pensaron que Putin esperaría hasta finales de febrero de 2022 al final de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín para decidir si continua con una ofensiva, con el propósito de evitar antagonismos con el presidente Xi Jinping de China, que en este caso le resulta ser un aliado fundamental.

      Aunque altos funcionarios estadounidenses insisten que aún no estaba claro si Putin h tomado la decisión de invadir, los más recientes reportes de inteligencia, reforzados con más despliegues de tropas rusas sugirieron un cambio de evaluación.

      Inclusive se afirma que Rusia está considerando el miércoles como la posible fecha para el inicio de la acción militar, según varios funcionarios informados sobre el material, pero queda la duda si esa fecha tan concreta, pudiera ser parte de un esfuerzo de desinformación ruso, muy propio de la guerra sicológica derivada de los antiguos manuales soviéticos, de la que Putin es experto.

      El preocupante coctel de movimientos de tropas rusas e informaciones de inteligencia bien evaluadas, desató una oleada de advertencias públicas por parte de Estados Unidos, Países Bajos, Letonia, Gran Bretaña, Japón e inclusive Rusia, a todos sus connacionales, que decidan permanecer en Ucrania. Inclusive, algunos de ellos, comenzaron a evacuar al personal diplomático y consular de las embajadas.

      “No sabemos qué va a pasar exactamente”, dijo Jake Sullivan en una rueda de prensa, enfatizando la necesidad de que de inmediato, los ciudadanos estadounidenses abandonen Ucrania y agregó: “El riesgo ahora es lo suficientemente alto y la amenaza ahora es lo suficientemente inmediata, como para que esto sea lo que exige la prudencia. Si te quedas, estás asumiendo un riesgo sin garantía de que habrá otra oportunidad de irse y sin perspectiva de una evacuación militar estadounidense en caso de una invasión rusa”.

      Desde antes de comienzo de esta crisis, Rusia ha presentado una serie de demandas a Occidente, incluida la reducción de la presencia militar de la OTAN en Europa del Este a los niveles de la década de 1990 y la garantía de que Ucrania nunca podría unirse a la OTAN.

     En esencia, Putin se ha opuesto con vehemencia a que Ucrania, antiguo pilar de la Unión Soviética, se una a la OTAN, una posición que de manera abusiva dejó en claro cuando las fuerzas rusas invadieron la península de Crimea en 2014, y a cambio ofreció coadyuvar al control de armas.

     Es muy claro que a Putin le fascina crear incertidumbre, Para el efecto, ha aprovechado esa táctica, para sacar ventajas estratégicas. Sin duda, pretende ganar la iniciativa y llevar a sus adversarios a una batalla diplomática en su complejo tablero de ajedrez geopolítico.

      Luego de su reciente visita a Washington, en la que él y Biden prometieron estructurar un frente “unido” para clausurar el proyecto de gasoducto Nord Stream 2, en caso de que Rusia invada Ucrania, el canciller alemán, Olaf Scholz, planea visitar muy pronto a la capital de Ucrania, Kiev, y después viajará a Moscú.

      Al mismo tiempo, muy al estilo de las enseñanzas soviéticas que infieren trasladar al adversario, la responsabilidad de todos los problemas, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, aseguró que los planteamientos estadounidenses sobre la eventual guerra, no son sencillamente actos de propaganda, sino que se trata de un ataque de información coordinado contra Moscú, para socavar y desacreditar las “justas demandas de garantías de seguridad de Rusia”, así como para justificar las aspiraciones geopolíticas occidentales, mediante la absorción militar del territorio de Ucrania, porque los anglosajones necesitan la guerra a toda costa.

     En diferentes escenarios, el gobierno estadounidense ha advertido que si Putin ordena una invasión militar contra Ucrania, probablemente morirán entre 25.000 y 50.000 civiles, 5.000 a 25.000 miembros del ejército ucraniano y 3.000 a 10.000 miembros del ejército ruso,  pero eso tampoco parece desalentar a Putin.

      Por su parte, el general Mark A. Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, también habló el viernes 11 de febrero por teléfono, con su homólogo ruso y los jefes de defensa aliados sobre la crisis en Ucrania.

      Las mencionadas conversaciones se produjeron mientras Rusia acumula fuerzas en Bielorrusia, el oriente de Ucrania y Crimea. Entretanto, el gobierno de Ucrania advirtió que los separatistas respaldados por Rusia estaban realizando ejercicios militares en la parte oriental de Ucrania, mientras que Rusia realiza ejercicios de guerra cerca de Ucrania

      Según un comunicado oficial del gobierno ucraniano, los simulacros rusos pusieron a prueba la preparación de los separatistas para efectuar operaciones con fuego real, inclusive de artillería, tanques y vehículos blindados, en desarrollo ejercicios de entrenamiento en el campo.

      Es entendible que tras semanas de esfuerzos para minimizar la amenaza de una invasión, buscando calmar al público, limitar las consecuencias económicas y evitar cualquier cosa que pueda considerarse una provocación por parte de Moscú, cundan preocupaciones aún no exteriorizadas.

      Si hay guerra, Putin ha calculado que culpará al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky por no prepararse para la guerra. Y para coincidir con los ejercicios conjuntos de Rusia y Bielorrusia en el norte de Ucrania, en Bielorrusia, a solo 140 millas de Kiev, el ejército de Ucrania ya comenzó sus propios ejercicios militares a nivel nacional

      Durante las prácticas, las tropas ejercitan la evacuación de heridos del campo de batalla, maniobras con vehículos blindados y actividades de reconocimiento, mientras que los aviones de la Fuerza Aérea de Rusia dispararon contra un objetivo en aire y tierra.

      Hacia el sur de Ucrania, la Armada rusa anunció el jueves 10 febrero de 2022, el cierre de grandes franjas del Mar Negro para realizar durante seis días continuos, ejercicios con fuego real de su flota que bloquearán los puertos ucranianos, incluido el de Odessa.

      Al mismo tiempo, Rusia ha concentrado vehículos blindados y soldados cerca de sus fronteras al noreste de Ucrania y al sur en la península de Crimea, así como en Bielorrusia.

Así mismo, durante la reunión realizada en Moscú el viernes 10 de febrero entre el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, y su homólogo ruso, Sergei K. Shoigu, hubo cordialidad, pero fue aprovechada por parte de Shoigu, para hacer una sombría evaluación de las relaciones entre Rusia y Occidente.

      Después de que Wallace colocó una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido en Moscú, reconociendo las pérdidas de Rusia en la Segunda Guerra Mundial, Shoigu reconoció la importancia de la alianza de los dos países en esa guerra, pero agregó que desafortunadamente, el nivel de la actual cooperación es cercano a cero y está a punto de cruzar el meridiano cero, para llegar a escenarios negativos, y agregó que un canal de conversaciones apoyado por Macron de Francia, tampoco ha logrado avances, para que se haga únicamente lo que propone Rusia.

      Igual que durante la era soviética, la diplomacia rusa guarda los perfiles de la autovictimización, la manipulación de los temas y la agresión verbal permanente, encaminada a que el adversario se sienta culpable de todas las desgracias rusas.

     En síntesis, de manera poco alentadora, los ingentes esfuerzos diplomáticos de mandatarios y ministros de relaciones exteriores, han chocado con una muralla de manipulación dialéctica rusa, y la creciente desazón de los países occidentales, frente a la agresividad y estratagemas puestas por el Kremlin a todo lo que tenga que ver con este problema, por lo tanto, a menos que aparezca un gesto de sensatez, lo más probable hasta ahora es que con llamada o sin llamada de Putin a Biden, habrá invasión rusa a Ucrania, con impredecibles consecuencias para el mundo entero.