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¡No nos quejemos, tenemos el gobierno que merecemos!

     Coronel Homero Herrera Leal

      ¡No nos quejemos más, tenemos el gobierno que merecemos!, unos por acción y la mayoría por omisión.

     La culpa del triunfo de la izquierda legal e ilegal no es de Petro y los miembros de su organización. Y menos de Roy Barreras, ni le critiquemos su guerra sucia en contra del gobierno de Duque y de las campañas de Fico y los demás candidatos; no hablo de Rodolfo Hernández por su insignificancia política y humana.

     No mencionemos a la Esap y a las demás entidades del Estado en las que supuestamente el Honesto Roy ha metido sus manos, ni las altas sumas de dinero en efectivo que le han sido encontradas, ni a las numerosas investigaciones que tiene abiertas y congeladas en la Corte Suprema de Justicia; no le critiquemos su veletismo político ni sus volteretas ideológicas, porque Roy no tiene ideología, es solo un mercenario más en la política colombiana, en la que hay muchos más idénticos, dicho sea de paso y lo más grave es que nosotros los hemos soportado.

     No ataquemos a Benedetti por las sospechas que despierta por los cocinados que aparentemente le son endilgados; mucho menos a Piedad Córdoba por sus presuntos nexos con Alex Saab y la corrupción en Venezuela y tampoco por sus nexos con los cabecillas de las narcoterroristas Farc, pues recordemos que la Corte Suprema de Justicia cesó las investigaciones aduciendo alguna leguleyada para proteger a Teodora y a otros; tampoco mencionemos a Álvaro Prada y sus presuntos asuntillos en el SENA; menos a Guanumen que es el más inocente de todos pues solamente siguió los lineamientos de los cabecillas de la campaña presidencial de Petro, con la anuencia del hoy presidente electo.

     No critiquemos a Gaviria, su voracidad burocrática, clientelista y su mediocridad como presidente de Colombia, la ruina de la economía nacional, el desmadre de la seguridad nacional y especialmente su arrodillamiento ante los mandatos del narcoterrorista Pablo Escobar.

     Tampoco a Samper por sus amistades en Cali y el desastre de su gobierno. Cesemos los ataques y criticas en contra de Santos y su negocio con los criminales de las Farc. Dejemos tranquilos a Uribe por sus incoherencias políticas y a Duque por su falta de pantalones en el manejo de los problemas de seguridad del Estado.

     Mucho menos critiquemos a las FARC por su negocio con Santos y su banda. Tampoco toquemos las Altas Cortes y al Congreso por sus marcados sesgos ideológicos proclives a la izquierda.

      Tampoco al Consejo Nacional Electoral y al Registrador Nacional del Estado Civil, este último por sus reuniones misteriosas con Indra y Petro en España, destapadas por el expresidente Andrés Pastrana, tuteladas y demandadas, pero sin resultados por parte de los elementos de justicia.

     Tampoco merecen ataques y críticas el fiscal general ni la Procuradora General de la Nación por no haber investigado y suspendido al Registrador ante las múltiples denuncias por hechos irregulares antes, durante y después de las elecciones parlamentarias y presidenciales.

     Y ni hablar de los proyectos de ley de los Hp’s (Honorables Parlamentarios) de las FARC hoy convertidos en prohombres según Santos, la JEP y el cura de Roux. Recordemos que los parlamentarios de las Farc presentaron dos proyectos de leyes icónicos y verdaderamente enaltecedores por su coherencia con los principios y filosofía de la organización narcoterrorista y la de sus amigos y aliados como los ya mencionados.

    Uno de ellos es la creación de la Guardia Campesina, al mejor estilo estalinista-castrista que va en el camino de la desarticulación de la actual Fuerza Pública para ser reemplazada por este aborto jurídico sin que se haya producido pronunciamiento alguno de militares o políticos y menos de altos funcionarios del Estado como las cortes, congreso y Jefe del Estado.

     Y el otro es el que rebaja las penas a solamente 20 años por delitos atroces y gravísimos como los homicidios y violaciones a niños y mujeres. ¿Le están haciendo el lobby a sus amigos de las Farc que están delinquiendo en y desde Venezuela? ¿O a sus amigos y socios del Eln y del Clan del Golfo?, pero por favor, no los critiquemos, ellos no tienen la culpa.

      Lo que está sucediendo no es culpa de Petro, su hermano, esposa y sus hijos, Roy, Benedetti, Alfonso Prada, Piedad Córdoba, las Farc y su alter ego Iván Cepeda, Eln, Clan del Golfo, Pacto de la Picota, liberales, conservadores, verdes, cambios radicales, úes, alcaldes comunistas de Bogotá, Medellín y Cali, Luis Fernando Velasco, Alejandro Gaviria, Maduro y los dineros que dice Diosdado que Petro fue a pedir a Venezuela, y todos los demás congresistas, políticos, militares y policías retirados en busca de puestos, contratos y otros negocios.

     Los culpables de la situación del país que está entregando Duque y que seguramente va a acabar de destruir Petro con sus políticas megalómanas, descriteriadas y que no comulgan con los intereses de nosotros, el Constituyente Primario, somos los mismos colombianos que hemos soportado toda clase de abusos mansa y estúpidamente.

     Desde el siglo XX los colombianos tenemos la culpa de haber permitido que López Michelsen protegiera al grupo narcoterrorista Eln y lo enviara a Cuba para su remozamiento y regreso a continuar masacrando colombianos humildes. Los colombianos tenemos la culpa de haber permitido que López Michelsen creara la ventanilla siniestra en el Banco de la República, que, por obra y gracia de las coincidencias, se convirtió en la herramienta de legalización del lavado de activos de la bonanza marimbera.

      Tenemos la culpa de haber permitido a Belisario Betancourt sus afinidades y reuniones amistosas con los carteles de Cali, Medellín, M19 y Farc, y como resultado, los narcoterroristas del M19, grupo al que pertenece el presidente electo Petro, quemaran las instalaciones de la Corte Suprema de Justicia y demás Altas Cortes y masacraran a esos Honorables Magistrados.

      Así mismo tenemos la culpa de haberle permitido a Betancourt acabar con la cátedra de Historia de Colombia en la educación nacional, para ir acomodando la historia según las Farc, M19, Epl Y Eln.

       Tenemos la culpa de haberle permitido a Gaviria y su kínder, de habérsele arrodillado a Pablo Escobar y dejar a Colombia al borde de convertirse en un Estado Fallido. También tenemos la culpa de permitirle acabar con la economía con su apertura salvaje y del apagón eléctrico que casi apaga a Colombia en todos los sentidos.

      Tenemos la culpa de haberle permitido a Samper sus nexos con el Cartel de Cali, el desprestigio de Colombia y los colombianos a nivel mundial y el desastroso gobierno que encabezó y que al igual que su antecesor, colocó a nuestro país a encabezar la lista de los rogue states.

     Tenemos la culpa de haberle permitido a Santos, meternos por la cara a las malas su negocio con los narcoterroristas de las Farc, su ilegítimo fast track y todas las porquerías que nos impuso.

     Tenemos la culpa de haberle permitido a Uribe negociar con Santos sin saber a cambio de qué, el triunfo del plebiscito por el NO.

     Tenemos la culpa de haberle permitido a Duque su mediocridad como jefe del Estado, su tibieza con los terroristas de la Primera Línea y sus secuaces petristas, la minga de indios del Cauca y todos sus amigos de las Farc Y Eln.

     Es culpa nuestra por no haber protestado violentamente por la elección a todas luces irregular de Santos y por el robo del plebiscito.

      Es culpa nuestra por no haberle exigido a Duque que se pusiera los pantalones y reprimiera el intento de golpe de estado que le plantearon Petro, la Primera Línea, los indios del Cauca, los políticos de izquierda, FECODE, y los demás parásitos que viven en nuestro país.

     Es culpa nuestra por no haber estructurado una Asamblea Constituyente para revocar, elegir sus miembros transitoriamente y reformar todos los poderes del Estado como el Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Altas Cortes, Fiscalía General, Procuraduría General, eliminación de la Contraloría General de la Nación, juzgamiento del presidente y otros altos funcionarios por parte de la Corte Suprema de Justicia.

     Es culpa nuestra por continuar votando por los mismos ladrones de los mismos partidos y continuar esperando que esta vez no roben más y legislen a favor nuestro. Es una marcada muestra de mediocridad de los colombianos, que nos consideremos incapaces de crear partidos políticos que atiendan el bienestar del pueblo, antes que el de sus dirigentes, familias y camarillas.

     Es culpa nuestra por no exigirle a los presidentes que deben cumplir con su deber de procurar el bien del Constituyente Primario y no a favor propio, de su familia y amigos y hacerles caer en cuenta que por muy presidentes que sean, son nuestros empleados.

     Por ello, no nos quejemos más. Tenemos el gobierno que merecemos.

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