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¿Regresa la geopolítica internacional a convivir con la visión de la China Comunista de Mao Tse Tung?

Geopolítica de China 

     En 1978, el líder comunista Deng Xiaoping anunció una especie de “Perestroika china”, según la cual, el cerrado régimen de Pekín rompería con el pasado de la dictadura marxista-leninista-maoísta. Después de décadas de purgas políticas, autarquía económica y asfixiante control social bajo la férula totalitaria de Mao Tse Tung, el entonces transformador Deng Xiaoping comenzó a estabilizar la política china, abriendo espacios a la empresa privada con inversión extranjera y con relativas libertades en la vida diaria de sus compatriotas.

     Dicho cambio, diseñado alrededor de un plan estratégico denominado “reforma y apertura”, condujo a políticas pragmáticas que mejoraron las relaciones de China con Occidente, mientras que con disciplina y constancia, sacaron a cientos de millones de chinos de la pobreza.

     A diferencia de Mao Tse Tung y aunque China siguió siendo autoritaria, Deng Xiaoping compartió el poder con otros líderes importantes del partido comunista. Y para exitoso avance del programa estratégico “reforma y apertura”, cuando Deng dejó el cargo, sus sucesores continuaron por la misma senda, que ya iba a completar cinco décadas continuas.

      Durante el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh) en octubre de 2022, el actual líder chino Xi Jinping cortó abruptamente el estilo “democrático” de la era Deng Xiaoping dentro de la vida política china.

      Pero esta situación no fue nada sorpresiva, puesto que en muchos aspectos, la continuidad del programa estratégico “reforma y apertura” estaba en detrimento, desde XIX Congreso del Partido Coumnista Chino (PCCh) en 2017, cuando Xi Jinping proclamó “una nueva era” en la que según su teoría, el partido rectificaría los “desequilibrios” ideológicos, políticos y normativos, provenientes de sus antecesores.

      En ese orden de ideas, fue el 20º Congreso del Partido el que otorgó a Xi Jinping un tercer mandato sin precedentes, como líder único y autocrático que puede prescindir de los funcionarios que estaban a favor del mercado libre, en las complejas estructuras de liderazgo del PCCh.

      Inclusive, Xi Jinping sacó del camino a su propio predecesor, quien en contraste, también le fue muy útil en la formulación de la “nueva era”. Así las cosas, después de casi 44 años de asombrosos cambios hacia el capitalismo y la democracia, la historia universal registrará que fue el 20° congreso del PCCh, el evento político que administró los últimos espacios a la era reformista iniciada por Deng Xiaoping tras la muerte de Mao Tse Tung. En síntesis: El nuevo escenario estatista de Xi Jinping está en plena vigencia y sin aparentes obstáculos a la vista.

      Eso significa que los analistas extranjeros deben dejar de lado los cómodos puntos de vista, que muchos de ellos han usado para analizar China durante las últimas dos generaciones. La mayoría de los países de Occidente, están predispuestos a pensar que cuando los líderes de China hablan en términos ideológicos, no deben tomarlo en serio, o que si lo hacen, la ideología se aplica únicamente a la política interna del partido comunista chino.

      Pero ese ya no es el caso. Bajo la dirección Xi Jinping, la ideología impulsa la política con más frecuencia. Xi Jinping es fiel creyente del marxismo-leninismo. Su ascenso por ahora ilimitado, representa el regreso al escenario mundial del Hombre Ideológico.

      En ese entorno, el marco ideológico marxista-nacionalista impulsa el regreso de Pekín al control del partido sobre la política y la sociedad, con un espacio de contratación para la disidencia privada y las libertades individuales y colectivas. También impulsa el enfoque estatista renacido de Pekín para la gestión económica y sus políticas exteriores y de seguridad, cada vez más asertivas destinadas a cambiar el hasta ahora vigente statu quo internacional.

      Xi Jinping ha utilizado el “informe de trabajo” del 20º Congreso del Partido ―un discurso que pronuncia el máximo líder del PCCh en cada congreso y describe las reglas ideológicas y políticas del camino para los siguientes cinco años― para demostrar a los chinos y al mundo, que ahora China tiene una visión integrada nacional e internacional de lo que él denomina “modernización al estilo chino”.

      Dicha visión, exige desvincular la modernidad económica de las normas políticas y sociales occidentales y las creencias culturales subyacentes. Presenta un nuevo orden internacional anclado en el poder geopolítico chino, en lugar del estadounidense. E implica orientar las instituciones y crear normas, que sean compatibles con los intereses y valores de China y no con los de Occidente.

      Apreciar de esa manera la tendencia geopolítica es una cosmovisión maniquea, que enfrenta la mezcla de valores confucianos y marxista-leninistas de China contra la democracia liberal y el internacionalismo liberal de Occidente y parte del mundo. Como quedó en claro este congreso, Xi Jinping quiere demostrar que bajo su liderazgo, el PCCh reúne audacia y capacidad para convertir en realidad esta nueva visión prospectiva, sin importar que piensa el mundo al respecto.

      Intelecto y armas

      En el Partido Comunista Chino las palabras importan. La frecuencia con que aparecen varios términos y frases en los principales informes y discursos de Xi Jinping, es un mecanismo interpretativo crítico que por parejo, los miembros del PCCh y los observadores externos utilizan para discernir las direcciones cambiantes del liderazgo.

      Por ejemplo, el ataque de Mao Tse Tung contra los “seguidores del camino capitalista”, , coincidió con las abrumadoras campañas de nacionalización del PCCh y su oposición a las empresas privadas de pequeña escala.

      Los escritos ideológicos de Jiang Zemin en torno a las “tres representaciones”, que incluían la necesidad de aprovechar las “fuerzas productivas” de la economía china, fueron una señal clara, para que los líderes del PCCh incorporaran empresarios privados a las filas del partido, algo que hicieron luego.

      Las frases y la elección de palabras de Xi Jinping tienen consecuencias similares en el mundo real. El informe de trabajo de Xi Jinping al 20º Congreso del Partido, está repleto de términos ideológicos nuevos y continuos. En conjunto, sus mensajes indican que el PCCh está sopesando de diferentes maneras, la economía, la seguridad nacional y la identidad nacionalista chinas.

En el informe que salió del XIV Congreso del Partido en 1992, cuando Deng aún gobernaba a China, la palabra “economía” se utilizó 195 veces. En el informe de este año, la economía se citó solamente 60 veces.

      El enfoque de Deng Xiaoping de “reforma y apertura” se mencionó 54 veces en 1992. Mientras que en el XX Congreso del Partido Comunista Chino, la frase fue invocada sólo en nueve ocasiones. En 1992, el término “seguridad nacional” apareció una vez y se usó solo cuatro veces en 2012.

      Durante el XIX Congreso del Partido en 2017, el primero al que asistió Xi Jinping como mandatario chino, el término economía fue mencionada 18 veces. En el congreso de 2022, se mencionó 27 veces.

      Mientras tanto, el término chino qiangguo, utilizado para definir un estado poderoso, apareció 23 veces en el discurso oficial del 20° congreso, en comparación con 19 en 2017 y solo dos veces en 2002. En general, dichos cambios indican que el PCCh ahora se centra en el nacionalismo chino y la seguridad nacional. Una ruptura estructural con los regímenes anteriores, que estaban casi exclusivamente preocupados por el desarrollo económico.

      El término “marxismo” también aparece varias veces en el informe de 2022, y está rodeado por otro lenguaje, que sugiere que Xi Jinping se está preparando para el conflicto ideológico de clases. Se menciona 22 veces, el concepto marxista-leninista de “lucha”, esforzarse por medios violentos o no violentos, para resolver lo que los comunistas denominan “contradicciones” en la sociedad nacional e internacional.

      Por definición ideológica, el concepto autoriza a Xi Jinping a participar en diversas formas de confrontación ideológica para promover la causa revolucionaria marxista china. Y el informe de Xi Jinping fue seguido por una intensa campaña de propaganda, para difusión pública e interna dentro del partido, sobre la necesidad de que China se prepare para enfrentar tiempos difíciles, endureciendo el “espíritu de lucha revolucionaria”.

      Esta lucha no se limita a los desafíos internos del PCCh. También está dirigido a los desafíos de China en todo el mundo, inclusive con el gobierno de Estados Unidos.

       El entorno estatista de Xi Jinping ahora está en plena vigencia.

      La creciente defensa de la “lucha”  fue reforzada por la decisión de Xi Jinping de llevar al recién elegido Comité Permanente del Politburó, el órgano político más alto de China a una visita a Yan’an, después de que terminara el congreso.

     Yan’an fue el lugar donde se asentó Mao Tse Tung durante la primera guerra civil contra los nacionalistas chinos y la mayor parte de la guerra contra Japón. Allí mismo, Mao Tse Tung convocó el Séptimo Congreso Nacional del Partido Comunista en 1945, el cual confirmó su liderazgo absoluto, después de librar intensa lucha política contra los opositores internos, durante la década anterior.

     Dicha reunión también fue precursora de la segunda guerra civil del partido contra el gobierno nacionalista de China, que terminó cuando el líder nacionalista y anticomunista Chiang Kai-shek huyó a la isla de Taiwán con los sobrevivientes de su régimen.

      Por lo tanto, las resonancias políticas de la visita de Xi Jinping a Yan’an, son relativamente claras. Al igual que Mao Tse Tung, ahora Xi Jinping salió triunfante después de su propia década de implacable consolidación del poder, superado en medio de violentos conflictos internos. En consecuencia, Xi Jinping se está preparando para la renovada lucha a largo plazo de China contra los separatistas de Taiwán, a quienes catalogan como el viejo enemigo.

      Con anterioridad a estos hechos, el PCCh dudaba en aceptar cualquier tipo de cronograma público o fecha límite para retomar el control de Taiwán. Por el contrario, Xi Jinping ha declarado que retomar Taiwán es asunto fundamental para el “rejuvenecimiento nacional” de China y que pretende completar ese propósito en 2050.

      Durante el período de reforma y apertura, los predecesores de Xi Jinping creían que si China quería desarrollarse económicamente, el país necesitaba construir buenas relaciones diplomáticas y comerciales con el resto del mundo, por lo que nunca consideraron la idea de luchar para ocupar la isla de Taiwán.

      Los informes anteriores del 20° congreso del PCCh contenían una referencia estándar a la “paz y el desarrollo” como la principal tendencia subyacente de los tiempos modernos, lo que indica que China no enfrentaba ninguna amenaza de guerra importante y, por lo tanto, podía poner el desarrollo económico como su prioridad central.

      A partir de 2002, los informes del PCCh declararon que China estaba experimentando un “período de oportunidad estratégica” o zhanlue jiyuqi en chino. Es una frase utilizada para indicar que las distracciones militares de Estados Unidos en el Medio Oriente, proporcionaron a China una presión internacional aún menor y, por lo tanto, más espacio para centrarse plenamente en el rápido desarrollo.

     Ninguna de estas expresiones estándar aparece escrita en el informe del congreso del PCCh en 2022. En cambio, describe una “situación internacional grave y compleja” en la que se debe estar “preparada para los peligros en tiempos de paz”.

      También refiere que China debería estar preparándose para enfrenar “la tormenta peligrosa” o jingtaohailang. Llama a la “seguridad nacional” la “base del rejuvenecimiento nacional”. Y Xi Jinping usó el informe para arraigar sus declaraciones anteriores sobre la necesidad de una agenda de “seguridad total” para garantizar que el país tenga seguridad ideológica, seguridad política, seguridad económica y seguridad estratégica.

      De hecho, exige la “titulación” de prácticamente todos los aspectos de la sociedad china. También ordenó al PCCh aplicar este concepto de seguridad integral en todos los procesos internos del partido.

     Al parecer Xi Jinping está indicando que el PCCh y el Ejército Popular de Liberación de China, deben estar listos para pelear una gran guerra. Y a nivel  nacional, eso significa mantener al pueblo chino bajo vigilancia y controles aún más estrictos.

      Puntos concretos

      Además de los amplios cambios ideológicos, el 20º Congreso del Partido aprobó una serie de cambios políticos y de personal,muy significativos para la estructura organizativa de la colectividad política.

      En este evento, el partido consolidó constitucionalmente a Xi Jinping como “el líder principal del Comité Central” y declaró que el “Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con peculiaridades chinas para una nueva era” es “el nuevo marxismo del siglo XXI”.

      Con base en las atribuciones adquiridas, Xi Jinping eliminó del Comité Permanente del Politburó a más funcionarios del PCCh con mentalidad reformista, que en algunos aspectos habían estado en desacuerdo con Xi Jin Ping, como el primer ministro Li Keqiang. Igualmente a Wang Yang, y al reformista Hu Chunhua del Politburó a quienes jubilaron, aunque ninguno de ellos había alcanzado la edad oficial de 68 años, para pasar al retiro.

      Mientras tanto, el 20° congreso del PCCh permitió que se quedaran otros leales políticos, que sobrepasan la edad de jubilación. Uno de ellos, Zhang Youxia, vicepresidente de la Comisión Militar Central, quien ya cumplió 72 años, pero continuó en el cargo por disposición de Xi.

      Y aunque aún no está claro exactamente por qué Hu Jintao, el predecesor inmediato de Xi Jin Ping, fue expulsado sin explicaciones, en un incidente grabado en video que ha sido analizado en todas partes del planeta, se evidencia que Hu Jintao no estaba contento con que sus protegidos reformistas fueran despedidos de las altas posiciones de gobierno, sin explicación valedera.

       Dada la dinámica de lo sucedido ese día, sacar a Hu Jintao del escenario político chino fue un acto plagado de simbolismo. Por ende, se podría decir que la férrea dictadura de Xi Jinping, China es en gran medida el espectáculo de un solo hombre.

      Pero la consolidación política no es la única vía en la que Xi Jinping está reproduciendo las maniobras maoístas. También tiene la intención de alejar la economía de China del capitalismo basado en el mercado, y regresar al estatismo rehabilitando las empresas estatales, designando al estado como el principal impulsor de la innovación tecnológica.

      Para ello, ha inyectado cientos de miles de millones de dólares en “fondos de orientación” estatales para impulsar tecnologías específicas, verbigracia los semiconductores, imitando a Estados Unidos, país que promulgó su propia política industrial a por medio de chips y la Ley de Ciencias.

      El giro económico marxista de Xi Jinping, se destaca en el énfasis de su informe de trabajo en la necesidad de construir una “prosperidad común” y en su directiva para que China encuentre formas de “regular los mecanismos de acumulación de riqueza”, para llegar poderosa al centenario de la revolución maoísta en 2049.

       El informe de trabajo del PCCh establece que a partir de la nueva elección de Xi Jinping, se requiere que los miembros del partido capten tanto la cosmovisión como la metodología del marxismo-leninismo y apliquen las herramientas analíticas del materialismo dialéctico e histórico para comprender los grandes desafíos de la época.

       Al retomar este marco marxista tradicional para comprender y responder al resto del mundo, Xi Jinping también ha pedido al partido que “desarrolle una nueva forma de civilización humana”, extendida a la política exterior china, donde Pekín se siente cada vez más cómodo usando presión, influencia y fuerza. Coacción y coerción como plantean las instrucciones básicas del marxismo-leninismo.

      Respecto al necesario fortalecimiento militar aparejado con el crecimiento del poder comercial chino y su política exterior de cooptar mercados y recursos de sus clientes, en el discurso del 20° congreso, Xi Jinping prometió generar “una mayor capacidad para que el ejército gane”, una “mayor proporción de nuevas fuerzas de combate” y más “entrenamiento de combate real”.

       Mediante una formulación nueva y particularmente inquietante, Xi Jing Pin declaró en su informe de trabajo en el ejercicio del cargo como líder supremo de China, que su administración había “actuado con determinación para centrar la atención de todo el ejército en la preparación para la guerra”.

       Y agregó que Pekín había “coordinado esfuerzos para fortalecer la lucha militar en todas las direcciones y dominios”.

      Los cambios ideológicos puntuales, la retórica política que los acompaña y las nuevas direcciones políticas, resultantes del novedoso ejercicio expansivo del criterio marxista dentro de la concepción estratégica de la conducción del Estado, dejan en claro que China está rompiendo con décadas de pragmatismo y acomodamiento político, económico y de política exterior.

      La visión de Xi para China de la “nueva era” es impositiva. Es menos sutil que sus predecesores, y su plan ideológico para el futuro es claro y directo.

      Naturalmente, la duda lógica de los analistas políticos internacionales, es si sus planes prevalecerán en el tiempo, o por dinámica natural de lo que suceda en el resto del planeta, generarán sus propios anticuerpos políticos, tanto en el país como en el extranjero, hasta el punto que comiencen a resistir activamente la obsesiva visión de Xi Jinping para China y el resto del planeta.

       Pero, quizás, como férreo dialéctico marxista, probablemente Xi Jinping ya esté anticipando esa respuesta y preparando las contramedidas, que puedan justificar su línea doctrinaria, sus capacidades internas, las reacciones de los demás países y las tendencias geopolíticas de las potencias incluida Rusia, con quien firmó un suigéneris pacto de ilimitada ayuda mutua a partir de febrero de 2022.

       Todo está por verse respecto a lo que sucederá con China después del 20° Congreso del partido Comunista Chino en octubre de 2022, cuando Xi Jinping y su visión estatista de la vida china, alcanzaron el máximo esplendor.

       Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

       Autor de 40 libros de geopolítica, estrategia y defensa nacional

        www.luisvillamarin.com

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