“La sangre joven no obedece un viejo mandato”,William Shakespeare.

       Este domingo 5 de diciembre se llevarán a cabo unas elecciones muy particulares en Colombia, por primera vez se elegirán los integrantes de los Consejos Municipales de Juventud en todo el territorio nacional. Más de 12 millones de jóvenes entre los 14 y los 28 años podrán elegir entre 41.825 candidatos inscritos a futuros consejeros de la juventud. Los aspirantes tienen la misma edad de los electores.

       La ley estatutaria 1622 de 2013, denominada “el estatuto de ciudadanía juvenil”, modificado por la ley estatutaria 1885 de 2018, creó los Consejos Municipales de Juventud, como un mecanismo de participación, concertación, vigilancia y control de la gestión pública e interlocución de los jóvenes con la institucionalidad.

      Sorprende el grado de desconocimiento de los jóvenes en relación con las normas, tal vez, porque en Colombia nos acostamos con una ley y despertamos con otra. En una encuesta elaborada por la firma Cifras y Conceptos, el 69% de los consultados no saben que son los Consejos Municipales de Juventud, de donde se infiere que la participación en esta importante contienda electoral será exigua.

     Lo insólito es que los consejeros serán sus representantes ante las autoridades y estarán encargados de concertar con la administración pública la agenda gubernamental de juventud.

      Hay 7.824 listas inscritas y los aspirantes lucharan en las urnas por 11.136 curules disponibles en todo el país, de los cuales, el 40% están destinadas a los jóvenes independientes, el 30% para las organizaciones juveniles y el último 30% para los partidos y movimientos políticos.

        Además, existen unas curules especiales que garantizan la participación de los indígenas, campesinos, comunidad Narp y víctimas.

      Una particularidad de los inscritos, es que el 49,7% son mujeres, constituyéndose en las primeras elecciones con paridad total en el país. El 5 de diciembre estarán habilitados 6.000 puestos de votación en todo el territorio, los mayores de 18 podrán votar en los puestos de siempre y los menores entre 14 y 17 votarán en el centro de la cabecera municipal en donde les fue expedida su tarjeta de identidad.

       Después de 8 años de proferida la norma se realizarán por fin las elecciones, dejando el Estado su halo de disidía e inoperancia. Pero como dice el adagio popular, más vale tarde que nunca. Es una oportunidad que los jóvenes no pueden soslayar, es hora de pasar de la protesta a la participación activa en democracia y este es un mecanismo oportuno.

      Se requiere conocimiento normativo y comprensión de la problemática social, para presentar propuestas acertadas y contundentes que mejoren la calidad de vida de los colombianos. La bandera de los jóvenes deberá ser el servicio social y el pensamiento comunitario, de esta manera, y con argumentos, podrán enfrentar a las maquinarias políticas y su corrupción, estos valores les permitirán mantenerse incólumes a las triquiñuelas protervas.

      Los jóvenes podrán participar en la adopción de políticas públicas y a la vez ejercer un control a los recursos que se ejecutan en los territorios, para evitar que se apropien de nuestro patrimonio.  Es una apuesta por el cambio que no podemos dilapidar, se considera que la juventud aún no tiene los vicios de la corruptela tradicional. El reto es colocar en cintura las malas prácticas de funcionarios y generar el hábito de rendir cuentas a los ciudadanos.

       Una vez más se demuestra que el sistema democrático colombiano tiene los suficientes mecanismos para causar cambios.

      Necesitamos es una buena disposición para dejar los intereses particulares a un lado y transformarlos en pensamiento colectivo, es la mejor vía de responder a las necesidades y demandas de la población.