El Estado y el poder
Por Coronel Alberto Restrepo Arboleda
Adelantándonos un poco en la historia, evolución y estructura de los estados y sus guerras casi interminables, donde se decantaron procesos sociales, y políticos que dieron paso a democracias consolidadas como en nuestro caso lo es Colombia; quisiera antes de un breve recuento, si se me permite, referirme al escrito maravilloso de la Doctora Alba Lucía García Suárez, quien, en un artículo de la Revista Científica de la Biblioteca de la Escuela Militar de Cadetes, (Las Fuerzas Militares y el estado), nos hace una compilación muy pertinente para este momento, donde necesitamos entender el por qué mantener vivo el espíritu de la democracia y evitar caer en el absolutismo dictatorial.
El pensamiento de Hobbes tuvo una larga influencia posterior y fue crucial en el debate por el liberalismo en la Ilustración, que culminó en la Revolución francesa y trajo como consecuencia, la caída del Antiguo Régimen. Tras la Revolución, surgen nuevas nociones de Estado que llegan hasta nuestros días, como Estado liberal, Estado de derecho y Estado constitucional. En el primero se proclaman los derechos humanitarios y el principio de igualdad, a lo cual se integra el concepto de soberanía y derechos individuales, puesto que todas las personas son iguales ante la ley, están regidas por las mismas leyes y tienen los mismos derechos. En segundo, el Estado de derecho, posterior Estado Social de Derecho, surgiendo el primero por la lucha contra el absolutismo, y promueven las libertades civiles. Finalmente, el Estado constitucional, que hace posible limitando el poder, pues se restringe mediante las reglas plasmadas en una constitución, que contiene valores y principios reconocidos por la sociedad.
Ahora bien, tomando el referente de la revolución de 1789, y las muchas otras, donde se inicia el sisma monárquico, motivado por la incapacidad y excesos del gobernante para ejercer el poder o administrarlo, porque en su acepción más amplia, la palabra poder equivale a ‘facultad de hacer’, ‘aptitud para ejecutar, liderar y administrar’, voces estas que se asocian inevitablemente con la idea de cordura, coherencia, capacidad mental, energía, fuerza y vigor para entender la estructura y funcionamiento del estado, distanciando de facto, el ideologizar normas escritas en una constitución y peor aún alterar un histórico jurisprudencial democrático de siglos, por caprichos reformistas, no comprobados y que lejos de ser modelos teóricos, son hechos cumplidos en gobiernos en decadencia, donde las dictaduras, similares a las monarquías absolutistas del siglo XVI, buscan ahora oxigenarse en una América latina, que sigue una agenda de desgaste sistemático, corrompiendo la democracia, con un progresismo que se distancia cada vez más de los deberes y obligaciones del estado y nos acerca en esa curva de espacio tiempo al pasado absolutista donde el amo y señor de todo y de todos es el ESTADO, desdibujando el aporte y papel del individuo para consigo mismo, la familia y la sociedad.
Nota:
En Colombia, el poder ejecutivo está encabezado por el Presidente de la República, a quien como Jefe de Estado, Jefe del Gobierno y Suprema Autoridad Administrativa le corresponde -como señala el artículo 189.° superior (Colombia, Constitución Política, 1991)- “dirigir la fuerza pública y disponer de ella como Comandante Supremo de las Fuerzas Militares de la República.