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La inversión de la verdad

     Por Iván González Urán

      El gobierno Duque esperó, quizás en forma demasiado ingenua bajo el precepto constitucional de la buena fe y la presunción de la inocencia, el informe de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, CEV. Como un real instrumento de cambio de fondo en el avance hacia la paz. Y dentro de ese proceso que fuese un instrumento confiable y valedero para llegar al objetivo del fin de la guerra.

     Materializado con un cese al fuego y la erradicación de todas las formas de delito. El mismo que el terrorismo de las Farc ha cometido contra el pueblo colombiano. En definitiva destruir la guerra cómo el fundamento insuperable para construir La paz. Y su filosofía es la de no volver a repetir errores.

      Pero es doloroso reconocer que mientras se estaba construyendo un Informe sobre la Verdad, para avanzar hacia la paz, paralelamente se estaba también edificando una facción dispuesta a desconocer y negar lo que se había acordado. Acuerdo firmado bajo el supuesto, firme y sólido principio, que era con una contraparte monolítica, cohesionada y estructurada en un mismo criterio. Y que por tal razón no era pensable en ningún incumplimiento por alguna de las dos partes.

     Esa circunstancia visualizo que realmente las Farc no quisieron sinceramente hacer un tránsito de la vida violenta y terrorista hacia las formas democráticas de la política. Escenario en el que las diferencias de criterio se balancea y acuerda según las formas civilizadas de la deliberación y el equilibrio argumental.

       Mucho menos que se tratase de una contraparte insatisfecha con la cultura política nacional y que por ello tenía derecho a ser exigencias de obligatorio cumplimiento por los demás. Limitándose simplemente a no contribuir al proceso sino a recibir satisfacción de sus exigencias.

       De esa forma se entiende, entonces, qué el Informe de la Verdad se haya convertido en un Memorial de Agravios. Dónde todos los actos terroristas cometidos son justificados por haberse negado la oportunidad de participar en la discusión de sus necesidades insatisfechas. Y que por tal razón se ameritó la acción criminal contra el pueblo colombiano. En cuyo casona no hay motivo de culpa ni razón de penas.

      Pero no solo resultó ser el Informe de la Verdad, una forma dialéctica de retórica revolucionaria para disculpar el mal de quiénes no han sabido aprovechar las bondades de la democracia sino más bien la han aprovechado para inculpar de atrocidad al gobierno. Que en forma humanitaria ha buscado impedir el sufrimiento humano causado por las Farc.

      Y de esa manera la pretendida Verdad de la Verdad no fue lograda. Apesar de mucha espera, altos costos inútiles, pérdida de confianza en sus autores, cuyo Director parecía ser creible y desesperanza de futuro.

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