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La Policía Nacional como comodín para hacer política

     Por Diego León Caicedo Muñoz

      “La policía no viene de Marte; las policías reflejan a las comunidades a las que sirven, y cada comunidad tiene la policía que se merece”, Herman Goldstein.

     La Policía Nacional de Colombia es una institución encauzada en el mantenimiento del escenario del goce de los derechos y libertades, en un contexto de convivencia pacífica. Por esta razón, es una de las instituciones más importantes del país. Además, desarrolla una labor trascendental en la lucha contra el crimen organizado y las economías ilegales. En muchos lugares, tanto rurales como urbanos, representa la única presencia del Estado, hasta el punto de ser inspectores de policía, atender partos, vacunar ganado, etc.

     Es una institución reconocida a nivel internacional por su excelente planeación en el servicio de policía, especialmente por ajustar su modelo de vigilancia por cuadrantes a la amplia disparidad de la problemática social y de seguridad ciudadana. El territorio nacional tiene regiones en donde aún persiste el conflicto, lo que hace heterogéneo el manejo adecuado hacía una convivencia pacífica.

     Como todas las entidades del Estado, atraviesa problemas de confianza y capacidad para hacer efectiva su función. Uno de los mayores inconvenientes es que su actividad no depende exclusivamente de la misma institución, sino del engranaje estatal.

     No solamente hay que conocer lo que hace la Policía Nacional, sino inmiscuirse en su accionar para hablar y proponer cambios. Oficialmente no han iniciado las campañas para la presidencia y ya los precandidatos empezaron a utilizar a la institución policial como comodín para hacer política. Como es una entidad que no tiene dolientes políticos, porque su misma estructura constitucional la aparte de toda eventualidad política, la moda es confrontarla para ganar votos.

      Esta moda tiene una historia y se remonta a Caracas, año 2019, en la edición número 25 del Foro de Sao Paulo, en donde se determinó utilizar la formula de la protesta pacífica y la guerra asimétrica con actos vandálicos. No hay una mejor forma de deslegitimar a una fuerza de policía y colocarla en el paredón como violadores de derechos humanos. Esta dinámica la explique en un par de artículos anteriores.

     Causa escozor y vergüenza escuchar a los politiqueros en sus campañas lanzando propuestas para transformar a la Policía Nacional. La ignorancia supina de los precandidatos es abrumadora y a partir de su desconocimiento proponen planteamientos como; eliminar el sistema de pensión por tiempo, con el fin de ahorrarle dinero al Estado.

    No puede haber algo más insulso, el efecto sería el contrario, le saldría muchísimo más costoso a la nación. Al pensionarse por edad, los policías gozarían de los beneficios laborales ordinarios, como trabajar solo 42 horas a la semana, no olvidar la nueva ley. Por otro lado, serían acreedores de los mismos derechos y libertades civiles de los demás ciudadanos, por ejemplo; votar o sindicalizarse. Lo que implicaría, no solamente más erogación, sino el camino a la politización de los policías.

     Continuando con los absurdos, otros plantean pasarla al Ministerio del Interior, porque supuestamente el conflicto en Colombia terminó y, por lo tanto, la policía debe ser civil. Aquí es importante aclarar que la institución policial no es civil por capricho, sino porque los conflictos no han terminado, la cultura de agresividad aún persiste y el nivel de corrupción política es exorbitante.

      Por tal razón, tiene una característica especial para enfrentar la disímil problemática.   Pero tampoco es militar, es un cuerpo de naturaleza civil, su misión es conservar la convivencia pacífica. El hacer parte del Ministerio de Defensa no la hace militar por defecto y menos pensar que por tener unos grados similares la hace también beligerante.

      En fin, cualquier cantidad de sandeces se unen a las propuestas politiqueras, como dejar a la policía con la sola actividad preventiva y quitarle las funciones de policía judicial, convirtiéndolos en meros vigilantes.

      Por su puesto, la Policía Nacional requiere otra transformación estructural, no olvidemos, que lo han hecho en los últimos 30 años, como seguramente lo tendrán que hacer más adelante, porque debe evolucionar con los cambios sociales. Es ineludible implementar la empatía entre comunidad y policías, que genere cumplimiento de la norma con respeto a la autoridad.

      Y por último y no menos importante, hay que incentivar la permanencia en la institución para mantener vivo el sentido de servir. Por tal razón, las condiciones laborales deben ser implementadas, para que la calidad de vida de los uniformados sea la mejor.

      Así como la sociedad está obligada a denunciar la corrupción y la trasgresión de las normas por parte de los uniformados, también está en la obligación de rodear y acompañar a quienes ofrendan sus vidas por la seguridad de los colombianos.

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