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La pugna por Pegasus, el arma cibernética más poderosa del mundo actual

Una extensa investigación del diario estadounidense The New York Times, desveló al mundo cómo el Estado de Israel obtuvo ganancias diplomáticas y geopolíticas en todo el mundo, gracias a la capacidad del poderoso software espía Pegasus fabricado por la empresa NSO asentada en la ciudad de Herzalya cerca de Tel Aviv. Pegasus, es una herramienta cibernética que Estados Unidos compró para mejorar su seguridad, pero que ahora está tratando de prohibir.

Durante casi una década, la empresa israelí ha vendido su software de vigilancia por suscripción a las fuerzas del orden y las agencias de inteligencia de varios países del mundo, con el argumento que su software puede hacer algo que ni una empresa privada, ni siquiera un servicio de inteligencia estatal podría hacer: descifrar de manera constante y confiable las comunicaciones cifradas de cualquier teléfono inteligente iPhone o Android.

Desde 2011, cuando la compañía NSO introdujo Pegasus en el mercado global, varios Estados han logrado importantes éxitos para su seguridad nacional.

Por ejemplo, Pegasus ayudó a las autoridades mexicanas a capturar al famoso narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias el El Chapo. En Europa, investigadores de seguridad han utilizado a Pegasus para frustrar planes terroristas, luchar contra el crimen organizado y, en un caso, acabar con una red mundial de abuso infantil, identificando a docenas de sospechosos en más de 40 países.

Visto de manera estratégica, los productos de NSO parecían resolver uno de los mayores problemas a los que se enfrentaban las fuerzas del orden y las agencias de inteligencia a comienzos del siglo XXI, puesto que los delincuentes y terroristas tenían mejor tecnología para cifrar sus comunicaciones, comparada con la que tenían los investigadores para descifrarlas. El entorno criminal se había oscurecido a medida que se globalizaba cada vez más en los cinco continentes.

No obstante, en 2019, cuando los ingenieros de la compañía NSO iniciaron a instalar el sistema Pegasus en Estados Unidos, había numerosos abusos del uso de Pegasus bien documentados en varios países.

El gobierno de México desplegó el software no solo contra los narcotraficantes, sino que también lo empleó contra periodistas y disidentes políticos. Los Emiratos Árabes Unidos utilizaron el software de Pegasus para hackear el teléfono de un activista de derechos civiles a quien el gobierno encarceló.

La monarquía de Arabia Saudita lo utilizó contra activistas por los derechos de las mujeres y, según una demanda presentada por un disidente saudita ante una corte internacional, para espiar las comunicaciones con Jamal Khashoggi, columnista de The Washington Post, a quien agentes saudíes mataron y desmembraron en 2018, en la sede de la embajada saudita ubicada Estambul.

Sin embargo, ninguno de esos hechos impidieron que nuevos Estados se acercaran a NSO, incluido el gobierno de Estados Unidos. Hasta ahora, nunca antes se habían hecho públicos los detalles de la compra y prueba de Pegasus por parte del FBI.

Además, el mismo año en que agentes de inteligencia saudita mataron a Khashoggi, la CIA arregló y pagó para que el gobierno de Djibouti adquiriera Pegasus para ayudar a combatir el terrorismo, a pesar de las preocupaciones de larga data sobre los abusos contra los derechos humanos en el casi desconocido país ubicado en el cuerno africano, incluidos, la persecución de periodistas y la tortura de opositores al gobierno. Al respecto, la DEA, la CIA, el Servicio Secreto y el Comando de África del Ejército estadounidense, habían mantenido conversaciones con NSO. Entretanto, el FBI ahora estaba dando el siguiente paso.

Como parte del entrenamiento, los agentes del F.B.I. compraron nuevos teléfonos inteligentes en las tiendas locales y los configuraron con cuentas ficticias, usando tarjetas SIM de otros países, debido a que Pegasus fue diseñado para no espiar números estadounidenses. Como lo habían hecho en demostraciones anteriores en otros países, los ingenieros de Pegasus, , abrieron su interfaz, ingresaron el número del teléfono y comenzaron una sesión de espionaje.

Esta nueva versión de Pegasus es de ” cero clics “. A diferencia del software de piratería más común, no requiere que los usuarios hagan clic en un archivo adjunto o enlace malicioso, por lo tanto los usuarios de los teléfonos no pudieron evidenciar una violación en curso.

La razón: No podían ver los computadores Pegasus conectados a una red de servidores en todo el mundo, pirateando el teléfono y luego conectándose nuevamente al equipo en las instalaciones del FBI en Estados Unidos.

Para sorpresa de todos, minutos después vieron que los datos almacenados en cada teléfono aparecía en las pantallas de los computadores Pegasus: cada correo electrónico, cada foto, cada texto, cada contacto personal. También podían ver la ubicación del teléfono e inclusive, tomar el control de su cámara y micrófono. Así, en teoría, los agentes del FBI, que usan Pegasus podrían, transformar casi instantáneamente los teléfonos celulares en receptores de vigilancia, en todas partes excepto en los Estados Unidos.

Desde 2013, cuando sucedieron las revelaciones del excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional Edward Snowden, acerca de la vigilancia del gobierno estadounidense a los ciudadanos en su país, pocos debates en este país han sido más tensos en el ámbito político, que los relacionados con el alcance adecuado del espionaje doméstico.

Los cuestionamientos sobre el equilibrio entre la privacidad y la seguridad, adquirieron una nueva urgencia con el desarrollo paralelo de teléfonos inteligentes y software espía, que podrían usarse para recopilar los terabytes de información que dichos teléfonos generan a diario.

Cauteloso de la posibilidad de enojar a la Casa Blanca, al ser cómplice de los esfuerzos de otros países para espiar a Estados Unidos, el gobierno de Israel, había requerido a NSO que programara Pegasus sin que pudiera apuntar a los números de teléfonos estadounidenses. Con esta medida, evitó que sus clientes extranjeros espiaran a los estadounidenses. De paso, impidió que los estadounidenses espiaran a los estadounidenses.

Ya NSO había ofrecido al F.B.I. una solución. Durante una presentación a funcionarios federales en Washington, la compañía exhibió un nuevo sistema, llamado Phantom, que podría hackear cualquier número telefónico en Estados Unidos. De esta manera, Israel otorgó una licencia especial a NSO, que permitió que su sistema Phantom espiara números telefónicos estadounidenses.

La combinación de la búsqueda de influencia de Israel y la búsqueda de réditos financieros de NSO ha incidido en que la poderosa herramienta de espionaje, termine en manos de una nueva generación de líderes nacionalistas en todo el mundo. Aunque la supervisión del gobierno israelí estaba destinada a evitar el uso represivo del software espía, Pegasus se vendió a Polonia, Hungría e India, a pesar de los cuestionados antecedentes de derechos humanos en dichos países.

Por su parte, Estados Unidos ha realizado una serie de cálculos en respuesta a estos desarrollos, adquiriendo, probando e implementando en secreto la tecnología de la empresa, inclusive cuando ha denunciado a la empresa en público y buscado limitar su acceso a proveedores estadounidenses vitales.

El actual enfrentamiento entre Estados Unidos e Israel por la NSO, demuestra cómo los gobiernos ven cada vez más a las poderosas armas cibernéticas de la misma forma que durante mucho tiempo. han visto el hardware militar como los aviones de combate y las centrífugas. No es solo un elemento fundamental para la defensa nacional, sino una moneda para comprar influencia geopolítica alrededor del mundo.

No es secreto, que en términos de influencia geopolítica, la venta de armas con fines diplomáticos ha sido durante mucho tiempo una herramienta del arte de gobernar.

Por esta razón, los funcionarios del servicio exterior destacados en las embajadas estadounidenses en el extranjero, han operado durante décadas como promotores de empresas de defensa que venden armas a sus Estados clientes. Así lo demostraron miles de mensajes diplomáticos publicados por WikiLeaks en 2010, al dejar en evidencia, que cuando los secretarios de defensa estadounidenses se reúnen con sus homólogos en las capitales aliadas, el resultado final suele ser el anuncio de un acuerdo de compra armas estadounidenses, que aumenta las ganancias de Lockheed Martin o Raytheon.

Pero el tema de la ciberseguridad va más allá, puesto que las armas cibernéticas han cambiado las relaciones internacionales, más profundamente que cualquier avance desde el advenimiento de la bomba atómica y la desaforada carrera nuclear entre las superpotencias.

Sin duda, las armas cibernéticas son más desestabilizadores, con la circunstancia agravante que son comparativamente baratas, se distribuyen fácilmente y se pueden implementar sin consecuencias para el atacante. Por extensión, controlar su proliferación está cambiando radicalmente la naturaleza de las relaciones interestatales, secreto que Israel descubrió hace mucho tiempo, pero que hasta ahora, el resto del mundo está comenzando a comprender.

En esencia, el comercio de armas siempre ha sido fundamental para el sentido de supervivencia nacional para Israel. Las estadísticas demuestran que este renglón fue un importante impulsor del crecimiento económico, que a su vez financió más investigación y desarrollo militar. Pero también desempeñó un papel importante en la creación de nuevas alianzas en medio de un mundo peligroso para su supervivencia.

En la década de 1950, cuando Israel era aún una nación joven e impotente, su primer ministro, David Ben-Gurion, estableció vínculos encubiertos con países y organizaciones que se encontraban fuera del círculo de estados árabes hostiles que rodean a Israel.

Ben Gurión denominó “la doctrina de la periferia”, a este enfoque y su agencia de inteligencia extranjera, el Mossad, comenzó a tejer una red de contactos secretos dentro de países de todo el Medio Oriente, Asia y África, incluidos muchos que públicamente se pusieron del lado de los árabes. Ofrecer armas avanzadas fue clave para hacer y fortalecer esas conexiones.

A mediados de la década de 1980, Israel se había posicionado como uno de los principales exportadores de armas del mundo, con aproximadamente uno de cada 10 de los trabajadores de la nación, empleados por la industria de manera directa o indirecta.

Esta estrategia ganó la buena voluntad para Israel por parte de líderes extranjeros claves, quienes percibieron la ayuda militar de alto nivel tecnológico, como un medio esencial para preservar su propio poder. En consecuencia, esos países votaron a favor de Israel en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad y otros foros internacionales. También permitieron que el Mossad y las Fuerzas de Defensa de Israel usaran sus países como bases para lanzar operaciones contra las naciones árabes.

Como nació el proyecto Pegasus

Al mismo tiempo que las armas cibernéticas comenzaron a eclipsar a los aviones de combate, en los esquemas de los planificadores militares, surgió en Israel un tipo diferente de industria de armas. Los veteranos de la Unidad 8200, equivalente israelí de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (ANSA), se volcaron en empresas emergentes secretas en el sector privado, lo que originó una industria de ciberseguridad multimillonaria.

Igual que los proveedores de armas convencionales, los fabricantes de armas cibernéticas deben obtener licencias de exportación del Ministerio de Defensa de Israel para vender sus herramientas en el extranjero, situación que proporciona un soporte crucial para que el gobierno influya en las empresas y, en no pocos casos, en los países que las compran.

Por esta razón, ninguna de estas empresas ha tenido tanto éxito ni ha sido tan estratégicamente útil para el gobierno israelí como NSO. La empresa comenzó a funcionar en una antigua cooperativa agrícola en los suburbios de Tel Aviv.

A mediados de la década de 2000, el propietario del edificio, concluyó que los codificadores podrían generar mejores ganancias que las gallinas, entonces comenzó a alquilarlo a empresas tecnológicas que buscaban un espacio de oficina económico.

De los fundadores de nuevas empresas, se destacaba Shalev Hulio entre los programadores veteranos que lo rodeaban: era carismático y era fácil pasar el tiempo con él, pero también daba la impresión de ser algo ingenuo. Él y su compañero, Omri Lavie, habían pertenecido a unidades de combate, en lugar de inteligencia o tecnología, que era su principal vocación.

Inicialmente desarrollaron un producto de video marketing, que despegó brevemente pero luego colapsó debido a la recesión mundial de 2008. Enseguida, crearon otra empresa, llamada CommuniTake, que con permiso ofrecía a los trabajadores de soporte técnico de teléfonos celulares la capacidad de tomar el control de los dispositivos de sus clientes.

En razón a que esa idea encontró poco entusiasmo, los dos amigos viraron hacia un cliente diferente, ya que una agencia de inteligencia europea se enteró de esa innovación y los contactó. De allí surgió rápidamente un producto que podía resolver un problema mucho mayor que el servicio al cliente y aportar a la seguridad nacional de los Estados.

Durante años, las fuerzas del orden y las agencias de inteligencia habían tenido capacidad para interceptar y comprender las comunicaciones en tránsito, pero a medida que la encriptación poderosa se volvió ampliamente disponible, el reto fue diferente.

En muchos casos podían interceptar una comunicación, pero ya no podían entender lo que decía. Pero, si pudieran controlar el dispositivo en sí, podrían recopilar los datos antes de que se cifraran. CommuniTake ya había descubierto cómo controlar los dispositivos. Todo lo que los socios necesitaban era una forma de hacerlo sin permiso del usuario del dispositivo electrónico. Así nació NSO.

Hulio y Lavie, carecían de los contactos requeridos para escalar su producto, contrataron a un tercer socio, Niv Karmi, quien había trabajado tanto en la inteligencia militar israelí como en el Mossad. Para el efecto, idearon el nombre de la empresa con sus primeras iniciales (Niv, Shalev y Omri).

Casi todos los integrantes del equipo de investigación de NSO son veteranos de los servicios de inteligencia; la mayoría de ellos sirvieron en, la Dirección de Inteligencia Militar de Israel (AMAN), la agencia más grande en la comunidad de espionaje israelí, y muchos de ellos pertenecieron a la Unidad 8200 de AMAN.

Los empleados más valiosos de la compañía son todos graduados de cursos de capacitación de élite, incluida una unidad secreta y prestigiosa, llamada ARAM que acepta solo a los más brillantes mentalmente y los entrena en los métodos más avanzados de programación de armas cibernéticas.

En realidad, hay muy pocas personas con este tipo de capacitación en cualquier parte del mundo, y muy pronto, pocos lugares tendrían una mayor concentración de ellos que la sede de NSO en Herzliya, donde no solo había unos pocos especialistas de primer nivel, sino cientos. Esto proporcionaría a NSO una ventaja competitiva increíble: todos esos ingenieros trabajarían a diario para encontrar “días cero”, es decir, nuevas vulnerabilidades en el software del teléfono que podrían explotarse para instalar Pegasus.

A diferencia de las empresas rivales, que generalmente lucharon por encontrar incluso un solo día cero y, por lo tanto, podrían cerrarse si se hiciera público, NSO podría descubrir y almacenar multitud de ellos. Si alguien cerraba una puerta trasera, la empresa podía abrir rápidamente otra.

En 2011, los ingenieros de NSO terminaron de codificar la primera versión de Pegasus. Con su nueva y poderosa herramienta, NSO esperaba construir rápidamente un grupo estable de clientes en Occidente.

Pero muchos países, especialmente los de Europa, inicialmente desconfiaban de comprar productos de inteligencia extranjeros. Había una preocupación particular sobre las empresas israelíes que estaban integradas por ex altos funcionarios de inteligencia; los clientes potenciales temían que su spyware pudiera estar contaminado con spyware aún más profundo, lo que permitiría al Mossad acceder a sus sistemas internos.

La reputación importaba, tanto para las ventas como para mantener a los programadores bien capacitados que habían hecho realidad a Pegasus. Hulio nombró al general de división Avigdor Ben-Gal, sobreviviente del Holocausto y oficial de combate muy respetado, como presidente de NSO, y estableció lo que dijo que serían los cuatro pilares principales de la compañía:

NSO no operaría el sistema en sí. Se vendería solo a gobiernos, no a individuos o empresas. Sería selectivo sobre qué gobiernos permitiría usar el software. Y cooperaría con la Agencia de Control de Exportaciones de Defensa de Israel (DECA), para autorizar cada venta.

Las decisiones que tomó NSO desde el principio sobre su relación con los reguladores, aseguraron que funcionaría como un aliado cercano, si no como un brazo de la política exterior israelí.

El general Ben-Gal vio que esta supervisión era crucial para el crecimiento de NSO: podría restringir a qué países podía vender la empresa, pero también protegería a la empresa de críticas públicas sobre lo que hacían sus clientes. Cuando informó al Ministerio de Defensa que NSO estaría voluntariamente sujeta a supervisión oficial, con el visto bueno del entonces primer ministro Benjamín Netanyahu, las autoridades compartieron la idea.

Primeros logros de NSO: El caso México

NSO concretó rápidamente su primera oportunidad importante. En la guerra en curso contra los carteles de las drogas, el gobierno de México estaba buscando formas de vulnerar la seguridad del servicio de mensajería cifrada de BlackBerry utilizado por los operativos del cártel. La Agenccia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (A.N.S.A.) había encontrado una manera de entrar, pero México solo tenía acceso esporádico.

Hulio y Ben-Gal se reunieron con el presidente de México, Felipe Calderón, y le presentaron un argumento de venta agresivo. Pegasus podría hacer lo que ANSA podía hacer, con la enorme ventaja que podía hacerlo por orden de las autoridades mexicanas. Naturalmente el presidente Calderón estaba muy interesado.

El Ministerio de Defensa de Israel confirmó a NSO que no había ningún problema con la venta de Pegasus a México y pronto se cerró un importante negocio.

Poco después, los investigadores de una oficina del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, o CISEN, ahora llamado Centro de Investigación Nacional de México, se pusieron a trabajar con una de las máquinas Pegasus.

Introdujeron en el sistema el número de teléfono móvil de una persona conectada con el cártel de Sinaloa de Joaquín Guzmán, y el BlackBerry fue infiltrado con éxito. En tiempo real, los investigadores pudieron ver el contenido de los mensajes, así como las ubicaciones de diferentes dispositivos Blackberry.

 Fue una victoria simultánea para México e Israel. México es un país importante en América Latina, región donde Israel ha librado durante años una compleja guerra de trincheras diplomáticas contra grupos antiisraelíes apoyados por sus adversarios en el Medio Oriente.

Aunque no hay evidencia directa de que los contratos de México con NSO hayan causado cambios sustanciales en la política exterior del país hacia Israel, ya hay un patrón reconocible de correlación y cambio progresivo.

Tras una larga tradición de votar en contra de Israel en las conferencias de las Naciones Unidas, poco a poco, México cambió los votos de “no” por abstenciones. Luego, en 2016, Enrique Peña Nieto, quien sucedió a Calderón en 2012, fue a Israel, donde no se había visto la visita oficial de un presidente mexicano desde 2000.

Y Benjamín Netanyahu visitó la Ciudad de México en 2017, siendo esta la primera visita de un primer ministro israelí.

Poco después, el gobierno de México anunció que se abstendría de votar en varias resoluciones propalestinas que estaban siendo consideradas en ese momento por Naciones Unidas.

Pero, el ejemplo de México reveló tanto la promesa como los peligros de trabajar con NSO. En 2017, investigadores de Citizen Lab, un grupo de vigilancia con sede en la Universidad de Toronto en Canadá, informaron que las autoridades de México habían utilizado Pegasus para espiar las cuentas de los defensores de un impuesto a los refrescos, como parte de una campaña más amplia dirigida a activistas de derechos humanos, políticos movimientos de oposición y periodistas.

 Más inquietante, parecía que alguien en el gobierno había utilizado Pegasus para espiar a los abogados que trabajaban para desentrañar la masacre de 43 estudiantes en Iguala en 2014.

Tomás Zerón de Lucio, el jefe del equivalente mexicano del FBI, fue uno de los principales autores de la versión del gobierno federal sobre el hecho, que concluyó que los estudiantes fueron asesinados por una pandilla local.

Pero en 2016, Zerón de Lucio se convirtió en objeto de una investigación, bajo la sospecha de que había encubierto la participación federal en los eventos allí. Ahora parecía que podría haber usado Pegasus en ese esfuerzo: una de sus funciones oficiales era aprobar la adquisición de armas cibernéticas y otros equipos.

En marzo de 2019, poco después de que Andrés Manuel López Obrador reemplazara a Peña Nieto tras unas elecciones aplastantes, los investigadores acusaron a Zerón de torturar, secuestrar y manipular pruebas en relación con la masacre de Iguala. Zerón huyó a Canadá y luego a Israel, donde ingresó al país como turista y donde, a pesar de una solicitud de extradición de México, que ahora lo busca por cargos adicionales de peculado, permanece hoy.

Martinelli en Panamá

La renuencia estadounidense a compartir la información de  inteligencia estaba creando otras oportunidades para NSO y para Israel. En agosto de 2009, el nuevo presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, recién salido de una campaña presidencial basada en promesas de “eliminar la corrupción política”, trató de persuadir a los diplomáticos estadounidenses en el país para que le entregaran equipo de vigilancia para espiar “amenazas a la seguridad así como a opositores políticos”, según un mensaje del Departamento de Estado publicado por WikiLeaks.

Martinelli intentó un enfoque diferente. A principios de 2010, Panamá fue uno de los seis países en la Asamblea General de la ONU que respaldó a Israel en contra de una resolución para mantener en la agenda internacional el informe de la Comisión Goldstone sobre los crímenes de guerra cometidos durante el ataque israelí a Gaza en 2008-2009.

Una semana después de la votación, Martinelli aterrizó en Tel Aviv en uno de sus primeros viajes fuera de América Latina. Panamá siempre estará con Israel, le dijo al presidente israelí, Shimon Peres. Dijo que él y su séquito de ministros, empresarios y líderes de la comunidad judía habían venido a Israel para aprender.

Martinelli aprovechó el viaje para hacer compras de vigilancia. En una reunión privada con Netanyahu, hablaron sobre el equipo militar y de inteligencia que Martinelli quería comprar a los proveedores israelíes. Martinelli estaba interesado en la capacidad de espiar el servicio de texto BBM de BlackBerry, que era muy popular en Panamá en ese momento.

En menos de dos años, Israel pudo ofrecerle una de las herramientas más sofisticadas jamás fabricadas. Después de la instalación de los sistemas NSO en la ciudad de Panamá en 2012, el gobierno de Martinelli votó a favor de Israel en numerosas ocasiones, inclusive, para oponerse a la decisión de las Naciones Unidas de mejorar el estatus de la delegación palestina: 138 países votaron a favor de la resolución, solo Israel, Panamá y otros siete países que se le oponen.

Según una posterior declaración jurada de Ismael Pitti, analista del Consejo de Seguridad Nacional de Panamá, el equipo se utilizó en una campaña generalizada para “violar la privacidad de panameños y no panameños” —opositores políticos, magistrados, líderes sindicales, competidores comerciales— todo esto “sin seguir el procedimiento legal”.

Más tarde, los fiscales dijeron que Martinelli ordenó al equipo que operaba Pegasus que espiara el teléfono de su amante. El problema llegó a su fin en 2014, cuando Martinelli fue reemplazado por su vicepresidente, Juan Carlos Varela, quien afirma haber sido blanco del espionaje ordenado por Martinelli. En consecuencia, los subordinados de Martinelli desmantelaron el sistema de espionaje y el expresidente huyó del país. No obstante, en noviembre de 2021, los tribunales panameños lo absolvieron de los cargos de escuchas telefónicas.

Debido a que NSO duplicaba sus ventas cada año, ese crecimiento atrajo la atención de los inversionistas. En 2014, Francisco Partners, una firma de inversión global con sede en Estados Unidos pagó $130 millones por el 70% de las acciones de NSO y luego fusionó otra firma israelí de armas cibernéticas, llamada Circles, en su nueva adquisición.

Fundada por un exfuncionario de AMAN, Circles ofrecía a los clientes acceso a una vulnerabilidad que les permitía detectar la ubicación de cualquier teléfono móvil en el mundo, una vulnerabilidad descubierta por la inteligencia israelí diez años antes. Sin duda, la compañía combinada podría ofrecer más servicios a más clientes que nunca.

El caso Polonia

Por medio de una serie de nuevos acuerdos, Pegasus estaba ayudando a unir a una nueva generación de líderes de derecha en todo el mundo. El 21 de noviembre de 2016, Sara y Benjamín Netanyahu dieron la bienvenida a la primera ministra Beata Szydlo de Polonia y a su ministro de Relaciones Exteriores, Witold Waszczykowski.

Poco después, Polonia firmó un acuerdo con NSO para comprar un sistema Pegasus para su Oficina Central Anticorrupción. Pero, Citizen Lab informó en diciembre de 2021, que los teléfonos de por lo menos tres miembros de la oposición polaca fueron afectados por esta máquina espía.

Curiosamente el radical Netanyahu no ordenó que se cortara el sistema Pegasus, aunque además el gobierno polaco promulgó leyes que muchos en el mundo judío y en Israel vieron como una negación del Holocausto, e inclusive cuando el primer ministro Mateusz Morawiecki, en una conferencia internacional a la que asistió Netanyahu, citó a “Perpetradores judíos” entre los responsables del Holocausto, tema demasiado sensible para cualquier israelí.

El caso India

Durante décadas, India había mantenido la política denominada “compromiso con la causa palestina”, por ende, las relaciones con Israel eran frías. En julio de 2017, Narendra Modi, quien ganó las elecciones con una plataforma de nacionalismo hindú, se convirtió en el primer ministro indio en visitar Israel.

La visita de Modi, sin embargo, fue notablemente cordial, completa con un momento cuidadosamente escenificado de él y el primer ministro Netanyahu caminando juntos descalzos en una playa local. Tenían razón para los cálidos sentimientos. Sus países acordaron la venta de un paquete de armas sofisticadas y equipos de inteligencia por un valor aproximado de dos mil millones de dólares, incluidos Pegasus y un sistema de misiles como piezas centrales.

Meses después, Netanyahu realizó una rara visita de Estado a la India. Y en junio de 2019, India votó a favor de Israel en el Consejo Económico y Social de la ONU para negar el estatus de observador a una organización palestina de derechos humanos, una novedad para la nación.

Hungría

El Ministerio de Defensa israelí también autorizó la venta de Pegasus a Hungría, a pesar de la abierta y muy conocida campaña de persecución del primer ministro Viktor Orban contra sus opositores políticos.

Orban desplegó las herramientas de espionaje en figuras de la oposición, activistas sociales, periodistas que realizaron investigaciones en su contra y familias de ex socios comerciales que se habían convertido en enemigos acérrimos.

Pero desde otra arista, Orban ha sido un partidario devoto de Israel en la Unión Europea. En 2020, Hungría fue uno de los pocos países que no se pronunció públicamente en contra del plan de Israel en ese momento de anexar unilateralmente franjas de Cisjordania.

En mayo de ese año, los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea intentaron llegar a la unanimidad al pedir un alto el fuego entre Israel y el grupo islámico palestino Hamas, así como un aumento de la ayuda humanitaria para Gaza. Hungría se negó a unirse a los otros 26 países.

El vecindario árabe

Se podría decir que las alianzas más fructíferas realizadas por Israel,  con la ayuda de Pegasus han sido las de Israel y sus vecinos árabes. Israel autorizó por primera vez la venta del sistema a los Emiratos Árabes Unidos. como una especie de rama de olivo, después de que agentes del Mossad envenenaron a un alto cabecilla de Hamas en una habitación de hotel de Dubái en 2010.

Pero no fue el asesinato en sí lo que enfureció al príncipe heredero Mohammed bin Zayed, el líder emiratí de facto, sino que los israelíes lo habían eliminado en suelo emiratí. El príncipe, ampliamente conocido como M.B.Z., ordenó cortar los lazos de seguridad entre Israel y los Emiratos, pero en 2013, a modo de tregua, Israel ofreció una tregua a M.B.Z. con la oportunidad de comprar Pegasus. Y M.B.Z. accedió fácilmente.

Sin ruborizarse, los Emiratos no dudaron en utilizar Pegasus contra sus enemigos domésticos. Ahmed Mansoor, un crítico abierto del gobierno emiratí, se hizo público después de que Citizen Lab determinara que el gobierno de M.B.Z. había utilizado Pegasus para espiar su teléfono.

Cuando esta vulnerabilidad se hizo pública, Apple lanzó una actualización para bloquear la vulnerabilidad. Pero para Mansoor, el daño ya estaba hecho. Le robaron el auto, saquearon su cuenta de correo electrónico, monitorearon su ubicación, le quitaron el pasaporte, le robaron 140.000 dólares su cuenta bancaria, lo despidieron de su trabajo y “extraños” lo golpearon en la calle varias veces. “Empiezas a creer que todos tus movimientos son observados”, dijo en ese momento. En 2018, Mansoor fue sentenciado a 10 años de prisión por publicaciones que hizo en Facebook y Twitter, en contra del régimen de MBZ.

Dejando a un lado el desordenado resultado del asesinato del cabecilla palestino en Dubai, de hecho, Israel y los Emiratos Árabes Unidos se estuvieron acercándose durante varios años. Las animosidades calcificadas entre Israel y el mundo árabe que durante años impulsaron la política de Medio Oriente habían dado paso a una nueva e impensable alianza en la región: Israel y los estados sunitas en el Golfo Pérsico se alinearon contra su archienemigo, Irán, una nación chiíta.

 Tal alianza habría sido imposible hace algunas décadas, cuando los reyes árabes se autoproclamaron protectores de los palestinos y su lucha por la independencia de Israel. La causa palestina tiene menos control sobre algunos de los líderes árabes de la próxima generación, que han dado forma a gran parte de su política exterior para abordar la batalla sectaria entre sunitas y chiítas, y han encontrado una causa común con Israel como un aliado importante contra Irán.

Arabia Saudita

Ningún líder representa mejor esta dinámica que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, gobernante de facto del reino e hijo del enfermo rey. En 2017, las autoridades israelíes decidieron aprobar la venta de Pegasus al reino y, en particular, a una agencia de seguridad saudí bajo la supervisión del príncipe Mohammed.

Desde entonces, un pequeño grupo de miembros de alto rango del establecimiento de defensa israelí, que reportaba directamente a Netanyahu, asumió un papel de liderazgo en los intercambios con los sauditas, “mientras tomaba medidas extremas de secreto para materializar un contrato con base en una tarifa de instalación inicial de 55 millones de dólares, firmado en 2017.

Años antes, NSO había formado un comité de ética, compuesto por un elenco bipartidista de ex funcionarios de política exterior de Estados Unidos, que los asesorarían para la escogencia de clientes potenciales.

Después del asesinato de Khashoggi en 2018 en Estambul, sus miembros solicitaron una reunión urgente para abordar las historias que circulan sobre la participación de NSO.

Por su parte, Hulio negó rotundamente que Pegasus hubiera sido utilizado para espiar al asesinado columnista del Washington Post. Los sistemas Pegasus registran cada ataque en caso de que haya una queja y, con el permiso del cliente, NSO puede realizar un análisis forense posterior al hecho.

Hulio aseguró que su personal había hecho exactamente eso con los registros saudíes y no encontró ningún uso de ningún producto o tecnología de NSO contra Khashoggi. No obstante, el comité instó a NSO a cerrar el sistema Pegasus en Arabia Saudita, y así lo hizo. El comité también aconsejó a NSO que rechazara una solicitud posterior del gobierno israelí para volver a conectar el sistema de espionaje en Arabia Saudita, y se mantuvo fuera.

Luego, al año siguiente, la empresa cambió de rumbo. Novalpina, una firma británica de capital privado, actuando en cooperación con Hulio, compró las acciones de NSO de Francisco Partners, con una valoración de mil millones de dólares, más de cinco veces más de lo que costaba, cuando el fondo estadounidense lo adquirió en 2014. Así, a principios de 2019 , NSO acordó volver a encender el sistema Pegasus en Arabia Saudita.

Mantener satisfechos a los saudíes era importante para Benjamín Netanyahu, quien estaba en medio de una iniciativa diplomática secreta que creía que consolidaría su legado como estadista, al lograr un acercamiento oficial entre Israel y algunos estados árabes. En ese entorno, e septiembre de 2020, Netanyahu, Donald Trump y los ministros de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos y Baréin firmaron los Acuerdos de Abraham, y todos los signatarios lo anunciaron como una nueva era de paz para la región.

Además, tras bambalinas del acuerdo de paz Abraham había un bazar de armas en Medio Oriente. La administración Trump había acordado en silencio, anular la política estadounidense pasada y vender cazas de ataque conjuntos F-35 y drones Reaper armados a los Emiratos Árabes Unidos, y había pasado semanas apaciguando las preocupaciones de Israel de que ya no sería el único país de la región con el sofisticado F. -35.

Más tarde, Pompeo describiría las ofertas de aviones en una entrevista como “críticas” para obtener el consentimiento de M.B.Z. para el movimiento histórico. Y cuando se anunciaron los Acuerdos de Abraham, Israel había otorgado licencias para vender Pegasus a casi todos los signatarios.

La situación se complicó un mes después, cuando expiró la licencia saudita para seguir operando Pegasus. Ahora, correspondía al Ministerio de Defensa israelí decidir si renovarlo o no. Citando el abuso de Pegasus por parte de Arabia Saudita, se negó a hacerlo.

 Sin la licencia, NSO no podía proporcionar el mantenimiento de rutina del software y los sistemas fallaban. Numerosas llamadas telefónicas, cruzadas entre los ayudantes del príncipe Mohammed, los ejecutivos de la NSO, el Mossad y el Ministerio de Defensa de Israel no lograron resolver el problema. Entonces, el príncipe heredero llamó de urgencia a Netanyahu, según personas familiarizadas con la llamada, porque quería renovar la licencia saudita para Pegasus.

El príncipe Mohammed tenía una cantidad significativa de influencia. El enfermo rey Salman, no había firmado oficialmente los Acuerdos de Abraham, pero ofreció a los demás signatarios su bendición tácita.

Igualmente, permitió que avanzara la parte crucial del acuerdo, consistente en el uso del espacio aéreo saudita, por primera vez en la historia, por parte de aviones israelíes que vuelan hacia el Golfo Pérsico. Si los saudíes hubieran cambiado de opinión acerca del uso de su espacio aéreo, un importante componente público de los acuerdos podría colapsar.

Al parecer, Netanyahu no había sido actualizado por sus asesores sobre la crisis que se estaba gestando en el Golfo Pérsico, pero después de la conversación con el Príncipe Mohammed, ordenó de inmediato al Ministerio de Defensa que solucionara el problema.

En diciembre de 2021, solo unas semanas después de que NSO apareciera en la lista negra estadounidense, Jake Sullivan el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, llegó a Israel para reunirse con funcionarios israelíes para tratar una de las principales prioridades de política exterior de la administración Biden: lograr un nuevo pacto nuclear con Irán, tres años después de que el presidente Trump echo por tierra el acuerdo original.

En 2012, Sullivan fue uno de los primeros funcionarios estadounidenses en hablar con funcionarios iraníes sobre un posible acuerdo nuclear, reuniones que el presidente Obama decidió mantener en secreto a los israelíes por temor a que intentaran hacer estallar las negociaciones. Se conoce que los funcionarios israelíes estaban furiosos cuando se enteraron de la  intención de Obama en ese entonces.

Además, el primer ministro, el ministro de defensa y el ministro de relaciones exteriores israelíes, querían debatir el futuro de NSO. Los israelíes presionaron a Sullivan sobre las razones detrás de la decisión de la inclusión en la lista negra. También advirtieron que si NSO quebraba, por obvias razones Rusia y China podrían llenar el vacío y expandir su propia influencia vendiendo sus herramientas de espionaje informático a naciones que ya no podían comprar estos equipos y software a Israel.

Asediado por la prohibición, el futuro de NSO parecería estar en duda, no solo por su dependencia de la tecnología estadounidense, sino también porque estando en una lista negra estadounidense, probablemente ahuyentará a los posibles clientes y empleados.

Ahora, los funcionarios israelíes temen una adquisición estratégica de NSO, en la que alguna otra compañía, o país, tomaría el mando sobre cómo y dónde se usa el arma

Pero en la práctica, los días del control específico en ciberguerra de Israel terminaron, o quizás pronto terminarán. El intenso deseo dentro del gobierno de los Estados Unidos por herramientas ofensivas de ciberespionaje no ha pasado desapercibido para los posibles competidores estadounidenses de la empresa.

En enero de 2021, Boldend una empresa de armas cibernéticas presentó una oferta a Raytheon, el gigante de la industria de la defensa. Y se sabe que esa empresa había desarrollado para varias agencias gubernamentales estadounidenses su propio arsenal de armas para atacar teléfonos celulares y otros dispositivos.

En octubre de 2019, WhatsApp demandó a NSO, argumentando que las herramientas de NSO habían aprovechado una vulnerabilidad en su servicio para atacar aproximadamente 1400 teléfonos en todo el mundo.

La defensa de NSO siempre ha sido que la empresa solo vende la tecnología a gobiernos extranjeros; no tiene ningún papel ni responsabilidad en la selección de individuos específicos. Esta ha sido durante mucho tiempo la línea estándar de relaciones públicas de los fabricantes de armas, ya sea Raytheon o Remington.

Facebook quiere demostrar que esta defensa, al menos en el caso de NSO, es una mentira. En su demanda, el gigante de la tecnología argumenta que la NSO participó activamente en algunos de los ataques, y señala evidencia de que alquiló algunos de los servidores informáticos utilizados para atacar las cuentas de WhatsApp. El argumento de Facebook es esencialmente que sin la participación constante de NSO, muchos de sus clientes no podrían apuntar el arma.

Cuando presentaron su caso contra NSO, los abogados de Facebook pensaron que tenían pruebas para refutar una de las afirmaciones de la empresa israelí, según las cuales, el gobierno israelí prohíbe estrictamente que la empresa espíe a cualquier número de teléfono en los Estados Unidos.

En documentos judiciales, los abogados de Facebook afirmaron tener pruebas de que un número con código de área de Washington había sido atacado. Claramente, alguien estaba usando el software espía NSO para monitorear un número de teléfono estadounidense.

El debate sigue y por ahora es muy aventurado premonizar que sucederá con la continuidad de Pegasus y la NSO.

Teniente coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

Autor de 40 libros sobre estrategia, defensa nacional y geopolítica

www.luisvillamarin.com

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