¿Estaría Petro empeñado en quitar al Ejército, la capacidad aérea y de inteligencia militar?

      De vieja data, se afirma de manera coloquial, que los árboles no dejan ver el bosque, y que todo lo que se haga en política debe estar atado a un objetivo claro, pues de lo contrario habrá incertidumbre, desenfoque y pasos en falso… Así, esos pasos, sean dados de buena voluntad.

      Lo grave es cuando esos pasos sean malintencionados, porque los motivan los deseos de figuración, o las aspiraciones egocéntricas para asumir tareas o misiones, para las cuales no se está preparado, o para las que no se tiene ni la autoridad moral ni la impostergable concepción política de la transformación geopolítica y estratégica de Colombia.

       En su discurso de posesión, Petro anuncio que cumplirá a rajatabla el pacto Farc Santos, y el programa de 12 puntos de gobierno comunista diseñados por la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en 1992, que mañosamente insertó como recomendaciones el sesgado informe de la supuesta verdad del cura de Roux.

      De remate desde comienzos del siglo 21, los comunistas armados y desarmados, nativos y extranjeros “defensores de la paz en Colombia”, han abogado por quitar al Ejército Nacional, la capacidad de asalto aeroterrestre y la fortaleza estructural de la inteligencia militar.

      Cotejando las actuaciones de Petro y su equipo en el primer año de mandato, es evidente que todos los objetivos insertos en las ambiciones totalitarias de la izquierda armada y desarmada, avanzan progresivamente y apuntarían a disminuir la capacidad operacional de la fuerza terrestre con la venía de la supuesta oposición, interesada como siempre en sus prebendas egoístas y no en el destino de los colombianos.

      De remate Petro y su equipo, podrían estar sembrando cizaña entre opositores políticos o tal vez activos y veteranos, para subir el ego de algunos sectores, que miopes ante la prospección dictatorial y nefasta del proyecto comunista, podrían morder el anzuelo, al pretender brillos sin mérito, y por oportunismos ciegos cargados de ansias de figuración, afectando a sus pares y a los colombianos en general, sin entender que luego serán ellos los objetivos de la maquiavélica trama.

       Es hora de replantear el rumbo de Colombia, con mentes brillantes y estrategas a quienes les quepa el país en la cabeza, no de autonombrados e iluminados, apegados al deseo de saltar largo, o lo que es peor de dividir en nombre de una falsa y cacareada unidad. La alerta está dada, y todos los colombianos estamos obligados a defender la capacidad operacional de movilidad y fuego aeroterrestre del Ejército, así como su fortaleza en la inteligencia militar. Actuar en contrario es un acto de suma bajeza y de traición a la patria.

       No podemos salir después, con la disculpa baladí, que los árboles no nos dejaron ver el bosque o que no sabíamos que todo lo que se hace en política, debe gravitar alrededor de un objetivo.

      O lo que es más cuestionable que se aceptaron maliciosas ofertas, porque era mejor estar ahí… Solo para legitimar una estratagema de encerrona montada alrededor de nuestra propia miopía política.

        Es el momento de saber y definir en qué orilla está cada quien, respecto al enredado proyecto populista y comunista del cambio. No se valen las disculpas… Por piadosas que ellas sean.

       Les habló Luis Alberto Villamarin Pulido